Nada Es Para Siempre

La mirada atroz de Giovanni frente a la puerta abierta, provocó que Katrina diera un santo brincó del susto, aunque ella estaba llena de dolor, quería gritar el dolor atorado en su pecho, dejaba un hueco doloroso.— Kat…

Ella seguía tratando de guardar sus lágrimas, no podía mostrar debilidad delante de alguien que no hizo más que romperla en mil pedazos.— Giovanni, lo siento pero Anthony ya está listo, ve a verlo cuando tengas tiempo, no olvides a tu hijo.— Ella arrastro la maleta, Anthony miró con enojo a su padre, pareciera que el mundo de Katrina se derrumbaba en millones de microcélulas y se expandía por doquier.

Las piernas fallaban pero no era momento de flaquear, ella salió de la casa que por 16 años fue de ella con la frente en alto.— Mamá, llora saca ese dolor que tantos años guardaste, yo estaré a tu lado hasta que te sientas libre de esta condena.

Anthony abrazó a su madre en el asiento trasero, Katrina sonrió con tristeza, sin darse cuenta sus ojos se nublaron y sus lágrimas comenzaron a caer, — Lo… Lo siento hijo…— Ella decía en medio de sus amargas lágrimas, su voz completamente quebrada y sus lágrimas corrían como un río desbocado.

— al penthouse joven?

El chófer subió y Anthony asintió, — Sí,Marcus y desde ahora tendrás que venir con nosotros, mi madre y yo estaremos viviendo allá, no quiero que ella se esfuerce con lo de su embarazo…— finalizó él con seriedad.

— Como ordene joven, no olvides que mañana tendrá quimioterapias a las 11 y pasaré a buscarlo.

Katrina se quedó dormida en el hombro de su hijo, era su calmante y este se sentía diferente, no tenía miedo a la muerte, pero sí temía dejar sola a su madre, tenía que ser fuerte, — Mami, ya llegamos.

Katrina sentía que sus ojos se cerraban, estaba cansada, venía ocultando todo hasta hoy, — ¿Dormí mucho?

Su hijo sonrió negando con la cabeza — lo suficiente mamita, vamos a descansar mañana será un largo día.

Ambos bajaron del auto, el chófer cargó las maletas y dejó en la puerta, — Marcus lo espero mañana 5:30, desde ahora tendrás un apartamento en el primer pisó, para estar a nuestra disposición, no tienes que pagar nada.

Marcus asintió — muchas gracias, señora.

Abrieron la puerta y salió el encargado, Lucas un señor de 60 años aproximadamente, cabello blanqui siento, — mi señora, que placer tenerla aquí.

Katrina trató de sonreír, su rostro estaba rosado e hinchado de llorar,— Lucas, que bueno verlo, estaré por un buen tiempo por aquí con mi hijo, le pido y entregue las llaves del apartamento del primer piso para Marcus.

El hombre sonrió, — que bueno tendré vecino, últimamente está aburrido aquí, ustedes darán un brillo especial.

Anthony siguió por el pasillo hasta el elevador, presionando el botón, mientras Katrina agradeció al hombre, — Bueno tendrás vecino y también a nosotros Lucas, que tengas buenas noches.

TIN … las puertas del elevador se abrieron.

Anthony ayudó con las maletas a su madre.

— Mami, quiero que sepas que te amo, eres la mujer más valiente que he visto y te admiro. — abrazo a Katrina nada más bello que escuchar de su hijo las palabras mágicas.

Ella sonrió tratando de apaciguar sus lágrimas, — Mi amor mírame, tú eres lo mejor que me pasó, ahora tu hermano estoy seguro que seremos felices.

Esa noche ambos se sentaron a admirar la belleza de la ciudad, mientras que disfrutaban de una rica pasta, después de una cena cargada de carbohidratos, se cepillaron los dientes y fueron a descansar.

La mañana de Katrina como siempre agitada, se levantó con poco ánimo, muchas náuseas, para ella era algo normal. Esa mañana Katrina se puso algo diferente, formal pero no era llamativo, ella bajó las escaleras y fue directo a la cocina, Margaret ya la estaba esperando con un jugo y frutas.

— Buenos días mi niña, perdón por entrar tan temprano, pero no quería que fuera sin desayunar al trabajo, — Katrina con las lágrimas apunto de salir agradeció la lealtad de Margaret en sí interior.

Sonrió levemente y abrazó a la mujer,— Gracias, no pensé que fueras a venir, pero no tienes idea de cuánta felicidad me das.

Katrina se separó, para poder disfrutar de las frutas y él jugó en la isla de la cocina — Espero te guste mi niña, debes alimentarte, no importa cuanto te duela esta separación, tú mereces lo mejor y estoy segura que va doler, pero estarás bien.

Las palabras de Margaret, llegaron a lo profundo de Katrina, ella comía frutas con el nudo en la garganta, sin darse cuenta su rostro estaba empapado de lágrimas. — ¿ Qué tal te trató ella?

Margaret soltó un suspiro cargado de tristeza, — es una bruja, esa mujer será el karma de mi niño, tantos años te hizo sufrir.

Katrina sonrió con tristeza, le dolía su pecho, ella trató de mantener la cordura, pero tenía una lucha interna,— lamentable uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierdes. — corrió sus lágrimas con el dorso de sus manos, terminó el jugo y se puso de pie.— ve a descansar un rayo Margaret, Anthony se despierta a las 9.

Margaret sonrió, viendo como Katrina salió del penthouse, ya en la entrada se encontraba Marcus, ella llevaba el portátil de un lado y su bolsa en la otra mano, estaba ligeramente pálida, pero caminaba con firmeza, — Señora Katrina, la admiro…— dijo éste y ella lo miró entreabriendo sus labios.

— Hay Marcus, no sabes las ganas de tirarme en la cama y llorar, pero mis hijos son importantes para mí, no haría nada para verlos mal, debo ser fuerte.

Marcus asintió abriendo la puerta del auto,— Señora Katrina, la dejó en el hospital y regresó para ayudar a Margaret con sus cosas.

Katrina llevó la mano a sus labios — Mm, Margaret pobre, ya trajo todo tan temprano!?

Marcus frunció el ceño — ¿ Ella llegó a las 2 a.m no le dijo?

Katrina bajó la laptop y prestó atención a lo que decía, — ¿No, qué pasó Marcus?

— La mujer estaba loca, porque el señor Giovanni la dejó sola y comenzó a tirar todo, Margaret preparó todo lo que ella tiró y me llamó, estaba fuera de sí.

Katrina no podía creer que estaba asombrada, al final la alegría le duró tan poco. — Me imagino que Giovanni llegó?

Marcus negó con la cabeza — Margaret estaba afuera con las maletas, la mujer le echó como perro.

Katrina apretó sus puños sintiendo una impotencia. — ¿ Qué? Dios Marcus…

Mientras que ellos se ponían al día, en la villa Giovanni llegó y fue directamente a la habitación de Katrina, se recostó en la cama y cerró los ojos,— Pensé que era lo mejor, pero me siento vacío…— sus palabras quedaron atorada en su garganta y por primera vez en tantos años una lágrima deslizó por el rabillo de sus ojos.

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