NovelToon NovelToon
DESTRUYEME

DESTRUYEME

Status: En proceso
Genre:Posesivo / Dominación / Traiciones y engaños / Amor-odio / BDSM / Enfermizo
Popularitas:3.5k
Nilai: 5
nombre de autor: DayMarJ

Sinopsis de Destrúyeme

Lucas Santori es un hombre marcado por el odio, moldeado por un pasado donde el dolor y la traición fueron sus únicos compañeros. Valeria Montalbán, una mujer igual de rota, encuentra en él un reflejo de su propia oscuridad. Unidos por una atracción enfermiza, su relación se convierte en un campo de batalla entre el amor y el deseo de destrucción. Juntos, navegan por un abismo de crímenes, secretos y obsesiones, donde la línea entre víctima y verdugo se desdibuja. En su mundo, amar significa destruir y ser destruido.

NovelToon tiene autorización de DayMarJ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 15

...Valeria....

Su agarre es firme, inquebrantable, como si pudiera anclarme a él y no soltarme nunca. Como si el mundo entero pudiera desmoronarse y a él no le importara, mientras me tuviera aquí.

Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos, esos malditos ojos cargados de furia y arrogancia, oscuros y desafiantes como siempre. Quiero apartarlo, empujarlo con toda mi fuerza, pero sé que si lo intento, lo único que lograré será acabar con la cara estampada contra el suelo.

Quiero gritarle que es un maldito infeliz, que jamás necesité que nadie cuidara de mí, que su maldita manía de controlarlo todo me enferma. Pero las palabras no salen. Solo suelto un suspiro, uno traicionero, y dejo que me ayude a incorporarme otra vez.

Hay algo en este gesto, en la manera en que sus manos me sostienen sin dudar, que se siente más íntimo de lo que debería. Más fuerte. Más peligroso. Y eso me asquea.

Mis entrañas se revuelven con esta sensación que no quiero nombrar, con esta maldita emoción que se expande en mi pecho como una enfermedad.

Jamás en mi vida me ha importado nadie más que mis propios deseos y ambiciones. Nunca he sentido remordimientos, nunca me ha temblado la mano para tomar lo que quiero y desechar lo que no me sirve.

Entonces, ¿por qué demonios mi cuerpo se estremece cuando me toca? ¿Por qué mi respiración se agita con cada roce de sus manos ásperas en mi piel?

Quiero matarlo. Con la misma intensidad con la que quiero que me arranque la ropa, que me tire sobre esta camilla y me folle sin compasión. Sin suavidad. Sin redención.

Mis ojos bajan hasta mi brazo, donde el vendaje limpio y firme cubre la herida. Está bien hecho. Demasiado bien hecho.

Me jode reconocerlo, pero Santori despierta cosas en mí que no quiero explorar, que no pienso permitir que crezcan. Lo mío no es la debilidad, y cualquIer cosa que me haga dudar de mi propio control es una amenaza.

Esto tiene que acabar aquí y ahora. Tengo mi dinero. Ya no lo necesito.

Santori no dice nada, pero su postura lo delata. Sigue ahí, en la puerta, con los puños cerrados y los hombros tensos, como si estuviera conteniéndose a sí mismo. No me mira, no intenta detenerme, pero su silencio pesa más que cualquier palabra.

Puedo sentirlo debatiéndose entre su orgullo y… ¿qué? ¿Rabia? ¿Frustración? No voy a engañarme creyendo que le importa. Santori no es de los que sienten, mucho menos por alguien como yo.

Me pongo de pie con firmeza, obligando a mi cuerpo a responder como siempre, aunque el mareo amenaza con derribarme. No me detengo. No puedo permitírmelo. Necesito irme, alejarme de él antes de que esta maldita sensación que me aprieta el pecho se haga más fuerte.

Poner distancia entre Santori y yo es lo único que tiene sentido ahora.

—Iré por mi dinero.

Doy un paso, pero su voz me detiene, fría y afilada como una navaja.

—Camina derecho primero, luego hablamos de tu maldito dinero.

Levanto la barbilla, lista para soltarle cualquier estupidez, pero entonces continúa, su tono teñido de desprecio.

—Aunque con esa facha dudo que alguien quiera hacer tratos contigo.

La rabia me golpea de lleno, quemándome por dentro. Lo miro, y él finalmente me sostiene la mirada, desafiante, como si intentara borrar cualquier atisbo de gratitud entre nosotros. Como si necesitara arruinarlo todo antes de que yo pueda hacerlo.

Me tenso.Sigue ahí, mirándome con esa maldita superioridad suya, como si esperara que me desplome, que me arrepienta, que le dé la razón.

Pero no lo haré.

Levanto la barbilla aún mas y lo miro directo a los ojos, asegurándome de que cada palabra le cale hondo.

—Ya no te necesito. Sé acabó.

Su expresión no cambia, pero veo algo cruzar por su mirada, algo oscuro, algo que no me deja saborear la pequeña victoria que debería sentir.

Santori es rápido para esconder cualquier emoción, y esta vez no es la excepción. Se acerca hacia mí, lo suficiente para que su voz baje a un murmullo cortante.

Su mirada se endurece, oscura como una tormenta a punto de estallar. Puedo ver la furia contenida en la forma en que aprieta los puños, en cómo su mandíbula se tensa. Pero lo que dice es aún peor.

—Tú no decides cuándo se termina esto. Lo hago yo.

Su voz es un filo helado deslizándose sobre mi piel. Da un paso hacia mí, y aunque me niego a retroceder, mi respiración se agita.

—No te creas especial, Valeria. Solo eres mi maldito títere, y soy yo quien controla los hilos.

Cada palabra es una daga que busca enterrarse en lo más profundo de mí, pero no le daré el placer de verme temblar. Enderezo la espalda, fingiendo que sus palabras no me tocan, que su control sobre mí no es más que una ilusión.

Mi sangre hierve, pero no por miedo.

Lo miro con una mezcla de furia y desprecio, negándome a dejar que me vea afectada.

—Entonces suéltalos, Santori. Corta los malditos hilos.

Mi voz es firme, pero la rabia en mi pecho me quema como fuego.

—O es que sin tu "títere" no sabes qué hacer?

Sus ojos brillan con algo oscuro, algo peligroso, pero no me aparto.

Santori no responde. No con palabras, al menos.

Lo veo tensarse, su mandíbula marcada por la furia contenida. Pero no me da tiempo de reaccionar. En un segundo, acorta la distancia entre nosotros y me atrapa.

Su boca se estrella contra la mía con la misma brutalidad con la que maneja todo en su vida. No es un beso, es una maldita batalla. Sus labios muerden los míos sin piedad, arrancándome un gemido ahogado entre dolor y rabia. Su sabor me inunda, su respiración ardiente me quema, y sus manos...

Siento sus dedos clavándose en mis caderas, sujetándome con una fuerza que roza lo violento, como si quisiera marcarme, como si necesitara recordarme a quién le pertenezco. Me jala más contra él, contra su calor, contra su maldita obsesión, mientras su lengua reclama mi boca sin pedir permiso, sin suavidad, sin redención.

Trato de apartarme, de empujarlo, pero su agarre es férreo. Me devora con esa necesidad enfermiza que no quiere admitir, con esa rabia que no puede controlar. Y lo peor de todo...Es que yo tampoco quiero detenerlo.

Santori se separa apenas unos centímetros, su aliento aún ardiendo contra mis labios hinchados. Sus ojos oscuros me devoran con esa mezcla de deseo y furia que lo define.

—¿Ves lo fácil que eres de manejar, Valeria? —su voz es un veneno lento, cargado de burla—. Con un beso te callo, con mis manos te someto. Te gusta creerte indomable, pero al final… solo eres otra muñeca rota esperando que alguien la controle.

Su agarre en mis caderas se aprieta aún más, como si quisiera fundirme contra él, como si con ese toque pudiera probar su punto. Me observa con arrogancia, esperando mi reacción, convencido de que tiene el control.

—¡Suéltame, maldito hijo de puta! —escupo las palabras, sintiendo el ardor en mis labios por su maldita agresividad. Me retuerzo en su agarre, pero sus manos siguen firmes, clavándose en mis caderas como si tuviera derecho sobre mí.

Lo miro con asco, con la rabia latiéndome en las venas, y suelto la estocada sin pensarlo.

—¿Así es como consigues que alguien te toque, Santori? A la fuerza. Qué patético. Debe ser jodidamente triste saber que sin miedo, nadie te querría cerca.

Santori suelta una risa seca, oscura, la clase de risa que no augura nada bueno. Sus dedos se clavan aún más en mis caderas, haciéndome saber que aún tiene el control.

—¿A la fuerza? —susurra, acercando su rostro al mío, sus labios rozando los míos con una burla cruel—. No me hagas reír, Valeria. Porque cada vez que te toco, me sigues el juego.

Su aliento choca contra mi piel mientras inclina la cabeza, su mirada ardiendo con algo peligroso.

—Nadie te obliga a gemir cuando te beso. Nadie te obliga a quedarte quieta cuando te toco. Y sin embargo… aquí estás.

Su cabeza se hunde entre mis pechos, dejando un sinfín de chupetones en mi piel, reclamándome como si le perteneciera. Mis manos se aferran a sus hombros, tensas, indecisas entre apartarlo o jalarlo más hacia mí.

Aunque mi mente lo odie, aunque cada parte racional de mí quiera escupirle en la cara y largarse, mi cuerpo jamás estará de acuerdo.

Me levanta con facilidad, sus manos aferrándose a mis glúteos con una posesividad que me roba el aliento. En un movimiento firme, me sienta sobre la camilla, su cuerpo encajándose entre mis piernas sin darme espacio para huir.

Sin delicadeza, sube mi camisa, deslizándola por mi torso hasta sacarla por mi cabeza. El aire frío golpea mi piel desnuda, pero el ardor de sus manos contrasta con fuerza cuando sus dedos recorren mi cintura, sosteniéndome con un agarre firme, posesivo. Pellizca, aprieta, reclama. Como si estuviera dispuesto a dejar su marca en cada centímetro de mi piel.

La camilla es dura contra mi espalda, pero apenas lo noto. Lo único que siento es el peso de Santori sobre mí, su aliento mezclado con el mío mientras su boca devora la mía con una intensidad que me hace perder la cabeza.

No hay delicadeza en él. Nunca la hay. Sus labios no solo besan, reclaman. Sus dientes se clavan en mi labio inferior, arrancándome un jadeo ahogado, y cuando su lengua se abre paso, no me da oportunidad de escapar. No quiero hacerlo.

—Dime, Valeria… —su voz es baja, áspera, cargada de esa arrogancia que me enciende y me enfurece a partes iguales—. ¿En qué momento te estoy obligando?

Su mano se desliza sin vacilación dentro de mi short, explorando con una seguridad que solo él posee. Sus dedos encuentran mi centro con una precisión experta, moviéndose con una frenética determinación que me roba el aliento.

Mi espalda se arquea por instinto, mi cuerpo respondiendo a su toque antes de que mi mente pueda procesarlo. Odio esto. Odio que conozca cada punto exacto para hacerme temblar, que sepa cómo quebrar mi resistencia con solo un movimiento.

Pero más que nada, odio que lo disfrute.

—Eres tú quien siempre me responde. Tú quien nunca se aparta. Tú quien, pese a todas tus malditas palabras, sigue aquí.

Mueve su mano con precisión despiadada, llevándome justo al límite y luego empujándome sin piedad. Mi espalda se arquea, un gemido queda atrapado en mi garganta mientras el placer me sacude con una fuerza imposible de contener.

Me vengo contra su mano, estremeciéndome, temblando, completamente a su merced.Mi cuerpo traiciona todo lo que mi mente se niega a aceptar, cediendo sin resistencia, quebrándose para darle la maldita razón en todo.

Me arranca el pantalón de un tirón, sin darme espacio para reaccionar. Un gruñido escapa de su garganta cuando agarra mis piernas y las sube sobre sus hombros, inmovilizándome por completo.

No hay advertencia, no hay preámbulos. Se entierra en mí con una fuerza que me roba el aliento, arrancándome un gemido ahogado. Mi cuerpo lo recibe sin resistencia, sin opción a negarse, como si hubiera estado esperándolo desde el principio.

Es enfermiza esta necesidad de él. Ver cómo sus músculos tensos y sudorosos se marcan bajo la tela pegajosa de su camisa me hace desear algo que no debería. Sus ojos oscuros y hambrientos atraviesan cada una de mis defensas, arrancándome cualquier vestigio de resistencia.

Aumenta el ritmo, cada embestida más profunda, más salvaje, más desesperada. Mi cuerpo cede sin lucha, rompiéndose de placer bajo él, estremeciéndose con cada movimiento. Un último golpe certero y me pierdo en el clímax, sintiéndolo seguirme segundos después.

Un gruñido gutural vibra contra mi cuello en el mismo instante en que su cuerpo se desploma sobre el mío, su aliento caliente incendiando mi piel.

El aire sigue impregnado del olor a sudor y sangre, mezclado con algo más denso, más íntimo. La camilla rechina apenas bajo nuestro peso, un recordatorio del lugar en el que estamos, de lo sucio y decadente que es todo esto. Pero a Santori no parece importarle. A mí tampoco.

Sus manos aún están sobre mi piel, cálidas, posesivas, como si necesitara marcarme incluso después de haber tomado lo que quería. Su mirada oscura se clava en la mía, estudiándome, desafiándome a decir algo, a romper este momento con palabras que ninguno de los dos quiere escuchar.

Entonces su boca vuelve a encontrar la mía, no con ternura, sino con esa brutalidad arrogante que lo define. Me muerde el labio, su lengua invade mi boca sin permiso, como si buscara reafirmar su control sobre mí. Como si necesitara demostrarme que sigo siendo suya.

Me niego a gemir, a darle más poder del que ya tiene, pero mi cuerpo traiciona cada pensamiento. Lo odio por eso. Me odio por eso.

Él sonríe contra mis labios, con esa maldita superioridad suya.

—No puedes resistirte a mí —su voz es un susurro grave, afilado como una navaja.

Mis dedos se aferran a su nuca, tirando apenas de su cabello. Lo obligo a mirarme de cerca, a ver lo que arde en mis ojos.

—Tú tampoco puedes resistirte a mí, Santori… No somos diferentes —dejo la frase en el aire, disfrutando la forma en que su expresión se endurece, como si odiara la verdad en mis palabras.

No hay más conversación. Solo su boca atrapando la mía con más rabia, más necesidad. Como si intentara borrar mi respuesta con cada beso. Como si quisiera demostrarme que, al final, es él quien manda.

1
Nancy RoMo
🥺🥺🥺
Nancy RoMo
laura no estorbes, les esta salvando el pellejo a todos
Lisseth 👩🏽
Excelente
Lisseth 👩🏽
Excelente gracias
Mar
quiero maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón de este par de locos yo los amo jajaja /Sob//Sob//Sob//Sob//Sob//Sob//Sob/
Nancy RoMo
me gusta este par de justicieros 😆, con todo y sus retorcidas mentes 🤭
Lisseth 👩🏽
Excelente
Lisseth 👩🏽
Dios que locura de verdad ese par deberían estar en el manicomio jajajaajaja
Lisseth 👩🏽
Excelente
Mar
locos es lo que son jajaja quiero maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón maratón
Lisseth 👩🏽
Excelente gracias 🤩
Lisseth 👩🏽
Ese par son desquiciados tienen una mente muy retorcida que me encanta 🥰 como cada capítulo me gusta 👍 más que los anteriores 😍😍😍
Nancy RoMo
cada capitulo me atrapa mas 🤩, me encantan los personajes 😁
Nancy RoMo
te confias santory, valeria es de cuidado 😅
Lisseth 👩🏽
Excelente
Lisseth 👩🏽
Excelente gracias 🙏
Lisseth 👩🏽
Exacto es tu contador Santori
Lisseth 👩🏽
😳😱😱ósea que vale batea para los dos lados wow 😮 jajaja cuando se entere Lucas de eso 😅😅😅😅😅😅 será un golpe bajo para el oh lo enciende más
Nancy RoMo
ambos se aman a su retorcida manera pero se aman 😅
Lisseth 👩🏽
No pues otra loca para un loco 😜
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play