En la bulliciosa ciudad decorada con luces festivas y el aroma de la temporada navideña, Jasón Carter, un exitoso empresario de publicidad, lucha por equilibrar su trabajo y la crianza de su hija pequeña, Emma, tras la reciente muerte de su esposa. Cuando Abby, una joven huérfana que trabaja como limpiadora en el edificio donde se encuentra la empresa, entra en sus vidas, su presencia transforma todo, dándoles a padre e hija una nueva perspectiva en medio de las vísperas navideñas.
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La verdad no dicha
El aire en la oficina de Jasón era denso, cargado de expectativas y de silencios que decían más que mil palabras. En el exterior los copos de nieve seguían cayendo, envolviendo la ciudad en su abrazo gélido, pero dentro del edificio, el tiempo parecía haberse detenido. Emma, envuelta en su inocencia, no había notado la tensión entre los adultos y, así como había llegado, se marchó a mirar cómo caía la nieve desde la entrada del lugar.
Jasón respiró hondo, sintiéndose atrapado entre el deseo de confesar lo que llevaba tiempo guardando y el miedo a que la verdad pudiera cambiarlo todo. Los ojos de Abby estaban fijos en los suyos, buscando respuestas, tal vez esperando que él hablara primero. Había algo en el ambiente que lo empujaba a no callar, a no postergar más lo inevitable. Su pecho se sentía como un tambor al borde de romperse, y el silencio era casi ensordecedor.
—Abby, esto es difícil para mí, pero creo que es hora de decirlo—dijo finalmente, su voz sonaba casi como un susurro.
Ella asintió, aunque su nerviosismo era evidente en la forma en que se mordía el labio inferior. Sentía como si el tiempo se hubiera ralentizado, cada segundo pesando más que el anterior. ¿Qué iba a decirle Jasón? ¿Por qué su mirada era tan intensa, tan llena de emoción? Abby se obligó a mantener la calma, pero su corazón latía desbocado, y una mezcla de temor y expectativa se apoderaba de ella.
Jasón pasó una mano por su cabello, tratando de reunir el valor que le faltaba. Era un hombre acostumbrado a enfrentar situaciones difíciles en los negocios, pero esto era distinto. Aquí estaba poniendo en juego su vulnerabilidad, su corazón.
—Desde que te conocí, algo cambió. No fue algo que buscara, pero ahí está. La forma en que te preocupas por Emma, tu manera de hacer que todo parezca menos pesado... Me has ayudado a redescubrir la felicidad que pensé que había perdido para siempre.
Abby sintió que sus rodillas temblaban. Nunca había esperado escuchar algo así de él, y aunque en el fondo lo había deseado, ahora que estaba sucediendo, se sentía completamente expuesta. Unas lágrimas de emoción se asomaron a sus ojos, y levantó una mano para apartarse un mechón de cabello que había caído sobre su frente.
—Mira, Jasón... mi vida también ha cambiado. Desde que Emma y yo empezamos a pasar tiempo juntas, algo en mi corazón cambió. Pero también tengo miedo. El pasado... y lo que esto significaría para todos—admitió, con su voz temblando ligeramente. Había tanto que no había compartido con él, tantas cicatrices que aún cargaba, y la idea de abrirse por completo la aterrorizaba.
Él se acercó un poco más, de forma que su respiración se fundió con la de ella. El espacio entre ellos se sentía como un universo entero, uno que había estado esperando a ser descubierto. Sus ojos no se apartaron de los de Abby, como si quisiera que ella entendiera la profundidad de sus palabras, la sinceridad que había detrás de ellas.
—No te pido que tomes una decisión ahora. Solo quiero que sepas que estoy aquí, dispuesto a enfrentar lo que venga, porque desde que comencé a pasar tiempo contigo, cada momento ha valido la pena.
El corazón de la muchacha latía con tanta fuerza que temió que Jasón pudiera oírlo. Había algo en su voz, en la forma en que sus palabras la envolvían, que la hacía sentir segura y vulnerable al mismo tiempo. ¿Podría realmente dejar atrás sus miedos y arriesgarse a algo que parecía tan prometedor, tan lleno de esperanza?
Un silencio largo y profundo se instaló entre ellos, y por un instante, el mundo exterior pareció desvanecerse. La nieve seguía cayendo, y las luces de la ciudad parpadeaban, como si celebraran la valentía de dos corazones dispuestos a arriesgarlo todo. Abby levantó la vista y, por primera vez, vio en los ojos del hombre frente a ella una promesa sincera. No importaba qué dificultades trajera el futuro; lo que sentía en ese momento valía más que cualquier temor.
—Vamos a descubrirlo juntos—dijo ella finalmente, y por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa genuina iluminó su rostro. Sentía como si un peso enorme hubiera sido levantado de sus hombros, como si el simple hecho de decir esas palabras hubiera roto las cadenas que la mantenían atada a su pasado.
El viento fuera de la oficina trajo consigo un nuevo copo de nieve, un pequeño y brillante recordatorio de que, a veces, el invierno puede ser la temporada de los comienzos más hermosos. Jasón, con una mezcla de alivio y alegría, extendió una mano hacia Abby, y ella la tomó sin dudar. Era un gesto simple, pero estaba cargado de significado. Ambos sabían que el camino por delante no sería fácil, pero también sabían que no estarían solos.
Emma, ajena a la profundidad del momento que acababa de ocurrir, volvió corriendo hacia ellos con las mejillas sonrojadas por el frío y los ojos llenos de emoción.
—Papá, Abby, ¡la nieve está más hermosa que nunca! ¿Podemos salir a jugar después?—preguntó, su sonrisa era tan brillante como el paisaje invernal.
Jasón y Abby intercambiaron una mirada y rieron suavemente. Había algo en la inocencia de Emma que hacía que todo pareciera posible, que les recordaba que, a pesar de las complicaciones, la vida siempre tenía momentos de pura alegría que valían la pena.
—Claro que sí, princesa—respondió Jasón, acariciando el cabello de su hija. Miró a Abby y añadió con una sonrisa:— Pero esta vez, Abby tiene que quedarse a cenar con nosotros, ¿verdad?
Abby sonrió, sintiendo su corazón mucho más ligero de lo que había estado en años.
—Eso suena perfecto—dijo, dejando que el calor de la esperanza la envolviera.
La nieve continuaba cayendo, cubriendo la ciudad con su blanca promesa, mientras dentro de la oficina, tres corazones se preparaban para un futuro que, aunque incierto, estaba lleno de posibilidades y sueños compartidos.