Desde niña, Zara soñaba con el día de su boda, creyendo que sería el comienzo de una vida feliz y plena. Pero en el mismo momento en que da el "sí, quiero" en el registro civil, sus sueños se hacen añicos cuando aparece la amante de su marido, embarazada y reclamando su lugar. Devastada, Zara anula el matrimonio y huye a un país lejano, donde comienza de nuevo su vida como esposa de alquiler, manteniendo una fachada de frialdad para proteger su corazón. Pero todo cambia cuando un nuevo cliente entra en su vida, desafiando sus reglas y despertando sentimientos que creía haber perdido para siempre. Ahora Zara debe decidir entre seguir su contrato o arriesgarlo todo por un amor inesperado.
NovelToon tiene autorización de Jullia Soares para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 4
Alexander Muller Fischer
Casi un año ha pasado desde el día en que mi vida se desmoronó. A veces parece que fue ayer; otras veces siento que han pasado décadas. No importa cuánto tiempo haya pasado, el dolor nunca desaparece por completo. Solo cambia, se transforma en algo que aprendes a cargar, aunque no quieras.
Recuerdo aquel día como si fuera ahora. Estaba en el hospital, como siempre. Mi enfoque estaba en una cirugía compleja, la sala estaba en silencio, excepto por el sonido de las máquinas que monitoreaban al paciente. Entonces, mi pagador sonó, pero lo ignoré. No era inusual ser llamado durante una operación, y mi trabajo siempre venía primero. Cuando finalmente terminé, horas después, me informaron sobre lo que había sucedido.
Un accidente de coche. Mi esposa y mi hijo volvían a casa después de un paseo. Una colisión en la carretera, el impacto fue fatal. Yo estaba a kilómetros de distancia, en medio de una cirugía, mientras mi familia moría sin que pudiera hacer nada. El shock, la culpa, el desespero... fue como si el suelo se hubiera arrancado de debajo de mis pies y estuviera cayendo en un abismo sin fin.
Desde aquel día, no he podido dormir. Cada vez que cerraba los ojos, revivía el momento en que recibí la noticia. Las pesadillas venían poco después, ahogándome, atrapándome en un ciclo de angustia y culpa. Pasé noches y más noches vagando por la casa, evitando mi cama, evitando el sueño, porque sabía que, si dormía, ellos estarían allí, en la oscuridad de mi mente, recordándome todo lo que perdí.
El trabajo se convirtió en mi refugio. Me sumergí en los turnos, en las cirugías, en los casos más difíciles. Si estaba ocupado, si me concentraba en salvar otras vidas, tal vez podría olvidar, al menos por un tiempo. Pero eso no duró mucho. Mi falta de sueño comenzó a afectar mi desempeño. El director del hospital me llamó a su oficina, preocupado por mi condición. Él sabía por lo que estaba pasando, pero no podía permitir que continuara así.
— Alexander, necesitas dormir — me dijo, la voz seria, pero con un tono de genuina preocupación. — Si no duermes, no podrás seguir operando. Y sabes lo que eso significa.
Lo sabía. Significaba perder lo único que me mantenía en pie. Pero, ¿cómo podría dormir? ¿Cómo podría cerrar los ojos y enfrentar el silencio de la noche sin ser atormentado por los recuerdos?
Fue entonces cuando escuché hablar de Zara. Un colega comentó, de manera casual, sobre una mujer que se casaba por dinero, sin lazos, sin sentimientos. Algo sobre eso me intrigó. Tal vez fuera la solución que necesitaba. Tal vez, si tuviera a alguien a mi lado, alguien que estuviera allí solo para darme compañía, podría intentar dormir. No estaba buscando intimidad, ni consuelo emocional. Solo necesitaba a alguien que estuviera allí, para ahuyentar las pesadillas, para llenar el vacío de la habitación.
Cuando la encontré en ese café, me di cuenta de que era exactamente lo que buscaba. Zara tenía una serenidad que no esperaba, y su renuencia a aceptar mi propuesta solo reforzó que ella era la persona adecuada. No necesitaba otra esposa; necesitaba una oportunidad de sobrevivir a la noche sin ser consumido por el pasado.
A lo largo de los últimos meses, he intentado de todo para lidiar con este dolor. Terapia, medicamentos, meditación, pero nada funcionó. La verdad es que estoy al borde del abismo, y Zara es lo único que me impide caer. Si ella puede ayudarme a dormir, aunque sea por algunas horas, tal vez pueda volver a ser quien era antes, o al menos una sombra de lo que fui.
Mientras estoy aquí, en otra noche solitaria, solo puedo pensar en lo que puede suceder. Tal vez funcione, tal vez no. Pero necesito intentarlo. Zara puede ser mi última oportunidad de encontrar algún tipo de paz, de finalmente poder descansar sin ser atormentado por todo lo que perdí.
Días después de casarme con Zara en el registro civil por contrato, estaba en casa y era de noche, era el primer día de su única función que necesitaba de ella como esposa.