La Heredera Exconvicta.

(Mia).

El suceso fue extraño, Óscar me había enseñado a disparar, después me pidió que llevara de regreso el arma, al cajón donde estaba, allí me di cuenta, de que mi teléfono celular no estaba en donde lo había dejado, así que salí a buscarlo encontrandolo en una mesa de la sala de estár, lo revisé y después de verificar que no habia nada extraño me fui a pasar el resto de la tarde noche con Dani, olvidando por completo lo de la carta encontrada, aunque estoy segura que eso fue otra mentira.

Ese día, vi a mi amiga triste, y quiza por verme acompañada todo el tiempo por los Malditos esposos Montiel, no quizo molestar contandome sus tristezas.

Dani me preguntó, si yo sabía algo de los hermanos Montiel, ya que a Ella, Efraín no le había escrito todo el día.

Me dijo que la noche anterior habían discutido muy acaloradamente y todo por una ridiculez.

Era tan absurdo, que yo en lugar de abrazar a Dani y consolarla, me reí a carcajadas.

Me dijo que su flamante dis que novio, la había celado con el mismísimo Oscar.

Que el jefe de tan mugrienta familia, le había inventado a su propio hijo, que Daniela le había estado coqueteando las últimas dos semanas.

Que se la había ofrecido abiertamente, que como hombre, él no estaba seguro de respetarla.

Por esa razón Efraín le dijo, que ya no podía confiar en ella.

Ese fue el motivo de su enojo, a tal punto que se colgaron y no volvieron a llamarse.

Daniela estaba demasiado triste; pero le dije que ellos iban a llegar al siguiente día y que le recomendaba aclararle esa situación a Efraín, frente a Óscar para desenmascararlo.

Al enterarme de tan absurda situación y después de reírme por lo ilógico de la situación, abracé a mi amiga y le dije que pronto ellos se irían de la mansión era cuestión de días, que descansaríamos de ellos, y que Valente y Efraín, nos visitarían ya a nosotros sin tener a sus Padres en medio.

La verdad me parecía urgente, que esa maldita gente saliera de mi casa, pero hasta ese momento yo no imaginaba la clase de demonios que eran, pensé que solo eran gente entrometida y sin educación.

La noche llegó, Valente me había dicho que llegaría al siguiente día, y que no me llamaría por el viaje, así que me fui a la cama temprano.

No me costó trabajo dormirme, aunque me quede pensando en Valente y estaba ansiosa por verlo, me dormí rapidísimo.

La verdad, no sé cuantas horas pasaron, cuando una vez más, las manos del hombre que irrumpía mis noches, como si tuviera derecho para hacerlo, empezaran a tocarme.

Esta vez, como las dos anteriores, me desperté rápido, estaba feliz de tenerlo conmigo, de dormir junto a Él por unas horas, aunque tampoco esa noche hiciéramos el amor, sería una noche placentera.

Los besos de Valente, me transportaba a otro universo, el sonido de su voz el roce de sus labios en mis mejillas y cuello, electrificaba mi cuerpo de pies a cabeza.

Su voz era tan grave y sexy, aun más cuando estaba deleitándose como mi cuerpo entero a su disposición.

—No te imaginas, cuanto te deseo Mía...Quiero vivir toda la eternidad a tu lado.—Me dijo susurrando cerca de mi oído.

—Yo igual amor mío, pero ya mañana será el gran día.

Mañana será el día más feliz de mi existencia, no porque sea mi cumple, no porque tome posesión del Corporativo, sino porque seré total y plenamente tuya.—Le respondí también susurrandole.

Fue en ese momento, en el que Valente me hizo una proposición qué aun después de 9 años no entiendo bien.

—Mía, Princesa mía.

Quiero proponerte algo, y es solo para que nadie pueda separarnos.

Pero antes amor, quiero pedirte una vez más, que nadie se entere que vine a estár contigo, Efraín se quedó en el hotel y cree que yo ando divirtiéndome solo, le dije eso para poder venir y estár contigo.

La verdad Mía, no entiendo algunas cosas, pero Mamá es bastante asfixiante y quiere manejarnos a su antojo a Efraín y a mí, pero yo estoy cansado de eso, así que quiero proponerte que tu seas mi dueña, con todos los derechos de la ley.

Dime que sí.—Me dijo entre besos.

—Pues claro que quiero ser tu dueña y como cueles serán esos derechos.—Le dije sin entender concretamemte a que se refería.

—"Todos los derechos que el amor nos dé, tu serás mía para siempre y Yo seré tuyo, mañana haremos un pacto Mía, y nos juraremos amor eterno, ahora me voy preciosa, porque debes dormir un rato pues tenemos cosas que hacer.

Papá me pidió que te llevara a sacar tu documentación al centro de registro, porque aunque él es tu albacea no podrá ir, pero yo con gusto así hacemos el pacto de amarnos toda la vida.

Te amo... Te amo más de lo que puedes imaginar, mira ese cielo con millones y millones de estrellas, por tu ventana; cada estrella que está allí, es un te amo mío para tí.

Te amo Mía.—Me dijo una vez más, y esas palabras endulzaron mi ser por completo, lo que yo no sabía es que en unas horas me amargaría para siempre.

Los rayos de sol, alumbraron mi habitación, mi Nana se había encargado de abrir las cortinas de las ventanas, cuando abrí mis ojos las vi; a Daniela con una charola del mas delisioso desayuno y una pequeña torta de cumpleaños, sobre la torta estaba una vela encendida, y mi Nana patada detrás.

—Cierra tus ojos y pide un deseo —Me dijo mi Dani.

Cerré mis ojos y pensé que lo único que me hacía falta, era imposible que se hiciera realidad, lo único que me faltaba era tener a mi familia completa, así que no pedí el deseo, lo que hice fue, pensar en mís bondadosos Padres, en mi hermanito tan adorable y en mi cariñoso abuelo.

Después apagué la vela y comí un pedazo de la torta.

Al terminar mi desayuno y mi porción de torta, y de recibir tantos apapachos y felicitaciones de mi Nana y su hija, me fui al baño a mi rutina de aseo, aunque me tarde un poco más de lo normal, deseaba estar radiante.

Para la tarde vendría un profesional a arreglarme, por la mañana vería a mi Amor y pretendía estar más bella que nunca, solo para Él.

Cuando estaba por terminar, de prepararme escuché que tocaron a mi puerta.

Era una colaboradora de servicio.

—Señorita, dice el Señor Montiel, que el joven Valente ya llegó y la espera para hacer los trámites de su documento de identidad.

—Gracias, bajaré en un momento.

Cuando la colaboradora se retiró, me puse un poco de mi perfume y baje a la sala, para encontrarme con los ojos azules más preciosos del universo.

Valente me veía con tanta admiración, yo me sentía como entre las nubes, deseaba tanto que pasarán rápido las horas para entregarme a Él y consumar nuestro amor.

Así que yo no quería perder el tiempo, quería ir de una vez.

Antes de salir de la mansión Montecarlo, Eugenia llamó a Valente, y él se acercó a Ella, no escuche lo que le decía, pero vi a lo lejos los gestos de Valente, era como si estaba fastidiado, recibiendo alguna orden, pero cuando llegó conmigo me dijo.

—Hoy es el último día, en el que mi Madre me dirá que hacer, Mía tienes que salvarme.—Me dijo con una leve sonrisa esperanzada.

Yo asentí, tome su mano y salimos al centro de registro de las personas, era legalmente mayor de edad y esa mañana tramitaría mi documento.

Todo estaba organizado, según yo todo era por ayudarme, pero en realidad todo era una trampa...