César es un CEO poderoso, acostumbrado a tener todo lo que desea, cuando lo desea.
Adrian es un joven dulce y desesperado, que necesita dinero a cualquier costo.
De la necesidad de uno y el poder del otro nace una relación marcada por la dominación y la entrega, que poco a poco amenaza con ir más allá de los acuerdos y transformarse en algo más intenso e inesperado.
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Capítulo 15
Adrian llegó a la empresa y se dirigió a la sala del CEO. Afortunadamente, había sido el primer empleado en regresar del almuerzo. Lo que no sería nada bueno después, pues si lo veían saliendo de la sala del jefe, podrían comentar algo... Pero ahora era demasiado tarde para retroceder.
Llamó a la puerta y escuchó un "adelante" que lo hizo sudar frío.
César estaba sentado en su silla, tenía una sonrisa indecente en su rostro sádico.
— Qué bueno que viniste... ¿Estás listo para disculparte?
Antes de que Adrian intentara decir algo, César se adelantó, alejando la silla de la mesa. Adrian entendió.
— ¡Ven aquí a disculparte!
Adrian temió que alguien entrara allí y lo viera.
— ¿A-ahora?
— Sí, ahora. Relájate, nadie entra aquí sin mi autorización.
César sabía cómo todo aquello de alguna forma hería algo dentro de Adrian. Sin embargo, amaba ver aquella entrega a regañadientes. Quería ver hasta dónde Adrian iría antes de acabar de forma definitiva con aquellos encuentros o, entonces, lo que César esperaba que sucediera, que el joven se entregara completamente a él.
Adrian se acercó a César y se arrodilló delante del hombre. Él ya conocía los ritos y sabía las formas exactas de llevar a César al clímax de forma más rápida. Cuando acabó, se arregló lo máximo que pudo y estaba saliendo de la sala, cuando César lo llamó.
— Cuando te llame, ven inmediatamente. El valor que te transferí hoy, vas a tardar una semana en pagarlo.
Adrian asintió y salió de la sala. Intentando ignorar las miradas desconfiadas de los otros empleados. Lo que importaba para él era que Amanda continuaría recibiendo las medicaciones y pronto se recuperaría.
César estaba intrigado con Adrian. ¿Qué hacía un chico con tanto dinero y humillándose? "O será que es alguna estrategia de Adrian para llamar mi atención?", pensaba César. "Si es eso, está de enhorabuena, solo no me dejó a cuatro patas, porque no me gusta esa posición... ¿Será que hay alguna posibilidad de que sea gay y...", alguien llamó a la puerta interrumpiendo los pensamientos del CEO.
Para Adrian, aquella semana fue insoportablemente extraña. Odiaba cuando César lo llamaba, pero se sorprendía contando los minutos para ser llamado por el hombre. Lo peor era sentir su intimidad endurecerse cuando estaba con César. ¿Qué significaba aquello? ¿Le estaba gustando ser el "chico del CEO"?
— ¡No, no, no! — gritó para sí mismo, mientras iba para casa.
"Yo hago lo que tengo que hacer por Amanda. Ella es todo lo que tengo. Si no fuera por ella... Para de pensar en eso, Adrian. Céntrate en buscar otro empleo", pensaba Adrian entrando en el estudio y tirándose en la cama tal como estaba. Solo despertó al día siguiente, felizmente, con un tiempo de sobra para tomar una ducha.
Una vez más, César cambió el combinado y, por más de dos semanas, Adrian comparecía en la sala del CEO siempre que era solicitado para "aclarar dudas del jefe sobre algún informe confuso". En ese tiempo, Adrian intentaba entrevistas de empleo de los más variados tipos e incluso en las ciudades vecinas, sin embargo la respuesta era siempre parecida: no tenía cualificación; solo la enseñanza media completa no era suficiente.
Adrian estaba entendiendo que de nada servía ser bueno en algo si no tenía un papel diciendo que él era bueno en aquello. Aunque, él supiera de mucha gente portadora de ese papel que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. Pero, lo que valía era la cantidad de certificados y diplomas acumulados, incluso si el conocimiento fuera escaso.
Él tenía el conocimiento, al menos una parte de él, sin embargo no tenía un diploma. Todo lo que él disponía era de algunos certificados de cursos online gratuitos sobre HTML, CSS, Phyton, Java y algunos otros, pero los entrevistadores mal miraban, al fin y al cabo eran "cursillos mediocres" en ambiente virtual y sin tutoría.
Era obvio que aquel no era el camino que Adrian anhelaba seguir. Él tenía otros planes: concluir la enseñanza media, entrar para la IFSP y cursar Ingeniería de Software. Sin embargo, cuando estaba en el segundo año de la enseñanza media, Amanda se puso muy mal, fue internada y una bomba fue lanzada en su regazo.
Ellos tenían una buena reserva de dinero y vendieron algunos bienes, lo que fue suficiente para hacer frente a los gastos del tratamiento de Amanda y demás gastos básicos, eso hasta hace algunos meses, cuando el dinero comenzó a llegar al fin.
Adrian que ya venía haciendo algunos trabajos esporádicos estaba consiguiendo aguantar, sin embargo la estadía en el hospital se encareció, los medicamentos también. Y él comenzó a buscar algún empleo que pagara más. Vio que la empresa de César había abierto una convocatoria para la contratación de funcionarios.
Hizo la inscripción, hizo la prueba y pasó. Sin embargo, él no tenía formación en el área, pero como él había ido bien y César se había interesado por él, consiguió la vacante de becario.