LOS HILOS DEL DESTINO

Ariadna ya tenía 3 meses de embarazo, Peter se encargó de que se le pusieran todas las inyecciones que le indico el médico, para ayudar en su anemia, y se aseguró que no le faltará las pastillas que le ayudarían en su embarazo, seguían las instrucciones tal cual se las dio el médico, siempre le estaba pidiendo que le dijera si algo se le antojaba, si tenía algún malestar o síntoma raro, no importaba la hora en que fuera, él iría a conseguir lo que ella quisiera, los primeros días cada uno estaba en su departamento, pero Peter siempre estaba mandando mensajes y llamando para ver cómo se sentía, tenía miedo que se sintiera mal y estuviera sola, por lo que termino convenciéndola de dejarlo

quedarse con ella aunque fuera en otra habitación, incluso si tuviera que dormir en la sala, si así ella deseaba, así lo haría.

Ariadna no muy convencida, lo termino aceptando en su casa, Peter le cuidaba mucho, estaba al pendiente de ella, cuando estuvo la oficina lista, empezó a ir a trabajar, preocupado por ella, contrato a alguien que le ayudará a Ariadna con las labores del hogar, porque hasta ese momento ella lo hacía todo, le gustaba hacerlo ella misma, pero Peter no quería que se esforzará y además le servía de compañía mientras él no estaba en casa, por si llegaba a sentirse mal, que tuviera a quien recurrir en lo que él llegaba.

Cuando Anna se enteró del embarazo de Ariadna, le dio mucho coraje, su plan no había funcionado para alejarlos por completo, mientras no la encontraba ella se sentía feliz, sabía que tarde que temprano ella sería visible a sus ojos, pero para su mala suerte, él terminó encontrándola, y aunque no estaban bien, lo estaban intentando, además saber que sería padre, la hizo sentir derrotada, con ese hijo no habría manera de hacerlo desistir de estar con ella, por lo que, o se deshacía del bebé o desistía de esperar a que él se diera cuenta de que ella lo amaba y buscaba olvidarlo. Ofuscada se decidió por una última oportunidad de buscar su amor y sería con la primera opción. A partir de ese día empezó a maquinar su último plan para separarlos, no se rendiría fácilmente.

Peter estaba feliz con la llegada de su hijo, cada noche antes de ir a dormir, le hablaba pegando su mano o mejilla al vientre de Ariadna, quien a esas alturas ya le permitía incluso dormir a su lado, pero sin tener intimidad, cada detalle de Peter estaba haciendo que volviera a confiar y aceptarlo nuevamente, a veces, ella misma se preguntaba porque sentía un poco de rechazo, a lo cual, se contestaba que a lo mejor era, que por las hormonas del embarazo se sentía más desconfiada, que por ello se sentía todavía ofendida, a pesar de que él le mostró que todo fue una trampa de alguien y que él la amaba; también pensó era que a lo mejor se habían precipitado y no lo amaba como ella pensaba y el haberlo visto en los brazos de otra, su mente y corazón vieron la oportunidad de alejarse de él; otro pensamiento le decía que a lo mejor era muy exagerada y él no se merecía lo que ella hacía para no volver a tener esa relación que tenían antes, ya que, algo que tenía muy claro, es que Peter era un buen hombre.

Ariadna se sentía mal por no darle la oportunidad de recuperar por completo su relación, pero a pesar de que deseaba continuar con los planes de boda, darle un hogar y familia a su hijo, por otro lado, las dudas la hacían sentirse incómoda, esperaba que todo fuera por sus hormonas, por lo cual, le pidió tiempo antes de retomar los planes para casarse.

Cuando fueron a la cita de control, les mostraron a su bebé, Peter tenía un nudo en la garganta y sus ojos brillaban por una pequeña lágrima que quería salir de la emoción, estaba viendo por primera vez a su hijo, no se sabría aún que sería, pero saber que estaba ahí, verlo, escuchar sus latidos, fue tan emocionante, que podía mostrarlo en sus gestos faciales. Beso a su amada en la frente y le agradeció por hacerlo tan feliz. Ella solo sonreía al verlo tan feliz con su hijo.

A las pocas semanas tenía Peter que viajar para supervisar sus negocios en estados Unidos, tenía quien se estaba haciendo cargo de las empresas, pero estaban teniendo una negociación muy importante y uno de los nuevos socios deseaba hablar directamente con el dueño, por lo que debería viajar, invito a Ariadna a acompañarle, pero ella le pidió quedarse, tenía que ultimar los detalles de la campaña, por lo que se quedó y Peter viajo, no sin antes asegurarse de que se quedará alguien al pendiente de ella, tanto la persona que le ayudaba como a Ariadna, Anna, su asistente y a Joss estarían al pendiente de Ariadna.

Cuando por fin llegó a la reunión con quienes ya eran sus socios y los que serías sus nuevos socios, quedó sorprendido, frente a él tenía a la persona que menos se imaginó, era el señor Andrés Echeverrian, padre de Ada, lo supo tanto por el nombre, como por las fotos que el detective le había hecho llegar meses antes. Peter deseaba que esa reunión terminará pronto, se sentía inquieto, por más que trataba de poner atención, sus nervios no le permitieron concentrarse completamente, necesitaba aprovechar la oportunidad para hablar de una vez con Andrés Echeverrian.

Nunca había deseado tanto que una reunión de trabajo terminará, como en esta ocasión, cuando le toco hablar y asegurar a sus nuevos socios que ellos eran la mejor opción, se mostró firme y seguro como siempre, como el gran negociante que era. Después de la reunión, Peter se despidió de cada uno, saludándolos de mano, hasta que llegó a Andrés, a quién le pidió hablar con él a solas. Una vez salieron todos, ambos volvieron a tomar asiento después de cerra la puerta para evitar interrupciones o que alguien estuviera escuchando lo que dirían.

·    Bueno señor Aragón, usted dirá para que soy bueno, dijo Andrés ajustando su saco.

·    Solo me gustaría platicar con usted, me gusta conocer a mis socios.

·    Entiendo, a mí también me gusta conocer a mis nuevos socios, solo que yo ya hice mi tarea y lo investigue, comprenderá que no voy a invertir en un proyecto sin conocer con quien estoy tratando.

·    Ja, ja, ja, veo que estamos en la misma sintonía, señor Echeverrian, pero dígame Peter, ya que estaremos en contacto, me gustaría que pudiéramos tener más confianza.

·    Me parece bien, usted puede decirme Andrés, pero no creo que esto haya sido solo para presentarnos, ¿cuál es la verdadera razón de esta plática?

·    Solo deseaba conocerle un poco más, por el hecho de que a partir de ahora tendremos en común nuestros intereses.

·    Ya veo.

·    Tengo entendido que tiene una hija de 23 años, ¿Ada?...

·    Ya no tengo hija, mi hija murió hace algunas semanas, dijo con seriedad y la voz entrecortada.

AGRADEZCO POR LOS LIKES Y EL APOYO QUE ME HAN DADO HASTA ESTE MOMENTO, ESPERO PODER SEGUIR ESCRIBIENDO TEXTOS DE SU AGRADO