El Regreso De La Villana

—¿Por qué me sigues?— Cuestiona molesto el joven Arian mientras entra al carruaje.

—¿Es que acaso no puedo ir?— Le responde con pregunta Howard, aclarando que nadie podía decirle lo que debe o no hacer.

—Por supuesto que puede, pero me temo que no en este carruaje.— Contesta Arian cerrando la puerta en su cara.

Howard molesto por su respuesta, se retira al ver que el carruaje se alejaba sin mas. Corre hacia el armario del salón de entrenamiento y se viste sin prisa. Cuando salió, un carruaje ya estaba esperando con la puerta abierta; entró sin decir más, y se dirigió a la Mansión Vertron.

Mientras que por la parte alta del instituto, se encontraba aún el director y el maestro mirando desde la ventana.

—¡Vaya! ¿Y así es como acabo?. ¡Que decepción!— Dijo el Director negando la cabeza lentamente y caminado hacia su asiento.

—Que bueno que haya terminado la pelea.— Exclamó aliviado el maestro, dándose palmaditas en el pecho.

—¿Pero qué habrá hecho mi discípula para que hicieran tanto escándalo?— Se preguntó el apuesto director a sí mismo.

—Disculpe...?—Preguntó confundido Alonso.

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^^^___Mansión Vertron___^^^

El joven de ojos verdosos, caminaba de vuelta hacia su habitación; no vio necesario informar del estado de Anya al Duque porque seguramente la servidumbre se había encargado ya de ello.

De lo que se había enterado en su camino, Alice se encontraba bien. No había sufrido heridas gracias a su hermana mayor. Lamentablemente, habían molestias que perturban el estado del ducado de Vertron, la mayoría de la servidumbre por lo general que era "novata" murmuraban notablemente el infantil comportamiento de la Señorita Alice.

Muchos hablaban descaradamente sobre "La Vergüenza" que había hecho Alice al actuar de esa manera, y lo tonta e inconsiderada que fue con su hermana mayor al ponerla en esas situaciones. Por supuesto, la mayoría estaba de su lado. Excusándola con que aún era joven e inocente, además de que su padre el Duque no le había dado la suficiente atención que tenía que darle por ser su hija, como supuestamente le había dado a su primera hija.

Había sido evidente el drástico cambio del Duque Edgar luego de que su primera hija se fuera de la Mansión. Actuaba mucho más indiferente de lo usual, y casi ni salía de su despacho. Raras veces cenó con su familia, y en muchas de ellas terminaron en discusiones con la Duquesa que hasta llegó al punto en que los sirvientes pensaron que llegarían a divorciarse; todo parecía un caos en esa familia.

La convivencia familiar de la familia Vertron se había desmoronado en los cuatro años en los que Anya Vertron vivía fuera del ducado; el silencio y la frialdad había dominado. Y todo... ¿Por culpa de la joven Villana?

—Joven Theo, la señorita Anya tiene visitas.— Informa el sereno mayordomo interrumpiendo su caminata.

—¿Son ellos?— Pregunta como si supiera de quienes se trataba y el mayordomo asiente dándole la razón.

El señor mayor, con una leve inclinación de respeto; espero pacientemente la respuesta del joven que siempre esperaba cuando venían esos dos jóvenes: "—"No me encuentro. Despídalos cortesmente."—" Pero no ordenó eso, simplemente fue directo hacia ellos.

Theo realmente se veía disgustado por sus visitas, pues cuando Anya no se encontraba, siempre lo visitaban para sacarle información "disimuladamente". Theo sabía sus verdaderas intensiones, y eso era lo que más le molestaba. Recordaba esos días molestos que también fue una de las razones para dejar la mansión por un tiempo.

Cuando entró a la sala de espera, vio como el aura de rivalidad sobresalía en todo el lugar. Las miradas asesinas que intercambiaban, se desviaron hacia Theo poniendo una sonrisa falsa de completa comodidad.

—¿Para que vinieron?— Pregunta con seriedad, este día no parecía tener paciencia el joven rubio.

—"¡Qué directo!"—Pensaron ambos acostumbrados a su honesta actitud, pero al escuchar esa pregunta se pusieron extrañamente relucientes. Su rivalidad por un momento se disipó como arte de magia.

Howard sonriendo espléndido dice: —Me enteré de que la Señorita Anya a regresado. Le traje estas rosas.— Le entregó el exagerado ramo a Theo y él con una expresión de "Te tengo vigilado", las aceptó.

—Supe sobre el regreso de mi Prometida, por ello decidí venir lo antes posible.— Interrumpe Arian haciendo señas y sus sirvientes que rápidamente entregaron a Theo los obsequios que trajo.

Theo tuvo que llamar a las sirvientas para recibir los regalos y de paso también le dio el ramo a ellas.

—(Con una sonrisa fingida) Gracias por dar cuan amable gesto a mi hermana. (Expresión seria) Ahora, ¿Los acompaño a la salida? (definición: ¡Larguense ahora!)—

Ambos tomaron la indirecta de inmediato. Llegaron a conocer muy bien al joven Vertron cuando estudiaron juntos y claro, sus visitas también ayudaron. Theo sin querer, también llegó a conocerlos bastante bien y en especial, descubrió una debilidad bastante interesante.

—Jaja. Es que vine a ver...—

Arian lo intertumpe con un codazo en su costilla. —El príncipe Howard ya se va. Yo me quedaré un rato más, ya que es mi deber como su prometido.— Exclamó con su semblante serio mientras el joven Alioth ahogaba su quejido con una sonrisa fingida.

—Sí... pero creo que ninguno ha llegado en un momento oportuno. Ella no tomará visitas por el momento, acaba de llegar de su viaje.— Mencionó el joven de ojos verdes dándoles a entender que estaba descansando.

—... Parece que no tengo ningún inconveniente en quedarme. Esperaré aquí.— Respondió Arian sonriendo. Theo no dijo nada más a pesar de estar en contra porque sabía que no podía intervenir en ello.

—Ahora usted, príncipe. Le acompañaré hacia la puerta.— Habló el joven rubio mientras empujaba a Howard. —Es, espera...— Se quejaba sin funcionar.

El joven Arian quedándose sólo en la sala, espero pacientemente sentado en el sofá tomando una taza de té mientras los minutos pasaban.

—Aunque este es el afortunado...—Exclamó una voz algo ronca y familiar. Era el director del colegio que había entrado al salón.

¿Por qué estaba aquí? ¿Visitaría a su nueva alumna? o... ¿Eran cercanos como para visitarla?. Arian sorprendido por sus palabras, preguntó aún incrédulo: —¿Disculpe?—