una misteriosa casa donde constantemente desaparecen las personas que entran en su interior.
Sara es una joven introvertida. a la que constantemente molestan sus compañeros de clases. un día, cuando camina sola de regreso a casa. se encuentra con un grupo de chicos que la llevan hasta la misteriosa casa del bosque donde como una broma. la hacen entrar para ver si es capaz de volver a salir.
ella y otro dos chicos se aventuran dentro de la casa. para descubrir que paso en realidad con todas esas personas que desaparecieron allí.
NovelToon tiene autorización de Yesica larez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo 4: Dulce abuelita
Emma, corre - Nathan tomo el brazo de Emma y ambos cruzaron la habitación a la carrera hacia la siguiente puerta.
Detrás de ellos una sombra se acercaba, cubriendo todo a su paso. Emma abrió la puerta y pronto estuvieron a salvó en una preciosa sala de té
Donde ya los esperaba alguien - ya era hora, chicos. Los he estado esperando - una hermosa mujer de largo cabello negro y delicadas facciones, les sonrió invitándolos a sentarse con ella.
Cansados de tanto correr, no dudaron en sentarse a la mesa, pero ninguno de ellos se atrevió a probar lo que había sobre la mesa.
La mujer solo sonrió al verlos dudar - buena elección - dijo con voz dulce - si probaran está comida, sus estómagos se derretirán al instante. Solo mis hermanas y yo podemos tolerarlo.
Emma permaneció en silencio, mirando la hermosa mesa, preparada con tanto esmero. Tenía hambre, pero no deseaba morir. Al menos, no todavía. Aún tenía que regresar a casa para ver a su pequeña hermana.
La mujer pareció leer sus pensamientos porque justo dijo - Sara ya no es una niña - Emma la miró con enojo.
Quiso golpearla, pero Nathan tomo su mano para transmitirle un poco de tranquilidad
- ¿cuál es el siguiente paso? - hablo con calma, a pesar de estar tan molesto como Emma - miro a la mujer y está solo tomo un sorbo de su té, que se derramó un poco sobre el inmaculado mantel, que comenzó a humear.
- ahora deben encontrar a mi hermana hannah, ella les dará la poción de olvido. Y las instrucciones para usarla - explicó la mujer.
- eso es todo - Nathan se levantó furioso, volteando la mesa en el proceso, se enfrentó a la mujer - ni siquiera nos dirá donde está ella - la mujer lo miró sin inmutarse.
- es tu deber encontrarla, yo solo estoy aquí para darte esta información - también ella habló con calma, pero parecía contenerse para no gritar - a fin de cuentas, este es tu castigo por haber entrado a robar aquí.
Con los puños apretados el chico asintió - está bien, lo pagaré. Pero no la lastimes a ella - señaló a Emma que solo miraba sus manos, avergonzada.
- vamos Emma - caminaron hacia la siguiente puerta la 109, está se abrió sin problemas - encontraré a su hermana y saldremos de aquí
Cruzaron hacia la siguiente habitación.
****************
Sara abrió los ojos agitados, miró a su alrededor, alerta. Habían llegado a una habitación llena de algodón. María y Mateo también miraban el lugar.
- ¿y ahora que? - María continuaba molesta por la habitación anterior y solo quería marcharse, así que comenzó a buscar la siguiente puerta. Mateo la imitó.
- creo que debemos buscar una puerta esponjosa - comento el chico, pensando que así funcionaba el sistema de la casa.
Pero Sara que estaba alerta, se dio cuenta de que no era así - no creo que eso sea lo que hay que buscar - señaló una puerta de madera al final de la habitación - ¿Quizás? - camino hacia la puerta y giro la manilla. Esta cedió con facilidad.
La chica quiso llorar de emoción, pero como siempre María interrumpió su felicidad, haciéndola a un lado y cruzando la puerta sin esperar a ver si era seguro o no.
- ella es un poco impulsiva - explicó Mateo al ver la cara de enojo de Sara. Siguieron a María hasta la siguiente habitación y se sorprendieron al ver que estaba vacía.
- esto es raro - Sara corrió hacia la siguiente puerta que también se abrió con facilidad y continuaron así por varias habitaciones más
Que se abrían con facilidad.
Cuando ya habían cruzado siete habitaciones vacías, María se reveló, cansada de caminar - no voy a dar un paso más dijo obstinada, cruzándose de brazos. Se sentó en un rincón y comenzó a llorar.
- solo quiero descansar un poco - Mateo la miró con cara de pocos amigos, pero al igual que ella también él estaba cansado. Pero se negaba a detenerse por nada.
- descansemos un poco antes de seguir - también Sara se sentó, aún le dolía la cabeza y quiso cerrar los ojos, por unos segundos para relajarse. El ambiente se suavizó, y todos, incluido Mateo que continuaba de pie negándose a descansar, comenzaron a sentir mucho sueño.
Entonces las paredes de la habitación se tornaron de un color rosa claro y poco a poco comenzó a escucharse una tierna melodía que inducía al sueño a quien la escuchará.
- no me dormiré - repetía una y otra vez el chico mientras luchaba por no cerrar los ojos.
La imagen de una dulce anciana que lo arrullaba al ritmo de la melodía. Fue lo último que vio antes de desplomarse en el suelo. Que era blanco como la más suave de las almohadas.
- duerme, dulce niño, duerme.
Sara despertó unas horas más tarde, estaba acostada sobre una cama, muy cómoda, miró a su alrededor, pero todo estaba oscuro y apenas distinguía nada. Pensó que todo se había tratado de un simple sueño y que estaba de vuelta en su habitación.
Quiso quedarse un poco más en la cama, pero el olor de algo delicioso, la hizo saltar de la cama. Su estómago se agitó.
Camino descalza por un largo pasillo y llegó hasta una pequeña cocina donde una dulce anciana, servía un cuenco de sopa.
María y Mateo ya se encontraban sentados en una gran mesa repleta de deliciosa comida.
- siéntate Sara - la invitó la mujer, sonriendo con dulzura. La chica dudó unos segundos, pero el sonido de su estómago y el delicioso olor de la comida la animó a obedecer.
La anciana le entrego el cuenco de sopa y un pedazo de pan - provecho mi niña. Luego volvió a continuar con sus tareas.
Los chicos comieron sin parar, hasta atarse. Luego como si de una magia se tratara volvieron a sentir sueño.
- vuelvan a la cama - dijo la anciana sonriendo de manera maternal - los llamaré cuando esté lista la cena.
Todos obedecieron sin dudar. Les gustaba estar allí, y la anciana parecía querer que se quedaran. Así que ellos contentos regresaron a sus camas.
Así pasaron varias comidas, dónde cada vez se convencían más y más que eso era lo que debían hacer, estar con ella para siempre.
Pronto comenzaron a llamarla abuela y este alegro tanto a la mujer que decidió, darles como regalo una prenda a cada uno con su nombre bordado.
A Mateo le regalo un gorro de lana, a María una bufanda y a Sara un bolso de viaje.
Todos estaban muy contentos y querían, darle algo a cambio, por todo lo que hacía por ellos.
Así que poniéndose de acuerdo, fueron juntos a la cocina para sorprender a la anciana con una rica cena. Contentos comenzaron a sacar los ingredientes para comenzar, cuando María pego un grito de horror.
Poco a poco los ingredientes que habían reunido en la encimera de la cocina, habían comenzado a cambiar de aspecto y textura, emanando un fétido y desagradable olor a comida descompuesta.
- ¿qué está pasando aquí? - la anciana entro en la cocina, pero su aspecto ya no era dulce. - no deberían haber entrado sin mí a la cocina. Niños malos.
- a...abuela - los chicos vieron con horror como la anciana comenzaba a caerse a pedazos. Dejando a la vista carne muerta.
- tenía la esperanza de madurar un poco más, pero han roto las reglas, así que tendré que prepararlas mucho antes de lo esperado.
La anciana sacó un hacha pequeña, cubierta de sangre seca. Los chicos volvieron a mirar la cosas sobre la encimera, y vieron con horror que las piezas tomaban formas similares a partes humanas, como dedos, orejas, e incluso algunos dientes podridos que fácilmente podrían ser algún niño.
- chicas corran- dijo Mateo aguantando las ganas de vomitar, su última comida.
La anciana se abalanzó sobre ellos. Y Mateo en un arranque de valentía se quitó el gorro de lana y se lo coloco a la anciana para cagarla, acción que aprovecho María para rodearla con la bufanda y atarla.
Sara con manos temblorosas, tomo el hacha que había caído al suelo. La anciana al ver lo que pretendía, uso su voz suave para persuadirla de ayudarla. la chica dudó, por un momento, recordando la dulce sonrisa de la anciana.
- lo siento abuela, pero eres un moustró - clavo el hacha en el centro de su cabeza y la anciana desapareció.
la habitacion cambio, quedando completamente vacía y un tanto más pequeña.
- vámonos de aquí - dijo Sara un tanto triste por lo que acababa de hacer, acaricio su bolso y contuvo las ganas de llorar.
- si vámonos - la puerta estaba abierta. Uno por uno cruzaron hacia la siguiente habitación.