Luz y oscuridad reunidos por primera vez.
Somos dos almas unidas por un mismo anhelo: el poder.
Un deseo que desató un "amor" que nos condenó hasta el final.
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Capitulo 3: Sabor a sangre
Mis pequeñas serpientes lo envolvieron, casi cubriéndolo por completo.
—M@ldit@ zorr@. —empezó a maldecirme con furor.
Pero más irritada por sus despectivas palabras no me podía sentir.
Estaba concentrada; pensado en encontrar una solución antes que todo se saliera de control.
—¡P-Pagaras por esto! —pronunció con la voz temblorosa.
—Fue tu culpa por confiarte con ese enorme mazo que al final no sirvió nada. Si huyes, puedes que mis hermosas serpientes te dejen paz.
Decir eso fue una patética mentira, no podía dejarle saber que no tenía el control sobre ellas. Si él no tenía ni la mínima intención de huir, entonces sería cuestión de segundos para que su cuerpo se esfumara en un parpadeo.
Pude ver en su rostro como se contorsionaba al perder su fuerza.
—Todo por ese humano. —masculló con desdén.
Al siguiente segundo, conjuro un hechizo, una especie de espuma negra se formó a su alrededor y entonces, las serpientes cayeron al suelo y él desapareció.
‹Creía que su orgullo, no lo dejaría huir.›
—Uff. Qué agotador… —musité.
Las serpientes también se esfumaron lentamente.
‹Aun me falta mucho para domarlas, si no lo hago, me harán perder mucha energía.›
Con el demonio fuera de mi vista, agarré al humano y me dirigí a mi escondite secreto.
…
Ya en el escondite (una pequeña choza a mitad de un bosque) dejé al chico en el piso para poder quitarle primero la ropa mojada.
También me quité el abrigo que pesaba por lo mojado que estaba.
Su respiración era aún más débil que cuando lo encontré.
Honestamente desconocía que método usar para poder estabilizarlo.
Mientras pensaba en ello, me dispuse a quitarle la ropa.
Su cuerpo se sentía helado y note sutilmente los hematomas de su cuerpo.
Ya una vez estando totalmente desnudo, cerré mis ojos para no ver su parte íntima y lo cubrí con una sabana.
Lo acosté en la cama; limpié la sangre de su cara, lo más que pude ya que tenía pequeñas fisuras en las cejas y labios.
Entonces, proseguí cubriéndolo con otra sábana más, ya que siendo un humano su temperatura corporal era baja.
‹¿Ahora qué hago primero?›
No tenía la mínima intención de llevarlo a un hospital.
¿Por qué haría eso?
No sentía pena ni lástima, solo la gran intriga que me causó al no poder absorber el abismo de emociones que él cargaba.
Di un gran suspiro.
Primero me cambié de ropa para estar más cómoda.
Cheque su pulso, no era una experta pero sentí que él no aguantaría otra hora más con vida.
‹¿Y si lo dejo morir?›, me pregunté.
Después de todo no tenía la obligación de dejarlo vivir aunque por él había peleado con otro demonio.
Suspiré frustrada.
Indecisa por mis pensamientos, use mis poderes para primero tratar las heridas superficiales de sus brazos y cara.
Al menos logré que dejará de sangrar.
Luego, busqué un par de vendas; vende sus brazos al igual que su rostro.
Él estaba tan liviano como una pluma.
Tenía un cuerpo delgado y una tez pálida.
Lo que me llamo la atención fue que su clavícula se veía renegrido.
‹Tal vez sea por los hematomas.›
Deseaba ver el color de sus orbes pero sus ojos estaban completamente hinchados.
Suspiré.
‹Si no hago algo pronto para estabilizar su respiración, él morirá.›
Medité muy bien lo que tenía que hacer para salvarlo; la única forma en la que podía hacerlo era “trasplantarle” una de mis serpientes sanadoras.
Él proceso era sencillo: introducir vía oral la serpiente que saldría directamente de mi interior (en pocas palabras de mi boca.)
Así de sencillo el procedimiento pero algo complicado para mí ya que sería la primera vez en intentarlo.
No podía agarrar la serpiente con mis manos y meterlo en su boca, ya que perdería eficacia.
Solo era traspasarlo y ya.
‹¿Por qué lo estoy pensando tanto?›
Incluso la idea de hacerlo me puso de nervios y no era normal para mí.
“¡Soy una demonio! No puedo temer a nada”, grité internamente.
Mi mente se llenó de pensamientos locos mientras el humano estaba perdiendo fuerzas.
El tiempo era crucial y debía actuar rápido.
‹Ok. Lo haré será rápido.›
Dejando de lado los estúpidos nervios, me subí encima de él para no sentirme incomoda al momento del proceso.
Con cierta cautela, abrí su boca.
El olor a sangre me invadió de inmediato.
‹Nuestros labios chocaran si me pongo más tensa.›
Respire hondo y profundo, acercándome más a su rostro herido.
El proceso empezó.
La serpiente viajó desde mi garganta hasta llegar a mi lengua.
Era resbaladiza y grande.
Ya con la boca abierta de él, expulse a la serpiente en su bucavidad.
‹Vamos, más rápido.›
Sin embargo, algo extraño paso.
Él empezó a convulsionar de una manera rara y de la nada sus brazos se alzaron; sus delgadas manos agarraron bruscamente mi cabeza.
Él me estrujaba con una fuerza sobrenatural.
Me sentí patética al no poder hacer nada.
Mis manos estaban ocupadas y la serpiente apenas se deslizaba en su interior.
Tuve que inclinar mi cabeza lo más que pude para que el proceso no fuera interrumpido.
‹¡C@rajos! me está partiendo de dolor.›
Nuestros labios se tocaron.
Literal, se sintió como si nos estuviéramos besando.
Rápidamente el sabor a sangre invadió mi interior y me hizo sentir repulsión, pero tuve que aguantar.
Él parecía querer alejarme pero estaba inconsciente así que me descolocó su actuar.
De un segundo a otro, él dejo de moverse y por fin la serpiente entro en él.
Con la respiración agitada me quite encima de él.
‹Que horrible. No imaginé que él reaccionaria de tal manera.›
Me tuve que sentar para que mi cuerpo dejara de temblar.
—Casi se sale de control… vaya que me tomo por sorpresa.
En verdad que mi cuerpo no dejó de temblar, sin dejar de lado que mis mejillas dolían por su fuerte agarré.
‹Creí que me arrancaría la cabeza.›
Di una gran bocanada de aire.
Dejé que los minutos transcurrieran hasta que mi cuerpo se tranquilizó.
Entonces me levanté y fui a revisar como se encontraba él.
Acomodé sus brazos y lo cubrí otra vez.
Chequé su pulso para saber si se había estabilizado y en efecto así fue.
El humano recuperó la suficiente fuerza para respirar con normalidad.
—Casi me matas del susto. —susurré.
Me pregunté confundida porque él había reaccionado de esa manera; eso lo hizo más intrigante.
Gracias por la comprensión ❤️