Luego de una decepción amorosa Lila viaja a Londres buscando la contención de su padre pero en el camino encuentra algo más que solo amor y contención familia. Una nueva historia da comienzo en medio de toda su crisis sentimental.
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capítulo 4
Luego de ingresar a la casa, una señora bajó las escaleras. Se acercó a mí con delicadeza, tomó mi mano y dijo:
—Tú debes ser Lila... Es un gusto por fin conocerte.
La miré, algo confundida, pero aun así la saludé amablemente.
—Gracias...
—Ay, perdón, querida. Mi nombre es Elena.
Sonreí, sin saber muy bien qué decir. Fue entonces cuando mi padre se soltó de mi lado, se acercó a la mujer, la rodeó con los brazos y agregó:
—Lila, ella es mi esposa.
Mi mirada se congeló por un instante, pero aun así respondí:
—Me alegro por ti, papá. Los felicito a ambos. Sé que no tengo derecho a decir esto, pero espero que la cuides bien. Mi padre se merece lo mejor en este mundo.
Vi cómo la señora me sonreía amablemente, pero pronto, Vladímir salió de detrás de mí, se acercó a la mujer, la besó en la mejilla y dijo:
—Mi madre también merece lo mejor.
Lo miré con sorpresa. Nuestros padres sonrieron al vernos cruzar indirectas.
—Basta, Vlad... Sabes que Sergei es un buen hombre. —Elena suspiró—. Llevo cinco años casada y él aún no se hace a la idea. Pero bueno, mejor pasemos a la mesa. El desayuno ya debe estar listo.
Sin decir nada más, papá me guió hasta el comedor. Al sentarnos en la gran mesa, noté que habían puesto un plato de más.
—¿Vendrá alguien más?
—Sí... Tu hermano está por llegar. Él sale a esta hora del club —respondió papá. Luego me miró de reojo y agregó—: No sé qué pasó entre ustedes, pero deben arreglarlo. Ahora que estás aquí, no quiero que volvamos a distanciarnos.
No dije nada más. Había otras personas en la mesa, y ese era un tema delicado. Arreglar mi relación con Dimitri... era pedirle demasiado al destino. Él tenía una opinión formada sobre mí y sobre lo que hacía. Si lo dejaba entrar de nuevo en mi vida, sabía que iba a volverme loca. Siempre fue el más parecido a mamá: sobreprotector hasta el extremo.
Durante el desayuno, Elena intentó iniciar conversación:
—Y dime, Lila... ¿Cuánto tiempo planeas quedarte aquí?
—Solo por esta noche...
Mi padre dejó sus cubiertos sobre el plato, llamando la atención de todos.
—Lo siento, papá, pero creo que no fue buena idea venir. En cuanto aterricé me di cuenta de que mis problemas me siguieron, y no quiero causarte inconvenientes... a ustedes. Lo mejor será que primero organice mis asuntos, y luego, si todo está bien, podré volver a visitarlos.
Vladímir me observó con atención, como estudiando mis palabras, y su madre hizo lo mismo, aunque de forma más disimulada.
—Pero... creí que te quedarías unos días. Llevamos años sin vernos...
—Sí, lo sé. Pero como acabo de decir, mis problemas no se quedaron atrás. Necesito solucionarlos antes de que mi carrera se vea afectada.
—Sabes que no necesitas preocuparte por eso. Tu lugar está en la empresa, y si necesitas trabajo, yo puedo darte...
—No. Ya hablamos de esto —lo interrumpí—. No quiero pasar el poco tiempo que esté aquí discutiendo. Sabes cuál es mi postura sobre tus negocios.
Mi padre iba a replicar cuando, de pronto, se abrió la puerta y apareció Dimitri, quien se unió a la conversación:
—Y tú debes entender que, si no es ahora, será más adelante, pero tendrás que hacerte cargo del papel que juegas en esta familia.
—Dimitri —advirtió papá con tono de reproche.
—No, papá. Ella lo tiene que entender.
Me levanté de la mesa sin haber tocado mi plato.
—Lo siento, creo que perdí el apetito.
Estaba a punto de marcharme cuando Elena intervino con firmeza:
—¡Alto ahí! Lila, siéntate.
Volteé a verla. Su rostro fruncido me generó un extraño respeto, y cuando mi padre me miró en señal de advertencia, obedecí y me senté. Luego ella miró a Dimitri.
—Tú también siéntate. Y ya no molestes a tu hermana. Ahora, ¿será posible que los cinco comamos tranquilos y en armonía?
—Sí, cariño —dijo papá.
—Por mí no hay problema, mamá —añadió Vladímir.
Dimitri, con el rostro aún enojado, también tomó asiento.
—Lo siento, Elena. Ya no hablaré.
Todos me miraban. Asentí, y sin decir más, bebí mi café en silencio.
Cuando terminamos, me levanté y caminé hacia el patio. Encendí un cigarrillo mientras admiraba la naturaleza. Sentí la presencia de mi hermano detrás de mí.
—¿Qué quieres? ¿Vienes a decirme “te lo dije”?
—¿En verdad piensas que te odio?
—Pues si me quieres, lo demuestras de una forma muy extraña.
—¿Podemos hablar sin pelear? Lila, sabes que como tu hermano mayor solo quiero tu felicidad.
—Claro, eso dices... pero luego haces todo lo posible por provocarme infelicidad.
—Eso no es así...
—Apareciste el día de mi debut como modelo y te robaste mis prendas.
—Tenías quince años y querías modelar frente a un montón de sujetos en bikini. ¡Y eso es por decir algo! Esos hilos no cubrían ni uno de tus dedos.
—En la escuela amenazaste a todos los chicos para que no se acercaran a mí.
—Ninguno de ellos te merecía. Además, eras muy pequeña para pensar en novios.
—Cuando papá y mamá se separaron, tú te fuiste con él y me dejaste sola con mamá.
—Tú la elegiste a ella...
—No, tú elegiste a uno. A mí no me quedó más opción que quedarme con mamá. Casi muere luego de que te fuiste. Se obsesionó tanto conmigo, con el miedo de que también la abandonara, que me obligó a elegir entre ella y papá. Me prohibió verlo, hablarle... incluso saber de él. ¿Sabes lo que es vivir con el miedo constante de que, si no hacía lo que me pedía, podía volver a caer en la bebida?
—Eso... yo no lo sabía.
—Porque te fuiste sin mirar atrás. Ella también era tu madre. No solo la dejaste a ella... también me abandonaste a mí. Por años estuve sola. Y jamás entendí por qué.
—Fue porque ella engañó a papá. Yo lo descubrí. Me hizo prometer que no se lo diría. Me dijo que había sido algo pasajero, que no volvería a pasar. Quise creerle... pero luego, un día, llegué más temprano a casa y la volví a encontrar con ese hombre. Esa noche se lo dije a papá. Ella me volvió cómplice de su engaño, y eso jamás se lo voy a perdonar.
Dimitri bajó la mirada, con un gesto de dolor. Respiró hondo.
—Yo también lo sabía —confesé—. Le dije que si no se lo decía, lo haría yo. No pude seguir callando ese secreto. Esa noche, se lo conté a papá. Estaba bebiendo solo en su oficina. Creo que ya lo sabía, tal vez tú se lo dijiste antes, o simplemente lo había descubierto por su cuenta. Mamá no era perfecta... pero papá tampoco lo es.
—Por lo menos él no destruyó nuestra familia.
—En eso tienes razón. Con Elena parece feliz. Se lo ve rejuvenecido. Tal vez su felicidad no estaba con mamá. Ella, por su parte, está pagando por lo que hizo.
—¿Por qué decidiste venir aquí y no refugiarte con ella?
—Porque cree que no encontraré mejor partido que Erick. Dice que un desliz lo tiene cualquiera.
Dimitri frunció el ceño.
—Sí, ni lo digas, está loca. Pero es mi madre, y así y todo, la amo. Hoy peleamos como hacía años no lo hacíamos. Estoy muy preocupada por ella.
—No se merece tu preocupación...
—No hables mal de mi madre. Tú no la conoces como yo. Tiene muchas fallas, pero siempre estuvo para mí. En mis días buenos y en los malos. Esta vez decidí no contar con ella porque sé lo que piensa: que el amor no existe, que la fidelidad está sobrevalorada y que el matrimonio es solo un papel para definir cuánto te toca en un divorcio.
—¿Vaya? ¿Y esa es la madre que defiendes?
—Sí... no es perfecta, ya te lo dije. Pero gracias a ella llegué a donde estoy. Podemos estar en desacuerdo con muchas cosas, pero sé cuánto me ama.
De pronto recordé la llamada de esa mañana. Saqué mi celular.
—Espera, necesito decirle algo...
Marqué su número. Apenas atendió, dijo:
—Lila, ¿estás en camino?
—No, mamá. Estoy con papá.
Silencio. Luego agregué:
—Volveré en un par de días. Solo quería avisarte, para que no te preocuparas.
—¿Pero vas a volver?
—Sí. Cuando me calme un poco. Toda esta situación me sobrepasó y necesito un momento de tranquilidad.
—Muy bien. Voy a estar esperándote, hija. Yo... lo siento. Sé que mi actitud no fue la mejor. Solo quiero que sepas que siempre voy a estar para apoyarte en lo que decidas.
—Gracias, mamá. Hablamos luego.
—Está bien... Envíale un beso a tu hermano de mi parte.
El volumen del teléfono era alto, así que Dimitri escuchó todo. Lo miré y, al notar que le había afectado, dije:
—Le diré, mamá. Te amo.
—Yo también, hija. Estamos hablando.
Al cortar, volví a mirar a mi hermano.
—Lo siento. Necesitaba hablar con ella. Odio estar peleada con mamá. Te envía saludos...
—Pude escucharla.
—Deberías llamarla. Está loca, es toda una perra cuando se lo propone, pero... si hay algo de lo que no tengo dudas es que esa mujer nos ama más que a nada.
—Sí, bueno... permíteme dudarlo. —Apago el cigarrillo y, al volver la mirada hacia el interior de la casa, veo a Elena y a papá observándonos. Entonces añado:
—Voy adentro, necesito hablar con papá.
—Está bien... solo quería decirte que lo siento. No sabía por lo que estabas pasando. Debí pensar en ti, y solo...
—No fue solo tu culpa, Dimitri. Yo tampoco hice nada por acercarme a ti. También lo siento. Pero, aun así, creo que nuestra relación está bien así como está. —Veo cómo su expresión se ensombrece con mis palabras, así que agrego con suavidad:
—Sé que estás enojado con ella, pero de los dos, tú eres quien más se parece a mamá. Eres controlador, obsesivo, gruñón... y tienes ese don para hacer daño, incluso sin querer. Ya tengo suficiente con madre. No quiero sonar cruel, pero así estamos bien.
dañó a su familia por un desliz que ni siquiera fue seguro.
Su madre se merecía eso por dañar todo.
Pero Lila no
Básicamente ellos dañaron la relación de sus hijos.
TODO.
Ella traicionó a su familia, y luego hizo escoger a sus hijos, más que nada el hecho de que el otro se enteró de la peor forma, no fue capaz de nada.
le segunda el padre al no ser fuerte y dejarla a tiempo, que dañó a sus hijos.
y para colmo ella se descarga con su hermano que no tiene culpa, no es obligación querer hablar con su madre
Que fastidio cuando dices algo y no cumplen, yo me largaba de ahí 🙄🙄
dos hermanos y ahora con quién. dioooooos que dilema