Naomi es una excelente esposa y madre abnegada, pero tiene un secreto que nadie sabe. Un día comete un error y por accidente besa a un hombre que no es su marido. Esto le dará un cambio al rumbo de su vida. ¿Qué será de Naomi? Los invito a descubrirlo.
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Capítulo Once
Anselmo estaba desesperado, por un lado, no quería perder a su nueva esposa, pero por otro extrañaba horrores a su familia. Silvia era tan demandante e insegura que se ponía muy mal cuando él manifestaba algún deseo de ir a ver a su hijo, temía que él quisiese volver con su exesposa. Así que pensó, que lo mejor sería cortar el suministro de dinero para Naomi y su hijo. Eso la obligaría a buscarlo y tendrían que hacer las cosas legalmente bien hechas. Y él podría tener contacto con ellos, como una obligación y no como un deseo suyo.
Lo que Anselmo no sabía, era que su esposa, les había prohibido a sus secretarias pasarle ninguna llamada, mensaje o recado proveniente de su familia. Y las veces que su madre lo llamo al celular ella lo interceptó y eliminó los mensajes. Silvia controlaba totalmente, la vida de Anselmo sin que este se diera cuenta.
Como la noticia de su nuevo matrimonio se había hecho conocida. Pensó que debía ir a ver a su hijo y hablar con él. Cuando llegó a la casa se dio cuenta de que habían cambiado la cerradura. Se enfureció y comenzó a tocar el timbre de forma frenética, su madre salió a atender.
_ ¿Qué es esa forma de tocar, te has vuelto loco? - le dijo mientras le abría el portón.
_ ¿Quién demonios les dio permiso de cambiar la cerradura? - gritó, entrando como un tornado a la casa.
_ Tú ya no vives, aquí - habló Naomi, enérgicamente, desde la sala. Anselmo la miró. Se veía muy bonita. Se dio cuenta en ese momento, de lo mucho que hace tiempo quería verla - No tienes derecho a reclamar nada.
_ Claro que tengo derecho. Puede que ya no sea mi casa, pero esta es mi familia y tengo derecho a entrar o salir cuando se me plazca - levantó la voz.
_ ¿Y hasta ahora te acuerdas que somos tu familia? - dijo su exesposa, con sarcasmo.
El hombre se acercó de golpe, ella no hizo ni un gesto. Se paró frente a ella y se dio cuenta de que no lo veía.
_ ¿No puedes ver? - preguntó mientras movía su mano frente a ella - ¿Cuándo pasó?
_ No te importa ¿Para qué has venido? - el hombre sintió una opresión en el pecho al verla así.
_ ¿Qué te ha dicho el médico? - su tono de voz se tornó más amable.
_ Anselmo ¿Qué quieres? ¡Qué diablos te importa! ¿De verdad, eres tan cínico? Se dio cuenta de que la estaba alterando. Además, ella tenía razón. No tenía derecho a preguntar.
_ No vine a pelear. Solo quiero ver a Pablo ¿Dónde está?
_ Está en su habitación - le indicó su madre. Naomi se dio vuelta y le dio la espalda.
Anselmo subió rápidamente, las escaleras.
_ Pablo, abre. Soy papá - dijo con voz alegre.
_ Vete no quiero verte.
_ Hijo, no te pongas así. Ábreme ¿sí? Papá quiere darte un abrazo - recostó su cabeza por la puerta - Te traje muchos regalos. Hijo, ábreme, por favor.
_ ¡NO QUIERO VOLVER A VERTE NUNCA! - le gritó. Lo escucho llorar en voz alta - No vuelvas nunca más.
_ Hijo - las lágrimas comenzaron a brotar como cataratas de sus ojos - por favor, déjame explicarte. Hijo, te amo.
_ Yo te odio, nos abandonaste a mi mamá y a mí. Ahora tienes otra esposa, ve a tener otro hijo. Yo ya no quiero ser tu hijo.
Anselmo oía llorar a su hijo. Quería abrazarlo, consolarlo. Se sintió una basura.
_ Anselmo, déjalo ya. ¿No ves que lo pones mal? - le dijo Naomi.
_ ¿Yo lo pongo mal? Tú lo pusiste en mi contra, maldita bruja.
Descargó su frustración y su enojo en ella.
_ Yo no hice nada. Tú solo hiciste todo esto. Yo jamás le hablé mal de ti.
_ Tú fuiste la que inició todo esto. Tú destruiste nuestra familia y te atreves a decir que yo hice que mi hijo me odie.
_ Yo no hice nada, y tú lo sabes. Intenté explicarte y no quisiste creerme. No lo hiciste porque evidentemente, ya tenías a tu zorra - le gritó furiosa y adolorida.
_ Cállate - le dio una bofetada que la hizo caer al piso. Su suegra se apresuró hasta ella para ayudarla a levantarse.
En eso, su hijo se abalanzó sobre él y comenzó a golpearlo con todas sus fuerzas.
_ ¡Vete! ¡Vete! ¡Te odio! ¡No vuelvas a tocar a mi mamá! - el niño lloraba y lo golpeaba una y otra vez - ¡Te odio!
Anselmo tomó por los hombro a su hijo y lo zamarreó.
_ ¡Basta! ¡Basta! Soy tu padre. A mí me respetas - iba a darle una bofetada y su madre lo sujetó.
_ No te atrevas, a ponerle un solo dedo encima, a nuestro niño - el jovencito se abrazó a su madre mientras su abuela los cubría con su cuerpo - Te largas ahora mismo de esta casa.
Su hijo la miró con rabia, parecía querer golpearla.
_ Esto no se quedará así - las amenazó y luego miró al pequeño - y tú, eres mi hijo te guste o no.
Salió de la casa hecho una furia. Subió a su auto y fue directamente a ver a su abogado. No se quedaría tranquilo hasta recuperar a su hijo. Aunque fuera por la fuerza.