Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
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Es mía.
— ¡Hola! — Entra Raiza emocionada con una canasta de frutas que trae para mi madre.
— Hola, no te esperaba hoy. — Le respondo mientras recibo lo que trae en las manos, e ingresamos a la cocina donde se encuentra mi madre, yo iba a cocinar, pues no me gusta que realice esfuerzos innecesarios, pero insistió en que es una ocasión especial y que si quería ayudar solo podría ser su asistente.
— Sí, ya sé que eres una ingrata que no me ha llamado a contarme como le fue, pero tu madre si es un sol y me ha dicho que el trabajo es tuyo.
— Respecto a eso... — No puedo comentarle la verdad, pues mi madre nos observa mientras entramos a la cocina. — Raiza se acerca y la abraza y deja un beso en su mejilla.
Entre las tres ponemos la mesa y servimos la cena, el primer bocado que paso parece una roca que se niega a llegar a mi estómago, el estrés me ha quitado todo el apetito. Mi celular suena y decido no tomarlo, pero marcan insistentemente.
— Hija, contesta, puede ser para confirmar el empleo.
— Sí, seguro. — Finjo una sonrisa y miro la pantalla es un número desconocido. Con el menor de los ánimos contesto.
— Aló.
— Buenas noches, señorita Walker disculpe la hora, me comunico de Industrias Ford, mi nombre es Katty y soy del área de contratación, en vista de que no contestó nuestro mail, llamo para confirmar si aún está interesada en el cargo y si puede empezar el día de mañana. — Mis ojos se abren como platos ante lo sorpresiva que me resulta la llamada. — Señorita, ¿me ha escuchado?
— Cla... claro que sí, cuente con que estaré mañana a primera hora.
— Señorita Walker, deberá presentarse a las siete en punto, por favor sea puntual.
— A las seis si es necesario, gracias.
— La esperamos y bienvenida. — La mujer cuelga la llamada y yo me levanto de un salto de la silla, aún no lo puedo creer.
— ¡Sí, sí, sí! ¡El puesto es mío, solamente mío! — Grito mientras doy pequeños saltos alrededor de la mesa. Mi madre y Raiza se unen a la celebración, y me llena el alma como mi madre aun cuando su semblante cada vez se ve más decaído, salta de la emoción.
Son las seis cincuenta y cinco de la mañana y ya me encuentro en las instalaciones de Industrias Ford, quien diría que trabajaría para la industria petrolera las vueltas que da la vida.
El vigilante me permite el ingreso, pero no puedo subir, ya que soy nueva y el personal llega a partir de las ocho de la mañana.
Por encima vez observo la hora, en mi celular, luego juego con mis pies en una clara muestra de impaciencia, a las ocho de la mañana empieza a ingresar el personal, una vez la secretaria del CEO ingresa me sonríe con algo de pena en el rostro.
— Buenos días Chanel, mi nombre es Lidia, ayer no nos presentamos personalmente, pero quiero que sepas que a partir de ahora te voy a ayudar en lo que necesites mientras te adaptas a tu puesto.
— Gracias Lidia, es bueno contar contigo.
Juntas tomamos el ascensor, pero ella me indica que baje en el piso tres, valla al área de recursos humanos y firme el contrato, así lo hago y después de cuarenta minutos de haber finalizado los trámites me indican que el CEO me espera.
Tomo el ascensor y de inmediato me dirijo al último piso donde solo se encuentra la enorme oficina de mi nuevo jefe.
— Hola Lidia.
— ¡Corre, no hay tiempo de hablar, hoy no tiene el mejor genio! — Se apresura a decir en un tono de voz bajo.
Sin decir una palabra más, me acerco y llamo a la puerta.
— Adelante.
Me acomodo la ropa que por cierto me presto Raiza.
— Buenos días, señor. — No contesta y se dedica a teclear en su portátil. — Me quedo de pie observándolo, no sé que más hacer, ya que aún no he recibido la inducción. Después de 10 eternos minutos se decide a hablar.
— ¿Piensa quedarse de pie y solo observarme? ¿Es así como justificará su salario? — Habla sin apartar la vista de la pantalla.
— No señor, es solo que aún no me explican cuáles son mis funciones.
— Su principal función es obedecer, hacer todo lo que yo le diga y lo primero que pedí fue puntualidad y mire la hora en que ha llegado.
— Lo lamento señor, es solamente que estaba...
— No me importa donde carajos estaba... No me gustan las excusas, de ahora en adelante lo que yo quiera prima por encima de cualquier cosa, todo puede esperar, menos yo ¿Entendido? — Levanta la mirada, una que es realmente temeraria y la posa en mis ojos. Me muerdo las mejillas internamente y mis manos se hacen puños al tratar de controlar la rabia que siento en este preciso momento, de no ser por mi madre, juro que lo mandaría a la mierd* — ¿No tiene nada que decir? Espero su respuesta.
— Sí, señor, entendido.
— Así está mucho mejor. — Sonríe como si disfrutara verme sometida a hacer su voluntad. — De ahora en adelante usted no será más que mi sombra. Ahora dígale a Lidia que le explique rápidamente sus funciones, aparte de obedecer en todos los aspectos. — Suspiro frustrada.
— Sí, señor. — Maldito, una y mil veces maldito, ¿acaso se puede odiar a alguien a quien apenas has visto dos veces en la vida? Porque yo acabo de comprobar que sí.
Al abrir la puerta para salir de la oficina tropiezo con un cuerpo fornido, levanto la vista para encontrarme con los ojos del dueño, es un hombre de unos 27 años, su estatura al igual que la de mi jefe puede ser de 1.80 o 1.85, pero a diferencia de él, quién tiene el cabello castaño claro y ojos verdes, este monumento tiene los ojos negros al igual que su cabello, nada que ver con el insípido arrogante, que acaba de dejar claro la posición en que me encuentro ¿a quién engaño?, aunque es un patán, es sin duda el hombre más guapo que he visto, eso sí, lo que le dieron de bello se lo igualaron en arrogancia.
...Pov Richard....
— Ni se te ocurra posar tus ojos en ella, es mía, está en deuda conmigo y lo va a pagar con creces.
Nota Autora:
Disculpen la hora, en compensación les regalo imagen de nuestros protagonistas.
Comenten, me gusta leerlas. 🙂🙃