Una mujer despierta luego de estar en coma algunos días.
Sin recuerdos...
Sin saber quien es...
Edad y nombre no es algo que figura en sus recuerdos, ya que parece, los ha perdido todos.
Sin embargo, un hombre aparece delante de ella para recordarle que se llama Alma Rizzo, y que ambos, están casados desde hace cuatro años.
Él le promete ayudarla a recordar todo su pasado para poder encaminar su vida de nuevo.
Algo que a Alma, le parece irreal.
Sobre todo porque cuanto más aprende de si misma, más le aterra descubrir que tal vez no es la mujer que esperaba ser.
Ahora, componer su vida será su misión...
Cosa que no será sencilla cuando se tiene limitado los recuerdos y no sabes si convives con amigos o enemigos.
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Capítulo 8
Habían pasado dos semanas desde que Alma había asistido al evento de caridad de los Conte.
Se había tomado todo ese tiempo para poder leer algunos archivos y aprender algo sobre su empresa mientras Valentín aun se encargaba de Queen, y aunque dijera que todo iba bien, los medios no decían lo mismo.
Varios contratos que eran de Queen habían sido movidos a King por los clientes quienes, consideraban que la empresa de los Rizzo no era la misma desde que la oji negra dejó el mando y las relaciones comerciales con los Conte.
—¿Y esa mueca?
Alma miro a Valentín quien leía unos documentos a su lado.
—No he tenido avances sobre mis recuerdos. Necesito recordar mi pasado, sino, no seré de ayuda para Queen.
Él la miró —Entiendo tu frustración... ¿Deseas ver a un médico?
—No. —negó —Necesito poder recordar aunque sea como me movía en la empresa, no puedo regresar si no tengo minino un plan de acción.
—Hablando de la empresa. —murmuró —Tu laptop tiene muchos archivos que son importantes para algunos trabajos. Se que no recuerdas nada, y tal vez la contraseña sea una de ellas, sin embargo, quiero mandar la computadora a un ingeniero en sistemas para que la desbloquee. ¿Puedo hacerlo?
—Claro.
—Bien, el lunes tendré al ingeniero aquí para que pueda verla.
—Me parece perfecto.
Valentín dejo el documento que tenia en mano sobre la mesita de noche a su lado.
—Deberías dormir, no te afanes con el periódico, te hará mal.
Suspirando, ella asintió.
—Si... Es que...
El peli café sonrió y le quito el periódico de las manos.
—Vamos a dormir, amor. ¿Si?
—Que descanses entonces... —Alma le da un beso en la mejilla a su esposo y se acuesta en la cama dándole la espalda —Dulces sueños.
Luego de su cita con la psicóloga, ella había regresado a su habitación junto a él, pero eso había sido todo, aún no se sentía lista para dar el paso a la intimidad y agradecía que Valentín no la presionara con eso.
El oji verde, para sorpresa de ella, le rodea de la cintura con su brazo y le deja un beso en el hombro —Descansa, amor.
—Ujum...
—¿Pasa algo? —la mira por encima de su hombro
Alma oculta su rostro entre las manos —¡N-nada!
—¿Estás sonrojada?
—¡N-no!
Él se levanta y aleja las manos de su rostro —Oh Almita, que linda te ves así.
—¡C-callate!
—Parece que un recuerdas como sonrojarte.
—Ya... Vamos a dormir.
Para su sorpresa, él la besa y el calor de su cuerpo la dejan indefensa.
La risita de él aparece cuando se aleja de aquel rostro enrojecido —Descansa amor.
—I-idiota.
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Era sábado y por lo general, Valentín se encargaba de algunos trabajos del despacho donde trabaja habitualmente.
Alma se dirigió a la cocina y no le sorprendió encontrarse con su nana.
—Buenos días Chiara.
—Buenos días mi niña, ¿Deseas desayunar? Valentín ya lo hizo, no te despertó tan temprano para que pudieras seguir descansando.
—¿Salió?
—Hasta ahora no.
Su esposo solo salía si tenía que hacerlo por ordenes del despacho.
—¿Ya tomó su café matutino?
La anciana negó. Su esposo tomaba té en las madrugadas que se levantaba y hasta las nueve o diez tomaba lo que el llamaba: su café matutino.
—Le llevaré un poco de café con algunos bocadillos.
Tomando una de las tazas favoritas de su esposo y unos pancakes que su nana había preparado, los colocó en una bandeja y se dirigió a la ofina que curiosamente era de ella, pero hasta ahora, no había entrado.
Estuvo a punto de tocar cuando la voz de su esposo se escuchaba claramente.
—No, te dije que no podía hablar cuando estoy en casa. Si es importante dímelo cuando nos veamos, tengo mucho trabajo y aun tengo que lograr que la la...
—¿Querida? Porqué no entras.
Alma casi tira su bandeja cuando su nana la sorprendió escuchando del otro lado. Incluso, la voz de Valentín se apagó súbitamente.
—Ah, creo que está ocupado y no quiero molestarle.
—Tonterías querida, deberías tocar.
Pero no hizo falta hacerlo, la puerta se abrió y el oji verde las miró a ambas.
—¿Qué sucede?
—Yo... —levantó la bandeja —No quería molestar.
Él sonrió y le deposito un beso en la frente.
—Me alegro que hayas despertado ya bella durmiente. Pasa... Después de todo, el espacio es tuyo.
—Yo informo que iré a comprar, en un rato regreso. —menciono la anciana antes de desaparecer por el pasillo
Alma siguió a su esposo y entró a la habitación.
—Es bella... Creo.
—¿Demasiado... Monocromática? —ella asintió —Habías dicho que necesitabas algo elegante y que trajera paz, así que colores crema en diferentes intensidades pediste usar.
—¿Realmente soy aburrida? —preguntó, dejando la bandeja en el escritorio
El peli café tomó su respectiva taza y sirvió un poco de aquel líquido negro.
—¿Esos libros son míos?
—Si
—Pero todos son de... Leyes y... Arquitectura. ¿Alguno de romance?
Valentín río.
—Supongo que es hora de cambiar los libros, ¿no?
—Con urgencia —suspiró la peli negra —¿Todo bien en el trabajo? Parecías muy ocupado, no te molesto más.
—Tranquila. Todo anda bien, ¿cómo vas con tus memorias? ¿Algo de aquí te suena familiar?
Ella recorrió la habitación, mirando todos lo que había en ella.
—No se ha cambiado nada.
—No, no me lo perdonaría si decidiera hacer algo así sabiendo que estabas hospitalizada.
Mirando los cuadros y las fotos en la habitación, Alma intento recordar algo de su pasado pero le fue imposible.
Desviando su mirada al escritorio, vio una laptop abierta.
—¿Es mía?
—Creí que podría encontrar por mi mismo la clave pero no.
—¿Has intentado con nuestra fecha de aniversario? —él asintió —¿Tu cumpleaños o el mio?
—Si, pero nada...
—Ok, es raro. Trataré de buscar entre mis cosas haber si no la tengo apuntada en algún lado.
—No te preocupes, el lunes mando a alguien a que la revise.
—Ok, si logro averiguar antes, te diré.
—Gracias amor. —Valentín reviso su celular y suspiró —Tengo que salir, no se si regresaré para la cena. No me esperes, tengo cosas que ver en el despacho. —cerrando la laptop, tomó su maletin y se acercó a ella —Cuidate, ¿si? Tienes a nana para cualquier cosa y está semana debo conseguir un celular para que me hables por si algún problema se presenta y nece...
—Eh. —Alma le tomo del hombro —Calmate, voy a estar bien. ¿De acuerdo?
El señor Lombardi la tomó del rostro.
—No deseo que te vuelva a pasar algo malo. —ella le sonrió —Te amo.
Estirandose, le deposito un beso fugaz a su esposo.
—Cuidate.
Suspirando de placer, el oji verde de nuevo la beso pero, está vez, con lentitud.
—Nos vemos después. —con pesar, se separaron
Alma le vio salir de la habitación y momentos más tarde, escucho la puerta de la entrada principal abrirse y cerrarse.
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Ella se había pasado toda la tarde intentando dar con algunas palabras o fechas que pudieran dejarle acceder a la clave pero no lo había conseguido.
Cuando entro la noche, viendo que Valentín no había llegado, decidió buscar entre sus cosas algún indicio de la contraseña pero simplemente, lo encontró nada.
¿Fue tan tonta como para no escribir la clave o tan lista como para no hacerlo?
Suspirando, se levantó del suelo donde tenía regado todos los documentos que habían en una maleta. Aunque realmente dudaba que Valentín no haya revisado todo el maletin como ella lo ha hecho, si el documento que se necesita es importante, ¿por qué simplemente no mando su computadora a revisar con un técnico antes? Si estaba en coma, pudo hacerlo.
Observando el desastre de documentos que había en el suelo, empezó a levantarlo todo antes de colocar la maleta en su sitio.
«—Con esto podrás acceder»
La vista de la peli negra se oscureció y sin poder aguantar el peso de la maleta, se vino de espaldas al suelo.
—Carajo. —siseo
La maleta, que era de plástico se fisuro de un borde, haciéndose añicos.
—Solo espero que no me haya costado mucho.
Masajeandose la espalda, de nuevo se acercó al objeto, sin embargo, al mirar el daño, la oji negra pudo notar que la fisura ya había sido reparada con anticipación. Tal vez por eso se había roto con facilidad.
Tomando la pieza que se había quebrado, contuvo el aliento al ver que había un papel pequeño pegado en ella, lo tomó con la mano temblorosa y la desdoblo.
—¿Qué diablos..?
La nota decía: "Venganza"
Con rapidez, se levantó y guardando la maleta, se dirigió con prisa a su despacho evitando hacer ruido para que su nana no despertará con tanto alboroto.
Entró y no cerró la puerta, se dirijo a la laptop en la mesa y tomando lugar en la silla, encendió la computadora.
...Contraseña:...
Y ella escribió: Venganza.
Unos segundos después, tuvo acceso.