Señor Capitán, ¡Vamos A Divorciarnos!

Tan pronto como el médico salió de la sala y se aseguró de que la condición del Sr. Marvionne era estable, Amara bajó la cabeza por un momento y luego salió lentamente de la habitación.

Su rostro se veía cansado, sus ojos hinchados por el agotamiento. Pero tan pronto como la puerta se cerró, una figura alta y erguida en el costado del pasillo se levantó de inmediato.

Shaka, se acercó, su rostro tenso y lleno de preguntas. El sonido de sus zapatos resonó en el piso blanco del hospital, hasta que Amara finalmente se detuvo y lo miró fijamente.

"Solo quiero saber una cosa", dijo Shaka en un tono pesado. "¿Cuál es tu relación con la familia Marvionne? ¿Por qué llamas abuelo al Sr. Edward Marvionne?"

Amara lo miró durante mucho tiempo, sus labios se tensaron. Luego, lentamente, respondió con un tono plano pero enfático:

"Porque él es mi abuelo biológico, Mas Shaka. Soy la nieta del Sr. Edward Marvionne".

Shaka se quedó atónito, sus ojos se abrieron como platos, como si esa frase fuera difícil de digerir.

"Así que todo este tiempo... tú..."

Amara interrumpió rápidamente, "No soy yo quien está ocultando quién soy, Mas Shaka. Pero tú nunca te has preocupado por saberlo. Ni siquiera has valorado mi existencia".

Esas palabras golpearon el pecho de Shaka con más fuerza que un golpe físico. Recordó claramente que, hace cinco años, el Sr. Wirantara había mencionado el nombre de la familia Marvionne en una conversación seria en su oficina.

[Shaka, algún día te casarás con una chica de la familia Marvionne. Es una gran cooperación, el futuro de nuestra empresa].

Pero el joven Shaka en ese momento se negó rotundamente. Para él, el matrimonio no era más que una carga que encarcelaba su libertad. Ni siquiera preguntó quién era esa chica. Y ahora, esa realidad lo abofeteaba.

Amara, la esposa que había ignorado todo este tiempo, a quien consideraba una mujer común sin antecedentes significativos, resulta ser la joven señorita de la familia Marvionne, la heredera del imperio empresarial más grande que su familia alguna vez quiso establecer.

Una vaga sombra apareció en su mente de un incidente de hace cinco años, su accidente automovilístico le hizo recordar a alguien que lo ayudó. Solo pudo vislumbrar la figura de una mujer con un pequeño collar con un colgante de ala plateada, antes de perder el conocimiento. Shaka miró a Amara en silencio, luego se acercó lentamente.

"Así que... en ese momento, la persona que me ayudó..." su voz casi temblaba, "¿fuiste tú, Amara?"

Amara no respondió, solo giró la cara, mirando hacia la ventana del hospital que reflejaba sus sombras.

"Incluso si lo fuera, ¿qué diferencia hace ahora?" su voz era fría. "El Capitán Shaka ni siquiera intentó conocerme. Antes intentaba ser la esposa que querías, pero estabas ocupado juzgando por lo que veías, no por quién era realmente".

Shaka la miró en silencio, luego de repente, sin pensarlo mucho, abrazó a Amara. El abrazo fue apretado, no por deseo, sino por el arrepentimiento acumulado durante todo este tiempo.

"Lo siento..." su voz sonaba ronca cerca del oído de Amara. "Fui un tonto, fui demasiado arrogante... No sabía que eras..."

Amara no correspondió al abrazo. Su cuerpo permaneció quieto, rígido. Su mirada vacía atravesaba el hombro de Shaka.

"Es demasiado tarde, Mas Shaka", dijo con frialdad. "Ya no soy la misma mujer".

Luego empujó el pecho de Shaka lentamente y se liberó.

"Ahora solo pienso en mi abuelo y en el hijo que llevo en mi vientre. No tienes que meterte en los asuntos de mi familia".

Shaka la miró, tratando de contener el dolor que brotaba.

"Amara, por favor... solo quiero expiarlo todo".

"Si realmente quieres expiarlo", dijo Amara mientras lo miraba fijamente, "aprende a valorar antes de perder".

Después de decir eso, Amara se alejó dejando a Shaka todavía de pie en el pasillo. En su mano, Shaka sintió el calor del cuerpo de Amara que acababa de abrazar, pero ahora se desvanecía lentamente, reemplazado por un frío que se deslizaba por todo su pecho.