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Guardian Deluxe

Guardian Deluxe

Status: En proceso
Genre:Romance / Aventura / Intrigante / Madre por contrato / Venganza de la protagonista / Supersistema
Popularitas:275
Nilai: 5
nombre de autor: John Ander Giraldo

En un mundo dominado por entidades poderosas, los humanos se han refugiado en colonias protegidas por los Guardianes Deluxe, seres dedicados a defender el imperio y luchar contra la vil tiranía. En una colonia particular, la princesa Meily busca expandir su reinado y mejorar sus tierras, luchando personalmente en el campo de batalla. Su ansiedad se disipa momentáneamente cuando un día encuentra a dos Guardianes Deluxe que cambiarán su vida para siempre.

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Paladines

Un Guardian Deluxe en apariencia es similar a un ser humano ordinario, sin embargo poseen una mejora enorme en su ser que los diferencian, la fuerza de un Guardian Deluxe en promedio superan el doble de un humano, su resistencia es mayor y su capacidad de curación es mas veloz llegando a ser considerados unas maquinas de combate, no obstante el deseo de lucha de cada individuo es distinto, teniendo mejores dotes de combate de distintas maneras, cuerpo a cuerpo, a larga distancia, super veloces, apoyos en combate o de energía, defensas natos y los mas raros afectan la habilidad de alma de los contrincantes.

Aka contraatacó con su espada, intentando hacerle frente a las garras de la Paladina, pero ella repelería todos sus ataques con facilidad.

—No tenemos que pelear, espera —intentó razonar Aka, pero la Paladina no parecía interesada en escucharle. Mientras saltaba, llegaron a una choza en la que Aka parecía haber logrado arrinconarla. La Paladina chasqueó las uñas con tanta fuerza que generaron una chispa capaz de encender un tablón de madera, el cual arrojó rápidamente hacia Aka. Este lo cortó a la mitad, pero al fijar la vista en la Paladina, notó que ella había desaparecido y que la choza estaba en llamas. Decidió salir, pero más tablones en llamas fueron arrojados desde distintas direcciones, impactándolo en la cabeza, la espalda y la pierna izquierda.

Aka se recuperó lo mejor que pudo y salió de allí antes de que el fuego y el humo lo consumieran. Al salir, sus pupilas se dilataron al ver que muchas casas estaban completamente en llamas.

—¿Qué sucede? No me digas que le tienes miedo a un poco de fuego —se burló la Paladina, quien continuaba incendiando casas y esparciendo el pánico entre los habitantes.

—¡Deja de quemar las casas! —gritó Aka, pero solo recibió un corte profundo en el brazo por parte de la Paladina. Aprovechando el descuido, ella intentó cercenarle el brazo por completo, pero Aka logró esquivar el golpe en el último segundo.

—Qué raro... ¿por qué no usas tu habilidad de alma? ¿De verdad crees que puedes vencerme así? ¿Me estás subestimando o qué? —exclamó la Paladina, lamiéndose la sangre de sus garras con una sonrisa maquiavélica.

—¿Habilidad de alma...? —preguntó Aka, confundido y jadeante.

—¿Qué clase de Guardián Deluxe eres tú? Eres el más tonto al que me he enfrentado hasta ahora, me das náuseas. Voy a acabar con esto de una vez por todas —dijo la Paladina, ahora irritada—. Tu princesa ya debe estar muerta, así que date por vencido.

Aka reflexionó sobre sus palabras, pero recordó que su hermano aún estaba cerca del palacio y, sabiendo que la princesa podía defenderse sola, no sintió temor por su estado actual. Se puso en guardia.

—Te dije que te des por vencido, ¿es que no me escuchaste? —preguntó la Paladina, visiblemente confundida e irritada.

—Cállate, ¿acaso parece que no puedo continuar? ¿Por qué haces todo esto? —preguntó Aka.

—Porque los humanos son como cucarachas molestas. ¿Por qué no simplemente se mueren de una vez? —respondió la Paladina, dejando a Aka estupefacto. Su rostro se endureció en enojo mientras enfocaba su mirada en ella.

—En ese caso, no descansaré hasta perforar tu corazón y que dejes de atemorizar a los demás —dijo Aka, empuñando su espada con determinación, apuntando con el filo directo al pecho de la Paladina. Aunque sabía lo que tenía que hacer, la Paladina, aún confundida por el espíritu de lucha de Aka, se burló y se preparó para atacarlo con sus garras.

—Vaya, fallaste completamente. Eres realmente patético, ni siquiera entiendes tu propia naturaleza. ¡Me das asco! —exclamó la Paladina mientras atacaba a Aka, quien aumentó la velocidad de sus movimientos, empujando a la Paladina a retroceder.

Mientras tanto, Markel y Meily unían fuerzas para enfrentarse al Paladino. Meily usaba sus dagas para intentar cortar y apuñalarlo, pero él no parecía darles importancia. Su concentración estaba más enfocada en los constantes ataques de Markel, quien parecía usar más sus patadas y puños que el hacha que portaba.

—Chico, no me darás si no usas tu arma para matarme. ¿Acaso no te das cuenta? —dijo el Paladino con tranquilidad, saltando para mantener distancia.

—Escogí un arma que al parecer no es adecuada para mí —respondió Markel, indignado.

—No te preocupes, si logro atravesarlo, bastará con eso.

En ese momento, los tres notaron cómo las casas de la capital se incendiaban, dejando a Meily con la boca abierta. Aprovechando la apertura, el Paladino intentó apuñalar a Meily, pero Markel arrojó su hacha, golpeando la guadaña antes de que perforara su piel. El Paladino giró sobre su otro pie, levantando la otra pierna para asestar una patada al costado de la princesa. Meily actuó rápido, protegiéndose del impacto, aunque no pudo evitar ser lanzada unos metros. El Paladino se dirigió hacia Markel, golpeándolo con fuerza. Markel solo podía defenderse ante la ráfaga veloz de sus ataques.

—Su arma era solo una distracción. Su verdadera fuerza reside en su velocidad. Me engañó para acorralarme... —pensaba Markel mientras se defendía, hasta que sintió que su espalda chocaba con la de otra persona.

—¿Markel? —dijo Aka, reconociendo a su hermano.

—¿Aka? —respondió Markel.

Ambos se encontraron en el mismo lugar, acorralados por sus enemigos. Los dos Paladinos, al notar su presencia, se prepararon para atacar con todas sus fuerzas. En ese instante, Aka rodó sobre la espalda de Markel, quien se agachó y giró para atacar al Paladino que estaba frente a Aka, propinándole un golpe bajo el abdomen. Aka, girándose, conectó un codazo con el otro brazo, golpeando la mandíbula del Paladino. Ambos Paladinos quedaron afectados y confundidos por la combinación de ataques. No obstante, no terminó ahí. Markel y Aka dieron una fuerte patada a los Paladinos, enviándolos volando. Simultáneamente, ambos saltaron y golpearon a los Paladinos en el aire, haciéndolos caer al suelo y destruyendo el asfalto. La Paladina, visiblemente adolorida por el brutal ataque, se levantó con furia.

—¡Canallas! ¿Realmente creen que pueden acabar con nosotros? —exclamó la Paladina, molesta.

—¿Te encuentras bien, Aka? —preguntó Markel sin apartar la vista de los enemigos.

—Sí, solo fue un corte leve. ¿Y tú? —respondió Aka, recuperando la compostura.

—He estado mejor, la verdad... —dijo Markel. Meily se acercó a ambos, aliviada de verlos bien. El otro Paladino levantó su guadaña mientras murmuraba irritado.

—Ash... Estos tipos no son tan malos como pensé.

—Y saben una cosa, chicos, solo hay dos Guardianes Deluxe protegiendo esta capital —exclamó el Paladino a carcajadas—. Eso explica la pobreza y la escasa cantidad de personas aquí. —Detrás de Meily, Aka y Markel, el tercer Paladino apareció sigilosamente desde dentro del palacio.

—¿Dónde ha estado todo este tiempo? —preguntó Meily, sorprendida.

—En tu pocilga de palacio. Debo decir que llevar a todas las personas allí fue un movimiento arriesgado, Alteza —exclamó el Paladino.

—¡No...! Mi hermano y la gente estaban allí. ¿¡Qué hiciste!? —Meily estaba alarmada, preocupada por el bienestar de los demás.

—Quizás estén vivos, quizás estén agonizando, quizás estén muertos o quizás estén a punto de morir, pero si quieres ir a comprobarlo por ti misma, pasa por encima de mí —dijo burlonamente el Paladino. Enfurecida, Meily corrió hacia el tercer Paladino. Parecía que le dio un fuerte golpe, pero lo atravesó como si fuera un fantasma. Confundida, Meily se dio la vuelta y vio al Paladino preparándose para un fuerte golpe en su rostro. Ella esquivó por poco y clavó su daga en el brazo del Paladino, dañando los nervios que impedían la movilidad de los dedos.

—¡Maldita! —gritó el Paladino mientras la agarraba del cuello con la otra mano—. No te creas mucho solo porque en ti reside parte del alma de Solaría. Eres una simple humana —añadió con enojo. Markel corrió a socorrerla, pero el Paladino con la guadaña lo interceptó de frente, impidiendo que pasara. Aka vio cómo la Paladina se alzaba sobre una casa en llamas, destruyéndola y arrojando escombros hacia él. Aka se defendió con su espada como pudo.

El tercer Paladín lanza a Meily hacia donde se encontraba Aka, pero Markel la agarra justo a tiempo. En ese instante, Markel saca algo del bolsillo, se lo entrega a Meily y le susurra algo al oído. La expresión de angustia y preocupación en el rostro de Meily se transforma en sorpresa, pero antes de que pueda decir algo, Markel la toma y, con todas sus fuerzas, la lanza hacia el palacio. El Paladín de la guadaña realiza un corte dirigido hacia la princesa, pero Markel lo detiene forcejeando con la guadaña.

—Es increíble que apenas se dieran cuenta del estorbo que ella era aquí, pero aún así la vamos a asesinar una vez acabemos con ustedes dos — exclamó regocijante el tercer Paladín, quien corre directamente hacia Markel, que está distraído. Aka lo nota al instante y cambia su posición hacia el frente del Paladín de la guadaña, poniéndolo en fuego cruzado para que la Paladina no pueda seguir lanzando escombros ardientes. Sin embargo, la Paladina ignora el nuevo escenario y lanza un escombro aún mayor hacia ellos.

—¡Hermano, esquívalo! — grita Aka. Pero el Paladín de la guadaña le da un cabezazo a Markel y suelta la guadaña. La acción deja a Markel malherido e inconsciente en el suelo.

—¿Qué te pasa, idiota? Casi me das a mí — dice el Paladín de la guadaña.

—Tú no te metas en mi camino, torpe descerebrado — responde la Paladina con desdén.

El Paladín de la guadaña, ignorando a su compañera, sonríe al darse cuenta de que Markel está en el suelo. Sin embargo, no se percata de que Aka está justo detrás de él. Aka atraviesa al Paladín de la guadaña, dejándolo malherido y de rodillas, sorprendiendo a los demás.

—¡¡No puede ser!! — grita la Paladina.

—Ese idiota se confió — murmura el tercer Paladín.

—B-bastardo... — exclama el Paladín agonizante.

—No pude matarlo — piensa Aka, y al volverse para mirar a su hermano, se encuentra con el paso cortado por la Paladina, que se ha colocado al frente de él con una sonrisa amplia.

—Ya no más juegos — exclama la Paladina, mientras el otro Paladín, con la misma expresión infame, se posiciona detrás de él para evitar una posible fuga.

—Rayos... — murmura Aka, al ver que su hermano aún permanece desmayado y solo puede ponerse en guardia.

En el palacio, después de que el tercer Paladín los dejara a su suerte, los soldados están luchando contra el Voru, que los supera en tamaño y fuerza. Los ciudadanos intentan escapar a otras salas del palacio, pero el Voru impide su paso.

—No me daré por vencido. Si los Guardian Deluxe están luchando y mi hermana también, entonces yo también lucharé — exclamó Yeico, corriendo hacia el enorme Voru, que toma una postura agresiva y ruge con furia. El Voru ataca con su garra, pero Yeico logra esquivarlo y asesta un corte en uno de sus ojos. El Voru se retuerce de dolor, y los seis soldados aún en pie aprovechan para apuñalarlo varias veces. Sin embargo, la criatura es resistente, se deshace de ellos y aplasta a uno que tiene a sus pies. El Voru pasa de largo, dispuesto a devorar a las personas resguardadas en el fondo. En ese momento, Meily llega corriendo hacia el Voru y le lanza una de sus dagas, llamando su atención y logrando su cometido. El Voru ahora va tras ella.

—Hermano, ¿te acuerdas de qué era esta fruta del libro que nos leía mamá? — grita Meily, mostrando lo que parece ser dos pequeñas bolas moradas unidas por una raíz.

—¿Eso es una litchi? Es una fruta venenosa. ¿Qué haces con una? — exclamó Yeico al ver que el Voru iba a devorar a su hermana. Meily esquiva como puede y el Voru, resbalando en la sangre derramada, cae al suelo.

—Hermana, ¡qué alegría verte! Pensé que te había pasado algo terrible — dice Yeico, dándole un abrazo enorme.

—Aquí estoy, no te preocupes. ¿Cómo están todos? — pregunta Meily.

—Están angustiados. No pueden pasar por el Voru terrestre enorme y solo somos seis ahora. Esto no pinta bien. ¿Para qué trajiste una fruta? — pregunta Yeico, extrañado.

—¡Síganme, todos! — grita Meily. Los soldados, al ver a su princesa luchando a pesar de las circunstancias, van directo a ayudarla. Meily ordena distraer al Voru para que ella pueda saltar sobre él y forzarlo a comer la fruta venenosa. El Voru ataca a los soldados que lo mantienen distraído, y Yeico utiliza su espalda como apoyo para que Meily se impulse. Saltando sobre su espalda, logra llegar hasta el lomo del Voru y se aferra con fuerza. Los ciudadanos, al ver lo que ocurre, aprovechan para escapar y refugiarse en los otros cuartos, aunque algunos no pueden moverse al observar la batalla.

—¡Oye, bestia! ¡Aquí! — gritan los soldados. Finalmente, Meily llega a la cabeza del Voru, pero el Voru la siente y, en un brusco movimiento, la lanza lejos, haciendo que la fruta también caiga. El Voru tiene a la princesa a su merced; ella solo puede ver las fauces del Voru. Sin embargo, un ciudadano que observa la situación arroja la fruta envenenada, haciéndola caer a los pies de la princesa.

—¡Acaba con él, princesa! — grita el ciudadano, derramando lágrimas de cansancio y temor.

Meily toma la fruta y la lanza directamente a la boca del Voru. El Voru la traga y, a continuación, sufre horribles efectos por el consumo de la fruta. Sangra por los ojos y orejas, su pelaje se desprende y su respiración se agita cada vez más hasta que su corazón se detiene. Finalmente, logran derrotar al Voru.

Los ciudadanos están felices, los soldados también, y Yeico solo sonríe por el triunfo. Las personas rodean a Meily y a los soldados, dándoles las gracias por haberlos salvado y por poner fin a la amenaza. Sin embargo, Meily les dice que esto aún no ha acabado; todavía quedan los tres Paladines que están combatiendo con Aka y Markel.

—Es verdad, pero ellos dos seguro que pueden vencer a ese tipo fantasma, hermana — comenta Yeico, tratando de calmar la situación.

—No, no es solo uno, son tres y mis Guardian Deluxe están en problemas. Hay que ir a ayudarlos deprisa — responde Meily.

—Hermana, no estás bien, has luchado mucho esta noche. Vete, nosotros nos encargamos. Además, es importante tu seguridad. — dijo Yeico pero en eso la presencia de alguien los distrae por completo

—¡CORRAN! — se escuchó la voz de Aka, que entraba al palacio gritando, mientras lo que parecía ser una explosión destruye la entrada llenando todo de humo. Los civiles entran en pánico y corren en dirección contraria al peligro. Del humo emergen numerosos cortes de uña en todas direcciones, claramente provenientes de las uñas de la Paladina. Los ciudadanos escapan al estar cerca de la puerta, pero los soldados, Yeico, Meily y Aka no tienen la misma suerte; aguantan y esquivan los cortes como pueden. Dos soldados son rebanados a la mitad por esos cortes. Meily está a punto de ser cortada, pero Aka la salva apartándola del lugar.

Cuando los cortes cesan, solo quedan cuatro soldados, Yeico malherido, Meily que aún puede seguir de pie, y Aka, agotado y lastimado pero aún firme. De entre el humo emergen los dos Paladines restantes, dispuestos a terminar con esto de una vez por todas.

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Foquita Retrasada
¡Tu personaje principal es tan inspirador! Definitivamente recomendaré esta novela a mis amigos.
Shong: Te lo agradezco mucho 😊
total 1 replies
Erika Solis
Tu capacidad de crear un mundo tan fascinante y detallado es impresionante, ¡realmente tienes talento!
Shong: Muchas gracias 😊
total 1 replies
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