Contraataque de la esposa
Estaba en casa preparando el desayuno para mi hijo, Jesse, cuando recibí una llamada de un número desconocido. Era una mujer, que decía que me había estado observando durante mucho tiempo y que quería hablar sobre mi esposo, pero colgué antes de que terminara porque pensé que era una broma. Sin embargo, al cabo de un minuto, me envió una fotografía donde aparecía mi marido, vestido de traje y corbata, con la mano apoyada sobre el hombro de una mujer joven, que tenía puesto un vestido sin tirantes. Estaba tan perpleja que el batidor que tenía en la mano cayó al piso sin que me diera cuenta. Luego, entró otra llamada del mismo número.
—Soy la mujer de la foto. ¿Quiere venir y tener una charla? —dijo la voz del otro lado de la línea.
De inmediato sospeché que mi esposo, Ivan Atton, me estaba engañando. Él era un hombre muy tradicional y, en todos nuestros años de relación, nunca se había tomado una fotografía con otra mujer que no fuera yo, así que la situación era inaceptable.
Media hora más tarde, tras dejar a mi hijo en el jardín de infantes, conduje el pequeño coche deportivo que me había regalado Ivan para mi cumpleaños el año anterior y llegué al lugar que la mujer me había indicado: una cafetería ubicada en el primer piso de un centro comercial. Apenas estacioné en la entrada, sonó el móvil y respondí sin dudarlo, pues antes de salir de casa, había recortado la fotografía que había recibido y se la había mandado a un amigo que era detective privado, quien me llamaba en ese momento para decirme que había obtenido los datos personales de la mujer y los había enviado a mi correo electrónico. Después de colgar, le transferí dinero como remuneración e ingresé al centro comercial.
La localicé tan pronto como entré a la cafetería. Era joven, hermosa y llamativa; tenía la piel blanca como la nieve y toda la ropa que llevaba puesta era de diseñador. Manteniendo la calma, me acerqué con una sonrisa. Cuando ella alzó la vista, enseguida se rio entre dientes y se puso de pie.
—Hola, señora Atton. Encantada de conocerla, soy Morley Brock —anunció mientras me tendía la mano, pero decidí ignorarla y sentarme frente a ella.
—¿De qué querías hablar?
A pesar de que su mano todavía estaba en el aire, no pareció sentir vergüenza al respecto. Tras una pausa breve, la retiró y tomó asiento.
—Se trata de su marido. —Fue directo al grano. Tomó una cuchara y comenzó a revolver el café despacio hasta que, pasados unos segundos, continuó—: Ustedes no tienen sexo desde hace mucho tiempo, ¿no? Y hace seis meses que él siempre tiene viajes de negocios.
—Sus viajes no son ningún secreto. Mucha gente sabe adónde va, como su asistente y sus competidores, y yo sé cuándo tomaron esa fotografía que enviaste: fue hace ocho meses. Hubo una conferencia anual de informática y asistieron todos los líderes de la industria. Hasta elegí el traje y la corbata que usó y fui a buscarlo a la puerta del evento esa noche a las once en punto. —La miré—. ¿Qué quieres decir? ¿Que pasaste toda una noche con él?
—Por supuesto que hemos pasado varias noches juntos, pero no esa. Dijo que usted lo limitaba y que iba a recogerlo después de cada fiesta de negocios, así que nos encontramos al día siguiente. A decir verdad, el deseo fue lo único que me impulsó a involucrarme con él al principio, pues ya sabrá que es muy atractivo. Pero, sorprendentemente, somos muy compatibles, no solo en la cama, sino en muchas otras cosas. —Pausó por un segundo para tomar su móvil—. Hace mucho que no tiene una conversación con él, ¿no? Pero nosotros charlamos en línea hasta tarde todas las noches —dijo mientras me mostraba el historial de mensajes.
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Comments
Magneli Flores de Gonzalez
hay chicas muy hermosas que les fascina ser " la otra" en la vida de un hombre, respeten y valorence ustedes mismas, a muchos hombres sólo les importa vivir el momento.
2023-09-01
4
Patricia Patiño
A perra
2023-08-27
0
Anonymous
jjk
2023-08-23
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