Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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Una Noche de Desahogo y Venganza
Las luces neón del bar parpadeaban con intensidad, reflejándose en los charcos del pavimento. Valeria apenas sintió la llovizna que comenzaba a caer mientras empujaba la puerta y entraba al local con paso decidido. No sabía exactamente por qué había terminado allí, pero lo único que quería en ese momento era ahogar su dolor en un par de copas.
Se sentó en la barra y pidió un whisky doble sin hielo. El camarero la miró con cierta sorpresa, pero no dijo nada. Le sirvió la bebida y se alejó, dejándola sola con sus pensamientos.
Dio el primer sorbo y sintió el ardor del licor recorriéndole la garganta. Cerró los ojos y exhaló, tratando de disipar el nudo que tenía en el pecho. La imagen de Esteban y Camila juntos seguía clavándose en su mente como un cuchillo.
Traidores.
Bastardos.
Quiso gritar, pero en lugar de eso, se obligó a respirar hondo.
Entonces, la música del bar cambió, y el destino, con su retorcido sentido del humor, decidió apuñalarla un poco más.
"Ella y yo" de Aventura y Don Omar comenzó a sonar por los altavoces.
Valeria soltó una risa amarga y negó con la cabeza.
—Qué ridículo es todo esto… murmuró antes de dar otro trago.
La letra de la canción, que narraba la historia de una mujer que traiciona a su esposo con el mejor amigo, le pareció una broma cruel del universo.
El whisky comenzó a hacer efecto y Valeria sintió una ligera sensación de entumecimiento. No suficiente para olvidar, pero sí para calmar momentáneamente la ira que bullía en su interior.
No sabía cuánto tiempo pasó bebiendo, pero cuando finalmente decidió marcharse, su mente ya estaba más clara. No iba a hundirse en la autocompasión. No iba a llorar por un hombre que no la merecía ni por una amiga que le había clavado el puñal por la espalda.
Era hora de actuar.
Sacar la Basura
Valeria llegó a casa con un objetivo claro.
La casa era de ella. Su casa.
Esteban tenía que largarse y, antes de que pudiera hacer alguna jugada sucia, ella iba a asegurarse de que no pudiera tocar ni un centavo de los ahorros que tenían en el banco.
Encendió su computadora y accedió a su cuenta bancaria. Los ahorros conjuntos que habían acumulado con el tiempo seguían intactos. Sin dudarlo, hizo una transferencia a otra cuenta a su nombre.
—No voy a dejar que ese perro me deje en la ruina.
Esos ahorros eran para los planes que tenían juntos: un viaje a Europa, la compra de un negocio, una vida compartida. Pero ahora, todo eso se había ido al carajo.
Valeria pensaba que fue lo mejor no haberse casado con Esteban cuando él se lo propuso. Ella creía firmemente que no era un papel firmado lo que definía una relación, sino el amor, el respeto y la confianza mutua. Además, Esteban había insistido en la firma de un acuerdo de bienes compartidos. Para ella, el compromiso no se trataba de legalidades, sino de la conexión y el entendimiento profundo entre ambos.
Por primera vez en mucho tiempo, se sintió agradecida de no haber firmado aquel papel.
Mientras terminaba la transferencia, escuchó la puerta principal abrirse.
Esteban.
La rabia volvió a arder en su pecho, pero esta vez no había dolor. Solo furia contenida.
Se giró lentamente y lo encontró de pie en la sala, con una expresión tensa, como si estuviera esperando una bomba a punto de estallar.
—Valeria…
—¿Qué demonios haces aquí? preguntó con frialdad, cruzándose de brazos.
—Necesitamos hablar.
—¿Hablar? soltó una carcajada sarcástica. ¿Después de que te acostaste con mi mejor amiga? ¿Después de que te descubrí en la cama con ella? No me hagas reír, Esteban.
—Fue un error…
Las palabras hicieron que Valeria sintiera una punzada de indignación.
—¿Un error? repitió con incredulidad. ¡No me vengas con estupideces, Esteban! Un error es olvidarte de cerrar la puerta, es equivocarte al escribir un mensaje, ¡pero acostarte con Camila no fue un maldito error! ¡Fue una decisión!
Esteban cerró los ojos por un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.
—No quise lastimarte.
Valeria sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿No quisiste lastimarme? su voz sonó peligrosa. Entonces dime, Esteban, ¿en qué momento de tu infidelidad pensaste en mí? ¿Fue cuando la besaste? ¿Cuando la desnudaste? ¿O cuando la tenías debajo de ti?
Él apretó los puños y miró hacia el suelo.
—Las cosas entre nosotros no estaban bien… murmuró.
—¡No justifiques lo que hiciste! gritó Valeria, dando un paso adelante. Si las cosas no estaban bien, ¿por qué no hablaste conmigo? ¿Por qué en lugar de enfrentar los problemas decidiste ir a meterte en la cama de mi mejor amiga?
—No sé… Esteban pasó una mano por su cabello, frustrado. No sé en qué momento todo se salió de control.
Valeria sintió una ira renovada.
—No se salió de control. Tú lo decidiste. Tú escogiste traicionarme.
Hubo un momento de silencio entre ambos. Un silencio cargado de tensión y resentimiento.
Valeria respiró hondo y lo miró con determinación.
—Escúchame bien, Esteban. Esta casa es mía. Te quiero fuera esta misma noche.
—Valeria, por favor…
—No hay nada que puedas decirme para arreglar esto. Nada.
Esteban la miró con desesperación, pero ella ya no era la misma mujer que, horas antes, había salido de ese departamento destrozada.
Ahora, solo quedaba una mujer dispuesta a vengarse.
Y Esteban lo iba a pagar muy caro.