El Viaje

Perfeito. O reencontro entre Gael e Cristina, e a confirmação de uma conexão profunda, são os pontos centrais deste trecho.

Aqui está a tradução e adaptação completa para o espanhol, garantindo a coesão, o tom e a fluidez necessários para a sua obra:

El Primer Beso del Destino (Continuación)

Las personas cercanas que pasaban miraron a los dos. Allí... Gael se aparta de Cristina. Ella estaba confundida...

— Señor, gracias por salvarme. No sé qué me está pasando, de verdad que no lo sé, he pasado por días muy difíciles… — Dice Cristina.

— Puedo imaginarlo, y parece que estoy destinado a aparecer cuando el peligro te acecha, ¿no es así? Mucho gusto, soy Gael, Dr. Gael... El médico que le ayudó algunas noches atrás en aquel incidente...

Cristina rápidamente recuerda a aquel hombre que surgió en el momento de desesperación que ella había vivido, cuando luchaba con Mauro para no ser abusada en aquel aparcamiento. Aquel hombre que llegó con su coche, alumbrándolos con los faros, haciendo que Mauro se desequilibrara y cayera, y la navaja terminara perforándolo... Aquel hombre que dio el testimonio que la eximió de cualquier culpa...

— Entonces… ¡Fuiste tú! Su testimonio fue esencial para que yo esté libre ahora. Yo... ¡Yo no tuve la oportunidad de agradecerle! Por todo lo que pasé aquella noche, ¡por lo que he pasado desde entonces! — Dice Cristina.

— Yo me quedé preocupado por usted, me quedé muy preocupado, sí, porque estaba muy vulnerable, sabe, debió haber sido una situación muy traumática para usted... Es... Discúlpeme, pero recién ahora me doy cuenta de que no nos presentamos. Bueno, yo me presenté, pero usted no me dijo su nombre.

— Cristina, me llamo Cristina... Mire, doctor, gracias por todo, pero... Mi vida ha sido un infierno. Mi novio, ese tipo que murió, intentó abusar de mí. Yo solo quise defenderme, luchar por mi dignidad. Intenté huir, él había apostado con sus amigos a que se acostaría conmigo, y lo descubrí sin querer cuando dejó caer el móvil y accidentalmente escuché un audio... Seis meses de noviazgo, conociéndonos, y yo no sabía lo que él realmente quería conmigo. Fue una pesadilla... — Dice Cristina.

— Entonces usted lo confrontó y huyó de él, de ahí que todo sucedió... Él la persiguió y las cosas terminaron como terminaron...

Cristina llora...

— Sí, y su madre me acusa, incluso con todas las pruebas en contra, de que yo fui la culpable de la muerte de su hijo, que fui yo quien lo mató, ¡pero no fui yo! Yo solo quería huir de él, volver a mi casa, solo quería eso... ¡La navaja era suya! La madre de él dijo que hará de mi vida un infierno... Me ha estado persiguiendo... Caramba, apenas nos conocemos y estoy aquí desahogando mis problemas con usted... Creo que la soledad, el estar sola y sin nadie, ante todo lo que me ha ocurrido, me ha debilitado mucho...

Gael se queda sorprendido, sentía una necesidad que no sabía explicar de proteger a aquella mujer. La miraba a los ojos y parecía conocerla, parecía conocer el fondo de su alma... Cristina tenía la misma sensación. Había quedado traumatizada después de todo lo que le sucedió, sobre confiar en un hombre, en las personas, pero se sentía muy bien al estar ante la figura del hombre que la había ayudado... Tal vez por haberla ayudado, sí, eso... No sabía explicarlo...

— Mire, Cristina, si necesita cualquier cosa, ayuda, apoyo, un amigo para conversar, tome, aquí está mi tarjeta. Tiene mi número, puede llamarme a cualquier hora, y la dirección de mi consultorio...

— Imagínese, doctor, yo no soy de molestar a la gente. Mire, le estoy agradecida a usted y a su testimonio, eso me ayudó muchísimo... La familia de Mauro, el tipo que murió, parece ser muy poderosa e influyente. Su madre sigue viniendo a mi casa y amenazándome... ¡Ay, Dios mío! ¡Mi autobús! Doctor, fue un placer conocerle, muchísimas gracias por todo... ¡Pero tengo que irme! ¡Oiga! ¡Espéreme! ¡Oiga! — Dice Cristina corriendo en dirección al autobús...

En la prisa, ella deja caer un papel. Gael ni siquiera tiene tiempo de llamarla, ella ya subió al autobús... Era un registro estudiantil universitario, un formulario rellenado. Contenía varias informaciones sobre Cristina, como la facultad donde estudiaba y la dirección de su casa...

— Entonces ella estudia Derecho... En esta facultad... Y vive aquí... Pero... ¡Lo interesante de todo es esta sensación extraña! Esta sensación de haberla visto antes, pero ¿cómo? ¿De dónde? Tengo que recordar... — Dice Gael.

Lo que Gael no sabía es que Cristina compartía la misma sensación de haber visto a aquel hombre en algún lugar, en un tiempo tan distante que ella no sabía explicar…

— No sé si es por su amabilidad, que hace que uno se sienta bien a su lado, lo que da esa sensación de ya conocerlo, o cuál es el porqué, ¡solo sé que ya lo he visto! Y no hablo de aquel día, no, hablo de algún lugar que no consigo recordar ahora... — Piensa Cristina...

En posesión de aquel formulario, Gael sabía dónde vivía y dónde estudiaba Cristina ahora...

— Bueno, mañana temprano voy a dejar esto en su casa. Podría ir ahora, pero yo... Yo estoy exhausto por la guardia, mejor ir mañana... — Dice Gael.

Pero él se queda con el sentimiento reforzado de que ya había visto, conocido, a Cristina de algún lugar y así sigue hacia su casa.

Al llegar a casa, Gael deja el coche en el garaje, entra en casa. Su empleada lo saluda tan pronto como llega...

— ¡Señor Gael! ¡Ya llegó! Vaya, ¡debe estar exhausto! — Dice María, la empleada de Gael, una simpática señora que cuidaba de él desde hacía años.

— Sí, María, lo estoy, cansado y sorprendido... — Dice.

— ¿Sucedió algo en su guardia? ¿Algún hecho inusual? — Pregunta María curiosa.

— No, en la guardia no, solo lo de siempre, pero ¿recuerda que le hablé de la historia de la muchacha a la que socorrí días atrás?

— Sí, señor, lo recuerdo, sí, la del infeliz del novio que intentaba agredirla con una navaja y que al final él cayó sobre ella y murió, sí lo recuerdo...

— Me la encontré de nuevo, María, la salvé de ser atropellada. Bueno, ella anda decaída, triste... Dijo que su vida ha sido difícil. La madre del tal novio que intentó abusar de ella la está persiguiendo, acusándola de haber matado a su hijo... Haciéndole amenazas... — Dice Gael.

— ¡Dios mío, pobrecita! Debe ser muy difícil haber pasado por todo eso, casi abusada por el novio y encima ser señalada como la culpable. Sé que para una madre, el hijo nunca es culpable, ¡pero eso ya es demasiado!

— María, de verdad... Estuve casado con Helena por siete años, hasta el día de su partida. Nunca fui agresivo con ella ni con mujer alguna, me enorgullece mantener mi carácter íntegro. Pero ¿sabe qué es lo que más me intriga de todo esto? Esta muchacha, se llama Cristina... María, estoy seguro de que ya la había visto en algún lugar, pero no consigo recordar dónde ni cuándo la vi... Tuve una extraña sensación de déjà vu... En fin, por favor, prepare algo para que cene, voy a darme una ducha, estoy muy cansado, sí...

Gael va a su cuarto y María se queda pensativa...

— Doctor... Quizás después de dos años de la muerte de la señora Helena, tal vez usted se ha interesado por alguien, precisamente por esta muchacha... Yo le conozco bien, y no es de ahora... — Dice la empleada.