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Manual Para No Morir Otra Ves

Manual Para No Morir Otra Ves

Status: En proceso
Genre:Dominación / Enfermizo / Venganza de la Esposa / Multi-reencarnación
Popularitas:7.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Amilkar

Estas acostumbrado a leer novelas de reencarnacion en donde la protagonista reencarnada se vuelve poderosa, ¿que pasaria si esta novela no es como las demas? ven y lee algo diferente, algo que sin duda te gustara.

NovelToon tiene autorización de Amilkar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Una celebración

El gran salón del palacio estaba abarrotado. La nobleza había acudido en masa, pues se había anunciado un evento sin precedentes:

El duque Vladimir Valentis presentaría oficialmente a su segunda hija, Beatriz.

La noticia había sacudido la corte.

Una hija oculta. Una bastarda reconocida.

La futura reina de Mar Azul.

Los rumores no habían parado en toda la semana.

—¿Beatriz? ¿La campesina que luchó en la guerra? —Dicen que siempre fue hija del duque, pero que la ocultaron. —¡Dioses, la gente poderosa siempre tiene secretos! —Y lo peor… ¡es que el príncipe Aldrin está comprometido con ella!

Beatriz se mantenía de pie en el centro del salón, con un vestido azul profundo que resaltaba su porte fuerte pero elegante. Su postura era erguida, sus manos entrelazadas al frente con una disciplina casi militar. Había enfrentado la guerra, pero esto... esto era un campo de batalla distinto.

A diferencia de Aranza, ella no estaba acostumbrada a los juegos de la nobleza.

Pero en este momento, con todas las miradas fijas en ella, supo que era una presa rodeada de depredadores.

Hasta que Aldrin apareció a su lado.

—Beatriz.

Su voz fue firme, posesiva.

Las damas de la corte contuvieron la respiración.

Él le ofreció su brazo.

—Permíteme escoltarte.

Beatriz vaciló por un instante, sintiendo el peso de los ojos de la nobleza sobre ella.

Aldrin aprovechó la pausa para tomar su mano y entrelazar sus dedos con los de ella.

Fue un gesto claro. Público.

Un mensaje para toda la nobleza.

"Es mía."

Los murmullos se intensificaron.

Pero justo cuando Aldrin creía que la situación estaba bajo control…

Aranza Valentis entró en escena.

Y la diversión comenzó.

Aranza cruzó el salón con toda la arrogancia del mundo.

Su vestido rojo intenso contrastaba con el ambiente formal, y su sonrisa burlona dejaba claro que se estaba divirtiendo.

Las miradas se posaron sobre ella al instante.

La Valentis rechazada.

La que fue reemplazada por una "hija mejor".

Todos esperaban verla humillada.

Pero Aranza no tenía tiempo para darles ese placer.

Se detuvo frente a Beatriz, ignorando completamente a Aldrin.

—Beatriz, querida, bienvenida al maravilloso mundo de los aristócratas idiotas.

Beatriz parpadeó, sorprendida. Sus labios se entreabrieron, pero no encontró palabras inmediatas para responder.

—Oh… gracias.

Aranza la miró de arriba abajo con aparente desinterés.

—Mmmm… Eres más guapa de lo que esperaba. —Tomó un mechón de su cabello y lo inspeccionó con fingida evaluación—. Tal vez demasiado guapa.

Beatriz sintió una punzada de incomodidad y luchó por mantener su expresión neutral.

—¿Eso es… bueno?

—Oh, querida, no lo sé. —Aranza dejó caer el mechón y sonrió con malicia—. Depende de cómo lo uses.

Aldrin decidió intervenir, su voz cargada de advertencia.

—Lady Aranza, es bueno verte de nuevo.

Aranza finalmente le dirigió la mirada.

Y luego… soltó una carcajada.

—¡Ah, claro! El príncipe. Casi me olvido de ti.

Aldrin se tensó.

—No sabía que asistirías.

Aranza le dedicó una mirada de superioridad.

—Bueno, no podía perderme la presentación de mi nueva hermanita. —Sonrió con diversión—. Quería verla con mis propios ojos y confirmar que, en efecto, ella es mejor partido que yo.

Aldrin se incomodó.

—No se trata de quién es mejor…

—¿Ah, no? —Aranza inclinó la cabeza—. Porque a mí me parece que me reemplazaste sin dudarlo ni un segundo.

El silencio se volvió espeso.

Aldrin apretó los labios, buscando una respuesta.

Pero Aranza ya no estaba prestando atención.

—En fin, Beatriz. —Se giró hacia su nueva hermana con una gran sonrisa—. El príncipe es todo tuyo.

Los murmullos en la sala se intensificaron.

Beatriz miró a Aldrin con incomodidad.

—Aranza, yo…

—Oh, tranquila. —Aranza levantó las manos con dramatismo—. No soy de las que lloran por hombres con complejo de héroe.

Aldrin casi se atragantó.

Pero Aranza ya había perdido el interés en él.

A un lado del salón, un grupo de jóvenes aristócratas susurraban entre ellas, sonriendo con malicia.

Lady Camila, una de las más venenosas de la corte, dio un paso adelante con una expresión dulzona.

—Lady Beatriz, qué honor conocerte.

Beatriz sonrió con amabilidad, pero su espalda se tensó.

—El honor es mío.

Camila sonrió con falsedad.

—¡Es increíble lo que ha ocurrido! Una hija oculta, criada como campesina, y ahora futura reina.

Los murmullos aumentaron.

Beatriz sintió un nudo en el estómago.

Camila se llevó una mano al pecho.

—Debe ser un gran cambio para ti… dejar el establo y convertirte en noble.

Las risitas sofocadas retumbaron en el aire.

Pero antes de que Beatriz pudiera responder, Aranza se adelantó.

—Ay, Lady Camila. Qué tierno es ver que aún intentas ser relevante.

El aire se congeló.

Camila abrió la boca, pero Aranza ya había ganado.

Beatriz la miró, completamente atónita.

Aranza le guiñó un ojo.

—¿Qué? No significa que me caigas bien.

El salón estaba en su punto más alto de expectación cuando Vladimir Valentis se puso de pie. El duque no hablaba en vano. Si había tomado la palabra, era porque algo grande estaba por suceder. Los murmullos cesaron de inmediato mientras alzaba su copa de vino con la autoridad de un rey.

—Damas y caballeros.

El silencio se volvió absoluto.

—Hoy no solo celebramos la presentación en sociedad de mi hija Beatriz.

Todas las miradas se fijaron en la joven, quien, aunque nerviosa, se irguió con dignidad. Aldrin sostuvo su mano con más fuerza, brindándole apoyo en medio de aquella atmósfera cargada de anticipación.

—También celebramos el futuro de nuestra familia… y de dos grandes imperios.

Un escalofrío recorrió la espalda de Aranza. Detuvo el movimiento de su copa a medio camino. No, su padre no iba a hacer lo que ella creía… ¿Verdad? Pero por supuesto que sí. Vladimir Valentis nunca hacía un movimiento sin un propósito calculado.

—Hoy, con gran orgullo, anuncio los compromisos de mis dos hijas.

El corazón de Aranza cayó al suelo. A su lado, un noble casi se atragantó con su champán.

—¡¿Qué?!

Los rumores explotaron en segundos, una marea de susurros y exclamaciones de sorpresa que llenaron la estancia. —¿Dos compromisos? —¿Quién es el otro prometido? —¿Qué demonios está planeando el duque?

Vladimir, imperturbable, continuó.

—Mi hija Beatriz, reconocida como la futura reina de Mar Azul, ha sido honrada con la promesa de matrimonio con el príncipe heredero Aldrin.

Aldrin asintió con orgullo, recibiendo miradas de envidia de varias damas de la corte. Beatriz intentó ocultar su incomodidad, pero Aranza lo notó. Su hermana, a pesar de toda su elegancia, no podía disimular la tensión en sus dedos aferrados a la copa. Y antes de que pudiera procesar aquello, la siguiente frase de su padre la golpeó como un mazazo.

—Y mi hija Aranza ha sido elegida como la futura reina de Mar de Fuego, comprometida con el príncipe Cassius Darkmoor.

El aire se volvió irrespirable.

El salón entero se sumió en un estrépito de jadeos y exclamaciones ahogadas. —¡¿Mar de Fuego?! —¡¿Cassius Darkmoor?! —¡Dioses, está sentenciada!

Aldrin se quedó paralizado. —Aranza… —murmuró, girándose hacia ella con expresión de incredulidad. Pero cuando la miró, se encontró con algo que lo desconcertó completamente.

Aranza estaba sonriendo.

No una sonrisa fingida o una mueca amarga, sino una expresión radiante, tranquila, serena… perfecta. Como si acabara de recibir la mejor noticia del mundo.

—Oh, qué maravilla —dijo con dulzura.

Beatriz, aún sosteniendo su copa, la observó con preocupación. Pero Vladimir la conocía demasiado bien. Y en cuanto vio aquella sonrisa, lo comprendió todo. Aranza estaba furiosa. Tan furiosa que quería matarlo.

Sin embargo, él solo alzó su copa con satisfacción. —Por el futuro de las casas Valentis y Darkmoor.

La nobleza brindó con dudas. Mientras tanto, Aranza seguía sonriendo. Sonriendo mientras, por dentro, imaginaba todas las formas posibles de asesinar a su amado padre. Con veneno. Con una daga. Empujándolo por unas escaleras. Dándole un beso en la mejilla antes de estrellarle un jarrón en la cabeza.

Pero no. No aún.

Ahora tenía que jugar el juego de Vladimir. Y cuando llegara el momento adecuado… él se arrepentiría de haberla subestimado.

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Adrimay Machado
algo me dice que no solo fue actuasion
Edna Miranda
jajaja ella jura que no Sue ella si claro en le cree 😂😂😂😂
Edna Miranda
jajajaj no puedo más que pecado hasta me di pesar el pobre 😁😁🤭
Edna Miranda
hay pobrecitos 😂😂😂
Edna Miranda
bueno por lo menos no la tiene de amante eso le da puntos al IDIOTA
Edna Miranda
como dije es un idiota
Edna Miranda
no hay capítulo que no me muera de la risa con esta mujer 🤣🤣🤣
Edna Miranda
amo 💜 a esa mujer
Edna Miranda
🤣🤣🤣🤣
Alana
Autora de dónde sacas tanta cosa? jajaja esta historia me divierte, espero que nos des pronto muchos capitulos
Alana
Jajajjajja
Alana
Ufff, eso cassius. Total, le teme a Aranza ese viejo
Lilith
la portada me encanta pero deberías corregir la última palabra 🫠.
Ves: mirar, observar, ver
vez: repetir
Mikaela: Cierto, no lo había notado. Mil gracias ☺️
total 1 replies
✿~Celeste~✿
Cómo un pollo asado jajajakksks
KATHERINE GUILARTE
la verdad en el fondo ella sabe que es así, solo que su orgullo no la deja aceptarlo
Mikaela: Así es
total 1 replies
KATHERINE GUILARTE
me encanta esta história es súper diferente a las otras reencarnadas
KATHERINE GUILARTE
wow, tremenda joya me e conseguido
San Aguirre
*ves es de ver y vez es de ocasión, sólo ese pequeño detalle.
Mikaela: Totalmente cierto, esperemos no volver a cometerlo, aveces no me fijo bien. Gracias
total 1 replies
Lizeth López
Jjjaja no puedo con la protagonista
mary luzeth
pero es verdad debió hacerse fuerte en su soledad
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