Renace con una nueva oportunidad para ser feliz, amando a los caballos como en cada vida...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
23) Ya te olvidé
24) Dulce Prisión
25)Secretos de una poción
26) La venganza de Leia
27) Recuerdos de mi futuro
28) Una esposa para el príncipe maldito
29) Una madrastra reencarnada
** Todas novelas independ
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Carruaje 2
El carruaje avanzaba por el camino iluminado por faroles, y dentro de él, el ambiente estaba lleno de una energia calida y ligera… que contrastaba por completo con la tensión gélida del Principe.
Astrid, sentada frente a él, acomodaba su vestido con naturalidad mientras hablaba con entusiasmo.
Astrid: Principe, hay algo que seguro le encantara.. Las fiestas de esta región son muy distintas a las de la capital.. Los bailes son mas animados, la musica es mas alegre, y la gente suele invitar a cualquiera a bailar.. ¡Hasta yo he terminado bailando con desconocidos!
El Principe dejó de respirar.
[¿Bailando… con… desconocidos?]
Astrid siguió, completamente ajena al incendio silencioso que estaba provocando.
Astrid: Las fiestas del año pasado fueron muy bonitas. Hubo un concurso de baile, juegos, y… bueno, Antony casi me obligó a bailar con todos sus amigos.. decia que era ..tradicion.... Yo queria quedarme en la mesa comiendo, pero al final me convencieron.. Bailé como con… ¿cuatro personas? ¿Cinco? No me acuerdo bien..
El Principe apretó los dedos contra el asiento.
Un frio invisible recorrió el carruaje.
Las ventanas se empañaron levemente.
Astrid no lo notó.
Ella solo reia, recordando.
Astrid: Uno de esos bailes fue horrible.. El joven pisaba mis pies sin parar, pero fue gracioso.. Antony casi se muere de la risa.
El Principe bajó la mirada.. Sus manos temblaban levemente.
No de miedo.. Ni de vergüenza.. De furia contenida.
Se imaginó a Astrid sonriendo mientras otro joven la sostenia por la cintura.
Se imaginó sus dedos en su cintura, en su mano, demasiado cerca, tocandola como si tuvieran derecho.
Se imaginó las risas, los giros, la musica… las miradas en su vestido…
Y una tormenta azul creció bajo su piel.
[No.. No mas.. No con nadie mas.. Nunca.]
Astrid, sin darse cuenta de nada, lo miró con curiosidad.
Astrid: Principe, ¿usted baila? En la capital deben haber fiestas maravillosas, ¿no?
El Principe levantó la mirada.
Sus ojos eran dos hojas de hielo afilado.
Principe: No bailo.
Astrid se rio.
Astrid: Pues hoy tendra que intentarlo. ¡Las fiestas no son fiestas sin un baile!
El Principe contuvo un estremecimiento.
Ella hablaba como si bailar con él fuera algo natural…
pero él estaba demasiado atrapado en una verdad recién descubierta..
[Si alguien intenta tocarla hoy… si alguien la invita a bailar… si alguien siquiera pone sus manos sobre ella..]
Sintió su magia vibrar bajo la piel, azulada y viva.
[Lo congelaré..A todos.. Si hace falta… a todos.]
Astrid siguió hablando alegremente, moviendo las manos mientras describia los bailes en los que habia participado antes, sin ver cómo cada palabra suya profundizaba la posesión silenciosa y peligrosa que el Principe sentia por ella.
Astrid: Principe, estoy feliz de que venga hoy.. De verdad.
Él la miró con una mezcla de devoción y tormenta..
[No entiendes lo feliz que estoy yo… de no dejarte sola.]
Cuando el carruaje se detuvo frente al salón de fiestas, el murmullo de la gente se mezcló con la musica. Las luces calidas iluminaban la entrada, y el aire olia a flores recién cortadas y a perfume caro.
Astrid fue la primera en inclinarse hacia la ventana.
Astrid: ¡Llegamos! Se escucha animado, Principe. Vamos.
Él no respondió.
La observó bajar primero, su vestido celeste moviéndose como un susurro, su cabello rojo brillando bajo las lamparas externas.
Y cuando el Principe descendió del carruaje…
el ambiente cambió.
Las conversaciones se apagaron un segundo.
Varias mujeres se quedaron mirandolo con asombro.
Algunos hombres se pusieron tensos.
Otros susurraron entre ellos.
Porque pocas personas en la zona sur conocian al Principe heredero del Reino.
Y nadie lo habia visto tan cerca.
Pero no fue solo su presencia lo que paralizó la entrada.
Fue lo que hizo después.
Astrid avanzó para entrar.
Pero él dio un paso adelante, silencioso, elegante y peligroso… y le ofreció el brazo.
Astrid abrió los ojos, sorprendida, y luego sonrió con esa naturalidad que siempre tenia con él.
Astrid: Oh… gracias, Principe.
Se tomó de su brazo.
Y en ese segundo, el Principe sintió un calor irresistible recorrerle el cuerpo.
No era magia.. Era algo peor.. era ella.
Caminaron hacia la entrada.
Y él no la soltó.
No cuando pasaron bajo el arco de flores.
No cuando el mayordomo los anunció con una reverencia.
No cuando la musica subió y todos se voltearon a mirarlos.
No.
El Principe no soltó su brazo.
Ni su atención.
Ni su presencia a su lado.
Era como si Astrid fuera un tesoro que él estaba presentando…
pero al mismo tiempo protegiendo de todos.
Varios nobles se acercaron a saludar..
- Alteza, es un honor…
- Y esa joven… ¿es la hija del duque Huxley?
- No sabia que el Principe visitaba esta zona…
- ¡Qué pareja tan hermosa se ven!
Astrid se rio suavemente.
Astrid: No somos pareja, solo venimos juntos..
El Principe apretó el agarre.
Apenas un milimetro.
Apenas un roce mas firme.
Pero Astrid lo sintió.
Ella lo miró, confundida.
Él la miró de vuelta… con un mensaje silencioso que no entendió.
Los nobles observaron.
Susurraron.
Comentaron.
Porque la escena era innegable..
El Principe, el hombre mas frio y distante del Reino…
habia venido a una fiesta,
habia ofrecido su brazo a una joven,
y ahora caminaba con ella como si fuera la unica persona en el salón.
Y sobre todo, habia algo mas..
No la soltaba.
En absoluto.
Caminaban unidos, como si él temiera que si la dejaba ir aunque fuera un segundo… otro tomaria su lugar.
Astrid, aun sin captar lo profundo de aquel gesto, comentó en voz baja..
Astrid: Principe… creo que todos nos miran.
El Principe la acercó un poco mas, sin perder la compostura.
Principe Que miren.
Astrid: ¿Eh?
Él no apartó la vista del salón.
Sus ojos grises eran frios, calculadores…
pero por dentro, ardian con una claridad oscura..
[Que miren.. Que vean.. Que entiendan. Ella llegó conmigo. Y nadie mas podra tenerla cerca esta noche.]