Curvas del Destino
Una historia de amor, coraje y renacer.
Lina Song perdió a su madre a los 16 años y terminó en un orfanato, donde su sobrepeso la convirtió en blanco de burlas y humillaciones. Al cumplir 18, con esfuerzo y el apoyo de trabajadores sociales, consigue empleo como auxiliar de limpieza y luego en una cafetería para poder pagar su renta.
Allí conoce a Daniela Ling, hija de un millonario, quien se convierte en su mejor amiga y la ayuda a ingresar a la universidad. Todo parece mejorar… hasta que aparece Luzbel Shao, un joven poderoso y arrogante que no tarda en hacerle la vida imposible. Pero lo que inicia como acoso se convierte lentamente en una pasión imposible de ignorar.
Cuando el primer amor de Luzbel regresa y Lina descubre que está embarazada, su mundo vuelve a romperse. Decide huir y empezar de nuevo… lejos del dolor y los secretos.
¿Podrá el amor sobrevivir a la distancia, el poder y las heridas del pasado?
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La decisión
Universidad, lunes – 5:38 p.m.
Las luces doradas del atardecer caían sobre los edificios modernos de la universidad central de la ciudad Z.
Yo caminaba con paso lento por uno de los pasillos, mi mochila colgando con soltura sobre mi hombro derecho.
A mi alrededor, los estudiantes iban y venían, algunos riendo, otros hablando de las tareas del día siguiente, pero yo tenía la mente en otro sitio.
Saque mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón y abrí WhatsApp.
Mensaje al gerente de la cafetería donde trabaja Lina: “Buenas tardes. Hoy no podré asistir a mi turno, tengo un proyecto en la universidad que se alargó. Le pido disculpas y mañana compenso el tiempo. Gracias por su comprensión”
Tecle rápido, con el pulso acelerado.
Presione “enviar” y suspire… titubee, dude, pero al final… lo hice.
Abri Instagram.
Busque el perfil de Luzbel Shao.
Mi dedo tembló apenas al tocar el botón de mensaje directo.
Escribí:
- “Tenemos que hablar. Estoy decidida. Dime donde y cuando”
El mensaje fue enviado.
Yo observe el puntito verde junto a su nombre.
Estaba en línea.
No pasaron ni veinte segundos cuando llegó su respuesta.
- “Hotel Lexington. Suite 812. Una hora.”
No había explicación.
Ni una palabra de más.
Solo una orden disfrazada de dirección.
Yo trague saliva.
Guarde el celular en el bolsillo interno de mi chaqueta y camine hacia la salida de la universidad.
Mientras cruzaba el estacionamiento, sonó otro mensaje.
Era de Daniela
MSJ de Daniela: ¿Vienes al depa?, podemos pedir algo para cenar, no quiero cocinar.
MSJ de Lina para Daniela: No Dani. Hoy salgo tarde del trabajo. Te veo mas tarde. Te quiero.
Me dolía mentirle a mi amiga, pero necesitaba hacer esto sola.
Hotel Lexington – 7:01 p.m.
El corazón me latía con fuerza, golpeaba mi pecho como un tambor frenético mientras subía en el ascensor.
Los espejos dorados reflejaban mi rostro pálido, y mis ojos, normalmente grandes y cálidos, ahora parecían tensos y contenidos.
Iba vestida con un pantalón negro de tela, blusa de manga larga y una chaqueta gris.
Ni una prenda insinuante, ni una intención provocadora.
Había venido a frenar, no a coquetear.
La puerta de la suite 812 estaba entreabierta.
La empujé suavemente y entre.
Un silencio espeso me envolvió de inmediato.
El lugar estaba iluminado solo por lámparas de luz cálida.
Un sofá, y de pie, con manos en los bolsillos y la camisa blanca con dos botones desabrochados… Luzbel.
- Llegaste – me dijo él sin moverse, con voz calmada.
Yo di dos pasos hacia el interior de la habitación y cerré la puerta tras de mí.
- Si, vine porque quiero que me expliques por qué estas tan… obsesionado conmigo. ¿Qué te pasa, Luzbel?
Él ladeó ligeramente la cabeza.
No parecía sorprendido por la pregunta que le hice.
- ¿Y tú? ¿Por qué me escribiste? Si estas tan asustada de mí, tan indignada por cómo te miro… ¿Por qué estás aquí sola?
- Porque estoy cansada de sentirme acechada. Quiero respuestas. ¿Por qué siempre apareces cerca de donde estoy? ¿Por qué sabes la ropa interior que usó? ¿Qué quieres de mí?
Luzbel camino hacia mi lentamente.
Yo di un paso atrás, pero luego me obligué a quedarme firme.
El se detuvo a escasos metros de mi…
- No quiero tu amor, Lina. Ni tus caricias… aun. – sonrió de lado, pero sus ojos estaban oscuros. – Quiero quebrarte. Porque desde que te vi en esa cafetería con esa mirada tímida y curiosa… supe que ibas a cambiarme. Y no me gusta eso. No me gusta lo que haces conmigo.
- ¡No te he hecho nada! – estalle yo, con la voz rota. - ¡Solo intento estudiar, vivir tranquila! Tú no tienes ningún derecho a manipularme, a seguirme, a intimidarme con tu mirada o tus advertencias enfermizas.
- ¿Entonces por qué tiemblas? – me preguntó él, acercándose medio paso más - ¿Por qué tu respiración se agita cuando estoy cerca? ¿Por qué te pongo tan nerviosa?
Yo apreté los puños.
- Porque no estoy acostumbrada a ese tipo de atención. Porque creí que no valía la pena para ser mirada por alguien como tú, pero lo último que quiero es que me veas como un juguete o una víctima.
Hubo un silencio.
Un silencio denso.
Entonces Luzbel me rodeo, caminando despacio en círculo.
- ¿Quieres saber por qué se la ropa interior que usas? Porque te he observado. Porque tengo ojos en todos lados. Y porque tu no eres como las demás. No eres plástica, no eres fácil. Y por eso me vuelves loco.
- Eso no es amor, Luzbel – murmuré yo, girando para seguirlo con la mirada –
- Nunca dije que fuera amor – respondió él, deteniéndose detrás de mí – Es obsesión. Y quizás algo más oscuro.
Yo gire en seco.
- ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Controlar con quién hablo? ¿Castigarme si salgo con alguien más?
- Ya te advertí lo que pasaría si te veía con Iván otra vez.
- ¡No eres nadie para advertirme nada! – solté, alzando la voz - ¡Si crees que por tener dinero y poder puedes manejarme como a una marioneta estas muy equivocado!
El me miró fijamente.
Y por primera vez, hubo un segundo de duda en sus ojos.
- No vine aquí para pelear contigo – dije yo con el pecho agitado – Vine a entender. Pero veo que tu solo sabes controlar y destruir.
Me acerque a la puerta.
- Te diré algo, Luzbel. Yo no soy débil. Y si pensaste que ibas a quebrarme con tus juegos de intimidación… te equivocaste de persona.
Y con eso ultimo me fui.
Departamento de Daniela – 9:08 p.m.
El sonido del clic al cerrar la puerta del departamento fue casi terapéutico para mí.
Me quite los zapato con prisa y camine directo a mi habitación.
Daniela no estaba.
Había salido con sus compañeras de carrera, según el mensaje que me había dejado.
Yo me dejé caer sobre la cama, boca arriba.
Mis ojos se clavaron en el techo, y el peso de lo vivido comenzó a asentarse en mi pecho.
“Por qué fui realmente”, pensé.
Recordé la forma en que me había mirado Luzbel.
Su voz firme.
La manera en que me confesó su obsesión… y como mi miedo se mezclaba con una sensación de poder, de rebeldía, de tomar el control por fin.
“Quizás estaba borracho… quizás confundido… o tal vez realmente está enfermo”
Apreté los ojos con fuerza.
Tenía que dormir.
Tenía que olvidar lo que había pasado.
Pero una parte de mi sabía que este encuentro no sería el último.
Los días pasaron lentos, en la universidad no vi ni una sola vez a Luzbel y en la cafetería tampoco.
Desde que había hablado con el en el Hotel, no había sabido nada de él.
Así que pensaba que él ya había entendido que no tenía que acercarse a mí y su obsesión por mi había quedado atrás.