Continuación de la historia "Una vida llena de misterios y fantasías".
Feng Bao-Liang una pequeña princesa fue bendecida por un misterioso ser sobrenatural que los hombres apodaron el "Gran Dios Fénix". Y así un pequeño pueblo se convirtió en un gran imperio, abasteciendo a los ciudadanos de toda la fertilidad de la tierra.
pero...¿Por qué? nadie lo sabía...
Cuando la princesa nació, el gran fénix se presentó y la nombró como tesoro imperial.
El tiempo pasó y la princesa creció junto a su hermano mayor.
Todo parecía ir de maravilla hasta que la guerra se desató; entonces las cosas cambiaron...la vida de la pequeña princesa cambió completamente.
Ahora ella debe proteger a su imperio, buscar el porqué ese fénix la cuida y le enseña a controlar su maná espiritual sin pedir nada a cambio...¿Logrará Bao-Liang encontrar respuestas antes de lo inevitable? Porque después de todo un destino cruel le espera..
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Capítulo 4: Guerra..
—. Cuiden a su madre, emperatriz mía confío en ti para proteger el reino. —
Expresa con pesar el emperador mirando a su esposa.
—. Tranquilo, querido. Me encargaré del imperio. Debes cuidarte. —
El emperador la abraza por última vez, el general se despide. Ambos hombres se dan la vuelta para subir a sus caballos e iniciar el camino a la batalla que los esperaba en la frontera.
—. ¡Padre! ¡Llévame contigo! —

La pequeña princesa aparece llevando consigo su espada y un pequeño bolso con sus pertenencias.
—. ¡Alteza!, ¡alteza¡ ¡Espere! Su majestad lo lamento, no pude detener a su alteza. —
Se disculpa la sirvienta haciendo una reverencia llegando con la respiración acelerada por haber corrido detrás de la pequeña niña de ahora 12 años.
El tiempo había pasado de un abrir y cerrar de ojos. Dos años habían pasado rápidamente.
Ahora los pequeños príncipes habían crecido un poco más, así como la guerra prevista se había desatado.
El emperador quien estaba a punto de subir a su corcel, se detiene dándose la vuelta para mirar a su pequeña.
— Padre, llévame contigo. —
Insiste ella con una expresión determinada a seguirlo.
— Querida, no puedes acompañarme. Esto no es un juego. —
La emperatriz sujeta suavemente el brazo de su pequeña y sonríe con tristeza.
— Xiao-bao no es momento de jugar al héroe. —
— Pero madre, yo quiero acompañarlo.—
— Esta vez no. —
La princesa gira la cabeza en dirección a su padre quien camina hacia ellas.
— Mi pequeño tesoro, no es necesario que me acompañes. Con la protección del Gran Dios Fénix ganaremos esta batalla. —
El hombre con una imponente presencia y armadura, suaviza la voz al decir aquellas palabras mientras acaricia suavemente la cabeza de su pequeña.
— Pero... pero...yo quiero ir, quiero estar en una verdadera batalla. No quiero desperdiciar mis habilidades estando en un palacio todo el tiempo. —
— El deber de una dama es quedarse en el palacio y aprender sobre etiqueta, no estar jugando con espadas como un niño. —
Interrumpe el ministro Tang acercándose a los emperadores y mirando con desdén a la pequeña.
— Quiero ir. —
Exclama con determinación la niña, en ese momento se gira y hace un sonido de llamada con su flauta de bambú, segunos después los sonidos se escuchan acercarse. Ella solo sonríe y un hermoso caballo blanco con su montura trota hacia ellos.
—. Iré, acompañaré a padre. No importa lo que digan las basuras. —
La pequeña niña le saca la lengua al hombre mayor quien se muestra indignado.
Los emperadores solo se miran entre sí, mientras tanto la princesa ya se había montado en el caballo y ahora cabalgaba al lado de su abuelo listos para partir.
— Padre, no se preocupe. Puede quedarse, el abuelo y yo nos adelantaremos. —
— Cuida a mi hija, no quiero que le pase nada. —
El emperador asiente ante su esposa y por última vez se despiden con un abrazo.
Los caballos y el ejército delante empiezan a alejarse del reino, el pueblo suplica por la vida de los soldados al Dios Fénix para que vuelvan a salvo.
Entre última instancia se escucha una voz desde lejos, llamando a la pequeña.
— ¡Feng Bao-Liang! ¡No te preocupes! ¡Protegeré el reino y a madre bien! —
La mencionada gira la cabeza y observa a su hermano mayor en lo alto del palacio.
Sonríe.
— ¡Bien! ¡Tengamos un duelo amistoso cuando regrese! —
Fue lo último que respondió antes de perderse entre las montañas junto al ejército, dirigiéndose al campo de batalla.
Quizás sería la última vez que ellos se habían visto. El emperador cabalgaba con el corazón desbocado, temiendo por su imperio, por su familia, por su hija y por los valientes soldados que los acompañaban tal vez a su muerte.
Pero en ese momento lo único que importaba era demostrar que el Imperio Feng, a pesar de sus años en el poder lucharían por el pueblo, por su libertad e independencia.
Los cielos se nublaron y el viento empezó a soplar suavemente, como si supiera el calor que sentían los hombres que viajaban. Como si les estuviera dando esperanzas de que todo saldría bien o dándoles la oportunidad de sentir la libertad por última vez.
Un ejército decidido a luchar y combatir contra extrajeros que quisieran usurpar su imperio.
Un ejército dispuesto a derramar sangre por la libertad y protección de un imperio.
Una sombra surcó en lo más alto de los cielos, un canto se escuchó, pero el ejército y el emperador Feng estaban tan ocupados pensando en la posibilidad de ganar esa batalla que no lo escucharon. Solo una pequeña que cabalgaba en última fila, más atrás de su abuelo lo vio y lo escuchó. Una pequeña sonrisa adornó su rostro. La guerra estaba destinada a ser ganada por ellos sin duda alguna.
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Un capítulo más y una disculpa por no actualizar seguido. Espero que lean esta historia y por supuesto que les guste.
Dejen sus lindos comentarios y un me gusta.
💜🐨