Luigui Cardona hijo adoptivo de Cardona el encargado de la mafia Italiana.
Enamorado de Emma Greco Alvarez una de las hijas menores de Giacomo Greco y Soledad Alvarez .
Emma es la menor de las trillizas y es la última de los hijos de esta familia .
Es la más parecida en la forma de ser a Soledad pero tiene la fuerza , fortaleza de Giacomo.
Enamorada de Luigui en la cual le declara su amor a él siendo rechazada , eso le rompe el corazón a la pequeña Emma , pero no le impide después de cinco años aprovechar la situación y obligarlo a casarse con él así cumpliendo las palabras que le dijo ese día.
Luigui aceptará ese gran amor que siente por Emma desde el primer día en que la conoció .
NovelToon tiene autorización de Mar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO 11
Emma tomó el teléfono de la oficina con manos temblorosas. Su corazón latía con fuerza mientras marcaba el número de su contacto en Cancún. Sabía que lo que estaba a punto de hacer era arriesgado, pero no tenía opción. No podía permitir que Luigui terminara en la cárcel por algo que no había hecho.
El tono sonó una, dos veces y finalmente la llamada fue contestada.
—Hola —saludó una voz femenina del otro lado de la línea.
Emma tragó saliva antes de responder.
—Hola. ¿Cómo va todo? —preguntó, tratando de que su voz no revelara la ansiedad que la carcomía por dentro.
—Tengo todas las pruebas en mis manos, Emma. Son los papeles originales. Saqué copias y se las dejé a ese par. No se han dado cuenta y ni lo harán —exclamó la voz al otro lado de la línea.
Emma sintió un leve alivio al escuchar eso, pero no podía relajarse todavía.
—¿Tienes todo organizado?
—Sí, Emma, todo está en una carpeta. Si quieres, te lo envío por encomienda o por correo electrónico, tú decides —dijo su contacto, mirando la carpeta que sostenía en sus manos con orgullo y victoria.
—No envíes nada por correo electrónico. Si alguien investiga, podrían rastrear la información y no quiero correr ese riesgo. Por encomienda tampoco es seguro. Pueden interceptar los papeles y desaparecer todas las pruebas.
—Emma, eres paranoica.
—No lo soy. Solo soy precavida. No podemos perder esos documentos. No puedo dejar que Luigui se quede en la cárcel por culpa de unos ladrones.
—Entonces, ¿qué pretendes hacer?
Emma suspiró, pasó una mano por su cabello y cerró los ojos un momento antes de responder.
—Voy a mandar a Rebeca por ellos a Cancún. Solo confío en ella y en ti por ahora.
— De lógica tiene que confiar en mí, ¿no? Compartimos sangre, boba paranoica —bromeó la voz al otro lado de la línea, soltando una carcajada.
Emma sonrió apenas. Sabía que la estaban molestando, pero no tenía tiempo para discutir.
—Entiende que no puedo fallar. La abuela Franchesca y Cardona ya se enteraron. En pocas palabras, confían en mí, pero no van a permitir que Luigui se quede mucho tiempo en la cárcel. Si eso pasa… me matan a mí.
Hubo un breve silencio antes de que su contacto respondiera.
—Ok, te entiendo. La abuela me mandó a Cancún por castigo, así que no se puede fallar. Ya conozco sus órdenes y por algo, es la reina de la familia.
—Y la mayor —dijo Emma con una sonrisa antes de colgar la llamada.
De inmediato marcó el número de Rebeca. No podía perder tiempo.
—¿Qué quieres, Emma? Estoy ocupada.
—Necesito que vayas a Cancún.
—¿A Cancún? ¿Por qué?
—No puedo explicarte por teléfono, pero es importante. Debes recoger unos documentos y traerlos de vuelta.
—Emma, no soy tu mensajera.
—Lo sé, pero eres la única en quien confío para todo esto.
—No.
—Sí.
—No, Emma.
—Sí, Rebeca, sí. Escucha, si no vas, le diré a Josephe que estás loquita de amor por él.
Rebeca se quedó en silencio.
—Eres una maldita —susurró con furia contenida.
Emma sonrió con satisfacción.
—Lo sé. ¿Entonces, vas o no?
—Voy —gruñó Rebeca.
—Bien. Te enviaré los detalles en cuanto llegues al aeropuerto.
—No puedo creer que mi propia hermana me haya amenazado con algo así —murmuró Rebeca mientras hacía su maleta apresuradamente—. Emma Greco, eres peor que papá.
Horas después, Rebeca estaba en el avión rumbo a Cancún. Miró por la ventana, sintiéndose un poco inquieta. No sabía exactamente en qué se estaba metiendo, pero confiaba en su hermana.
Mientras tanto, en la oficina de Emma, ella revisaba una y otra vez la información que tenía sobre el caso de Luigui. No podía fallar. Tenía que demostrar que todo había sido una trampa.
El teléfono sonó. Era Cardona.
—Emma, ¿cómo va el asunto?
—Estoy en ello.
—No me hagas perder la paciencia. No podemos permitirnos errores.
—Lo sé.
—Más te vale —dijo Cardona antes de cortar la llamada.
Emma sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que estaba jugando con fuego pero, por el amor a Luigui estaba dispuesta a todo.
Rebeca aterrizó en Cancún al anochecer. Apenas bajó del avión, revisó su teléfono. Había un mensaje de Emma con la dirección a la que debía ir.
—Bueno, manos a la obra —suspiró antes de tomar un taxi.
Cuando llegó al punto de encuentro, vio a una mujer esperándola.
—¿Eres el contacto de Emma? —preguntó con cautela y sin poder creer que era ella.
La mujer asintió y le entregó la carpeta.
—Todo está aquí. Dile a Emma que tenga cuidado. Hay gente que no quiere que esto salga a la luz.
—Lo haré —dijo Rebeca, sintiendo un escalofrío.
Se dio la vuelta y caminó rápidamente hasta su taxi. No podía perder tiempo.
En la oficina de Emma, el ambiente estaba tenso. Sabía que Rebeca estaba en camino de vuelta, pero hasta que no tuviera esos documentos en sus manos, no podía relajarse.
El teléfono sonó nuevamente. Esta vez, era Franchesca.
—Emma…
—Abuela Franchesca, ¿cómo estás?
—No sé qué estás haciendo, pero ten cuidado. No quiero que te metas en problemas por tener a Luigui a tus pies.
—No te preocupes por eso. Voy a estar bien con todo abuela , gracias ...
—Emma…
—Confía en mí.
Franchesca suspiró al otro lado de la línea.
—Siempre confío en ti.
Emma sintió un nudo en la garganta. No podía fallarle.
Al día siguiente, Rebeca llegó a la oficina de Emma con la carpeta en sus manos.
—Aquí está —dijo, dejándola sobre el escritorio—. Ahora dime qué demonios está pasando.
Emma abrió la carpeta y revisó los documentos con atención. Eran exactamente lo que necesitaba.
—Estás metida en algo grande, ¿verdad?
Emma levantó la mirada.
—Sí.
Rebeca suspiró.
—Si necesitas ayuda, dime.
Emma sonrió.
—Siempre necesito tu ayuda.
Rebeca rodó los ojos.
—Bien, pero me debes una.
—Lo sé.
—¿Y sabes qué más?
—¿Qué?
—Sigues siendo peor que papá.
Emma rió por primera vez en días.
Ahora, con las pruebas en sus manos, estaba lista para salvar a Luigui en el momento perfecto.
Y nadie iba a detenerla...
Continuara...
Gracias 😌 querida escritora por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️