Sin Elección Villana

Después de que Aine se fuera, Anne salió apurada a buscar al doctor. Antes de irse le hizo prometer a Kristen que, no abriría la puerta a menos que fuera ella. El hombre al escuchar a la mujer toda preocupada, metió algunos utensilios a su maletín y fue a la habitación de Kristen.

—No hay nada de que preocuparse. Cómo puedes ver resultaste ser de los pocos que se salvan luego de beber un elixir de sanación, pero, el mérito se lo lleva la línea de sangre de los Russen, son capaces de resistir a cualquier veneno. —Se levantó, entró todo nuevamente en su maletín y miró a Kristen. —En dos días estarás como nueva, mañana hasta te sorprenderás de ver tu estado.

Kristen asintió al doctor y este se fue, Anne cerró la puerta y vino al lado de su señorita, le vio con un rostro triste, deseaba tanto poder ayudar a su señorita, sin embargo; no tenía como, ni siquiera pertenecía a una buena familia. Los Russen la recogieron y le permitieron vivir ganando algunas monedas, pero, eran tan pocas que no podía sustentarse ni a si misma, sin la ayuda de Kristen brindándole una mano, tal vez ella no estaría más en esa casa, sino que, sería un mendigo en las calles. Cuanto le debía a su señorita, y no encontraba la manera de como pagarle.

Por el lado de Kristen, ella se sentía como una mierda, no tenía ganas de vivir y todo su cuerpo le dolía. Miró el techo con mucha concentración, olvidando así la presencia de Anne en la habitación. «Voy a matarlos, lo he decidido. No dejaré a ninguno vivo, todo Russen será exterminado por mis manos».

«¿Y ese hombre? Lo dejaré para el final, junto con Isabela». Planeaba en sus adentros.

Y después de pensar en las maneras en como acabaría con su sufrimiento, el sueño le vino y esa noche pudo descansar, sin sufrir por el insomnio o las pesadillas. No soñó absolutamente nada.

Y como dijo el doctor, Kristen se despertó casi completamente curada, solamente quedaba la cortada del brazo y el abdomen por curarse, además, las otras heridas no dejaron cicatrices. Al parecer el elixir si era uno muy caro, como dijo Aine.

Estiró los brazos y luego hizo un par de sentadillas, después lagartijas y luego saltó la cuerda y terminó corriendo en el patio que da a su habitación.

Cuando Kristen llegó a las prácticas, Khal se sorprendió al verla. Se acercó con las cejas arrugadas donde ella.

—Recuerdo haberte dado permiso por una semana. —Se rascó la cabeza como dudando un poco, había bebido la noche anterior —así que pudo imaginarlo todo—.

—Luces mejor que ayer. —Khal le sonríe.

—Ciertamente me dio el permiso, pero, ahora me siento bien. Así que, vine a la práctica. —Kristen le comentó a su entrenador.

—Hoy haremos treinta minutos de combate cuerpo a cuerpo. Elige a tu compañero. Voy a salir, quedarán en manos de él señor Morrison. —Khal levantó la voz en lo último, así informando a los demás. Le dio una palmada en el hombro a Kristen y se retiró.

Mae se aproximó con una sonrisa sínica, se detuvo a metro de distancia de Kristen. —¿Puedo ser tu compañero de combate?

Kristen apretó los dientes y con una mirada fría respondió: —Sería un gusto, tenerte por compañero. «La voy a matar». Kristen no le apasionaba esa palabra —matar— pero, al parecer, tendría que usarlo de ahora en adelante y también ponerlo en acción.

—Oh, no sabía que tenías tantas ganas de volver a combatir conmigo. —Mae sonríe falsamente, quería parecer amable, sin embargo; su cara formó una mueca graciosa.

Kristen no le contestó, más bien se dio la vuelta y se encaminó a la arena. Mae chasqueó la lengua y siguió a Kristen.

«La otra vez perdí, debido a que estaba herida. Está vez será diferente». Mae era su prima y quién le había ganado días atrás, por eso recibió una bofetada por parte de su madre y Aine casi la mató con el elixir de sanación. «No necesito un arma para matar». Eso pensó Kristen.

Kristen suspiró sin deshacer esa fría mirada. Hacía poco tiempo temía matar o herir a alguien —se imaginaba incapaz de herir siquiera a un animal—. Sin embargo, por como era la situación; es su vida o el de los demás, y ella siempre elegirá la suya.

El señor Morrison levantó su mano derecha y después la dejó caer. Inició el enfrentamiento.

Mae se arrimó con una patada rápida, dándole en el vientre a Kristen y le hizo retroceder unos pasos, más no cayó. La sonrisa de Mae se agrandó y le dirigió una mirada de superioridad.

Esta vez Kristen se acercó con rapidez. Mae lanzó su puño derecho con fuerza, pero, fue sostenido por Kristen, quién saltó y abrazó con sus piernas la cabeza de Mae, los cuerpos cayeron al suelo. Y Kristen apretó con toda su fuerza y giró su cuerpo hacia el lado contrario. «Crick» el brazo de Mae hizo ese sonido.

—¡Ahhhhh! —Morrison miraba desde arriba la escena, no mostró señal de parar el combate. Kristen siguió apretando con fuerza y Mae se desmayó, ya que, no soportó el gran dolor.

—Finaliza el enfrentamiento. —Morrison se levantó de su asiento y cruza las manos. Kristen se alejó del cuerpo de Mae, el cual tenía marcas en todo el cuello, brazo y su cabeza estaba roja por completo.

—Tks. —«Debí de hacer algo más mortal». Kristen pateó el suelo con molestia y salió de la arena. Otros compañeros sacaron el cuerpo inconsciente de Mae y continuaron con los demás enfrentamientos.

Después de ver unos cinco enfrentamientos, Kristen le pidió a Morrison retirarse y este se lo permitió.

Kristen cruzó por el jardín que llevaba a la sala principal, y cuando entró en el edificio vio a Ruth parada con un vestido turquesa —cosa rara—. A Ruth no le agradaban los vestidos. No le iba a saludar, pero, cuando escuchó la voz grave de ese hombre, lo hizo.

—Saludos al líder de familia de los Russen. —Ruth la miró con curiosidad, preguntándose cuando pudo conocer a su padre. Ese hombre casi nunca estaba presente en estos edificios.

—¿Quién es esta niña? —El hombre le preguntó a Ruth.

—Es el octavo de la familia, su hija Kristen. —Lo último salió sin ganas de la boca de Ruth.

—Con razón se me hacía familiar, es el segundo con el color de mi pelo, los demás no se parecen en nada a mi. —Ruth presionó los dientes. Sabía que su padre amaba demasiado a Liam, solamente porque tenía rasgos parecidos a los de él. —Kristen… no es mal nombre, se parece al mío, Bela es muy buena con los nombres. —Con una sonrisa impecable halagó a su esposa.

Kristen se mantuvo callada, no importa si las palabras del hombre sonaban amables o que las dijo con una sonrisa plasmada en su cara, ella sentía miedo, mucho miedo. El aura de ese hombre era muy amenazante y abismal. Sus piernas temblaban y sintió su garganta reseca.

—Lo he decidido, vendrás al baile conmigo. Ruth, indícale a tu hermana cómo debe ser la vestimenta. Si algo sale mal, entiendes de quién es la culpa ¿Cierto? —Y del rostro del hombre no se esfumó esa sonrisa, pero, se podía sentir el peligro en sus palabras. ¡Ay del que quisiera ir en su contra!

Y antes de irse, el hombre acarició la cabeza de Kristen, y cuando esos dos estaban bastante lejos, Kristen sintió débil las piernas y cayó sobre sus rodillas sudando frío y sintiendo su respiración agitarse.

«¿Cómo voy a poder matar a ese monstruo? ¿Debería rendirme?».

«¡No!». Se levantó aún débil y caminó sosteniéndose de las paredes del edificio.