Contraataque de la esposa

Era una llamada de Isaac, un exalumno de la misma universidad a la que había asistido yo. Tenía quince años menos y era un hombre muy enérgico.

—Dario me comentó a la tarde que estabas preguntando por Morley Brock —dijo en tono claro y alegre.

—¿Por qué siempre te cuenta todo? ¿Están saliendo juntos o algo? —le pregunté enojada.

—¡No, soy heterosexual! —respondió indignado—. Él es mi detective, así que es obvio que va a contarme todo. Además, mucha de la información que te dio la obtuvo de mí.

Decidí no discutir sobre el tema y me limité a contestarle:

—Sí, quería investigarla y Dario me dio la información. ¿Por qué me llamas?

—Porque la conozco muy bien. Si quieres saber de ella, solo pregúntame. —Él quería mantenerme en suspenso, así que esperó unos segundos antes de toser y continuar—: Está bien, escucha . Es la hija del expresidente del Grupo Uwinner. —Eso era lo mismo que me había dicho el detective—. Silas Brock, el fundador de la empresa, tiene una única hija llamada Morley. Ella recibió una beca universitaria completa a los diecinueve años y también obtuvo una maestría después de graduarse, así que estudió en la misma institución durante seis años. Es más joven que yo. Con esto quiero decir que los tres somos exalumnos de la misma universidad, pero nos graduamos en momentos diferentes. Regresó aquí a fines del año pasado y, curiosamente, anunció que se negaba a ingresar a Uwinner por acomodo de su padre. Al poco tiempo, encontró un empleo como gerenta en la empresa de tu esposo y ahora se convirtió en presidenta ejecutiva de una de las áreas más importantes, a pesar de que empezó a trabajar ahí hace menos de un año. Hasta el momento, goza de una buena reputación y es una mujer muy exitosa. De hecho, en la industria se la conoce como «la líder sirena» por ser bella y capaz.

Isaac la estaba describiendo en un tono muy halagador, lo que me disgustó en extremo.

—Parece que tienes una buena impresión de ella. ¿«La líder sirena»? ¿Esa es tu opinión también o solo la de otros?

—Alguien la llamó así. Para ser precisos, ella se presenta de esa manera. Es muy buena para vender su imagen. —Luego se rio entre dientes y preguntó—: Reina, ¿por qué presiento que estás celosa? ¿Le tienes rencor por algo? ¿Por qué la investigas?

—Se acostó con mi esposo, así que estoy en guerra con ella. Conocer bien a mi enemiga es una prioridad —expliqué con calma.

—No puede ser, ¿en serio? —Él pensó que estaba bromeando.

—Si quieres saber, puedes investigarlo por tu cuenta. —Colgué el teléfono.

Isaac y yo éramos exalumnos de la Universidad de Colle, pero él se había graduado hacía un año de la Facultad de Derecho. Cuatro años atrás, cuando la empresa de mi marido estaba en el mercado, lo había acompañado al extranjero y había ido a visitar mi alma mater. Entonces conocí a Isaac, que era un gran admirador mío. Él tomó la iniciativa de contactarme de nuevo cuando regresó a la ciudad y, poco a poco, nos hicimos amigos. Ahora se desempeñaba como abogado y tenía un trabajo de medio tiempo como reclutador, donde buscaba a los mejores profesionales de todos los campos posibles.

En cuanto a Morley, la información que me había dado Isaac me ayudó a comprender por qué me había increpado de tal manera en la cafetería, pues resultó ser que ella provenía de un lugar muy privilegiado. Mi esposo y yo habíamos sido compañeros de clase en la escuela secundaria. En ese entonces, éramos los líderes de la institución porque siempre teníamos las mejores calificaciones. Más tarde, estudiamos en universidades diferentes que estaban en la misma ciudad, Amondy. Después de graduarnos, nos casamos, al igual que muchas personas que caminaron hacia el altar con su primer amor. Trabajé por un tiempo, pero luego renuncié, e Ivan empezó su negocio. Durante todo ese tiempo, nos conocíamos tan bien como las palmas de nuestras manos; sin embargo, ahora él quería divorciarse y la noticia me había tomado tan por sorpresa como un maremoto.