En esta versión, mí primera historia, "La herencia de la abuela", se explica desde los ojos de Max, explicando algunos interrogantes inconclusos
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capitulo 4: "La boda"
Bueno, ya pasado este primer paso, cómo de presentación, Max prefirió dejar tranquila a Camila por lo que faltaba del mes para su boda... Aunque si tenía que ser sincero, la extrañaba. Ya a esta altura no sabía si su sentimiento era amor o... Obsesión.
Al fin llegó el día de la boda, Max, ya estaba en el registro civil con una camisa blanca y chaleco negro, trataba de estar lo más de acuerdo con la situación, en saco lo tenía en el auto, luego se lo pondria, esperando a su prometida, la que aún no llegaba. Se preguntaba si la chica se abría arrepentido... No, ella le hubiese dicho.
En un momento, Esteban, su manager se acercó y le dijo que había unos trámites que hacer, ya que su prometida es argentina, y necesitaban unos datos. Se metió dentro del edificio. Él ya tenía todos los papeles necesarios en mano, Camila se los había otorgado hacía tiempo.
Cuando salió sus padres estaban allí y había un auto que no conocía con gente sobre él. Reconoció a Camí sentada en la parte de atrás ¿Por qué no se bajaba?. Noto que la chica respiro hondo y abrió la puerta, cuando la vio bajo el coche quedó sin palabras. Si bien había tiempo no la veía y su corazón saltaba de alegría, ese día en particular, estaba más que hermosa, con un vestido de encaje blanco hasta las rodillas, muy elegante, un recogido en el cabello y un maquillaje, evidentemente, elaborado por un profesional.
Ella también se quedó viéndolo fijo... ¿Esto sería posible?, se sintió orgulloso de esta expresión. Claramente, ambos estaban muy diferentes y los dos quedaron impresionados por el otro.
Fue directo hacia ella y la tomo de la mano con una sonrisa tierna.
-Hora del show...- bromeo y ella sonrió...
La tomo de la mano y caminaron hacia adentro, seguidos por sus padres, la hermana de Camí, el cuñado y 3 niños de unos 13, 10 y 6 años.
Frente al juez todo transcurrió tal cual lo planeado. Pero en un momento el hombre dijo que ya se podían besar... No había deparado en que había llegado este instante ¡La tenía que besar!, pero... Y si ella lo rechazaba ¿Qué debía de hacer?
Se sentía nervioso, pero decidió tomar la iniciativa. Se inclinó hacia ella, ¿cómo hacía para besarla? Era muy bajita y él muy alto. Entonces, la sujeto de la cintura y la llevo hacia él, y allí la beso. Pero, por precaución, lo hizo como si fuese una película, entre abrió los labios, aunque no quiso utilizar la lengua.
¡Sus labios estaban sobre los de la joven que se le presentaba en sueños! ¡Y ese perfume! Era exquisito...
Tuvo que soltarla, con su corazón acelerado. Se quedaron viendo por un rato... Hasta que reaccionaron y se separaron. Allí, al fin, todos los felicitaron.
Cuando salieron afuera, su madre se acercó y le hablo por lo bajo.
-Querido, he preparado una reunión en el salón de mi amiga Conchita Pradas.- le dijo
-¡Mama! ¿Por qué no me lo consultaste?- la regaño -¿Y si Camí no está de acuerdo?-
-¡Ay, hijo! ¡Convencela! Necesitamos pruebas, hijo, pruebas.- repitió.
Entonces, Max, camino hacia su, ya esposa, quien estaba junto al auto se su cuñado Edu.
-Cami, mi madre organizo un evento.- le informo y ella lo quedo mirando -Me acabo de enterar.- aclaro.
-Oh... Sí.- dijo ella mirando a su hermana de reojo, notablemente, el lazo entre ellas era inquebrantable -Entonces vamos.- continuo, atinando en subir al coche se su cuñado.
-Ah, bueno...- pronunció y ella levantó la miraba -Pero creo... Que deberíamos ir en mí... Auto.- Continuo señalando con los dedos al auto estacionado detrás.
-Puff... Claro.- expreso la joven dándose cuenta, mientras cruzaba mirada con su hermana, evidentemente, era muy expresiva.
En el coche, ambos iban muy tensos, el ambiente estaba muy tenso. Camila estaba sentada muy derecha, tiesa. Mientras que Max, no podía evitar dejar de verla, a cada rato desviaba la vista del camino para verla a ella.
-Estás hermosa...- se animó en decir y ella sonrió.
-Gracias.- respondió con pudor.
En el salón, su madre les hizo tomarse fotografías, "Para pruebas", según ella. Así que fue como se hizo, se tomaron fotos abrazadas en la torta y en diferentes lados, o tomados de la mano. En un principio, Camila se veía nerviosa, pero al transcurrir el tiempo parecía que se sentía más relajada. Cada vez tomaban más confianza, hasta que llegó su hermano Alex y su prometida, entonces su esposa se inhibió otra vez. Le llamo la atención esta expresión, tal vez, en algún momento, su hermano se habría comportado grosero con ella, lo conocía y sabía que en ocasiones podía llegar a tener actitudes similares a la de su madre.
En medio del saludo de Alex, irrumpió en el evento con prepotencia y camino directo a ellos.
-¡Felicidades!- exclamó mientras caminaba. Le dio la mano a su esposo.
Max lo miro con todo el odio que sentía, sabía que lo hacía muy mal intencionado.
-No se cómo le habrán hecho para quedarse con todo...- continuo directo el hombre. Claramente, quería hacerlo caer en una trampa, y estaba a punto.
No quería dar este tipo de espectáculos delante de su flamante esposa, pero lo miro de frente y su tío no le bajó la mirada, también pudo notar que Camí miraba un lado y otro de ellos, muy hacia arriba por lo bajita que es, sin entender nada.
-No quiero discutir, tío... Hoy no.- trato de razonar Max, para apaciguar las aguas, pero sin bajar la mirada.
-Claro, estás en tu boda. Que raro que tú, ahora, esposa, haya heredado todas las acciones de la revista.- insistió Rafael.
-¡Ya basta, Rafael!- tercio joys, acercándose -No arruines la boda de mi hijo.-
-Sí, es verdad. Tal vez, esta vez resulte, ya que la anterior, ahora, es mi esposa.- dijo el hombre
¡Maldición! No quería que Camí se entere de su historia así...
"¡Esto es mejor que una telenovela mexicana!" Alcanzo a oír exclamar a su cuñada Abby, algo que le causó gracia.
-Claro que estamos a tiempo que eso vuelva ocurrir...- continuo su tío.
-¡Ay, no! Jiu.- exclamó con asco su esposa y él tuvo que fruncir su boca para no reír.
Una vez que controlo sus ganas de reír, miro con satisfacción a Rafael.
-Vete ya, tío, no hagáis más el ridículo.- le dijo tomando la mano de Camí. Entonces su tío se retiró con el ego herido.
Luego, Max, miro a su esposa y le guiño el ojo con una sonrisa.