Sin Elección Villana
Abrazaba su cuerpo, en un intento de calmar el dolor y darse calor. No podía dejar de llorar, sus lágrimas humedecían las prendas sucias y llenas de agujeros. El olor de la habitación era nauseabundo, pero, ese era el único lugar que tenía. Sus heridas frescas goteaban el líquido rojo y su cuerpo temblaba debido al miedo.
Y a una corta edad no creía que existía salida de esa dolorosa vida, tal vez morir le daría paz.
Sentada en la oscura habitación con el frío de la noche, con su rostro enterrado en sus rodillas, finalmente le vino el sueño y al menos pudo descansar en ese momento, lo cual fue muy pasajero. Deseó poder parar el tiempo para disfrutar ese momento.
—Despierta. —El agua fría la hizo sobresaltar. Era tan helada. Levantó su vista y observó a la mujer que tenía en frente, quien vestía de negro con joyas brillantes en su cuello y mano. Esa mujer era su madre y también era la persona por la cual sentía un gran odio. —¿Aprendiste la lección?
Temblando asintió en respuesta. No podía hablar debido al dolor en su mandíbula, aún podía sentir el sabor a hierro en su boca.
—Arriba, es hora de regresar a casa. —«Casa» pensó. Ese sitio no se podía llamar casa, no merecía llamarse así. Se levantó con dificultad, con una mano se agarró el estómago apretándolo un poco, también así sintiendo un dolor intenso.
Escupió una gran cantidad de sangre, y tosió repetidas veces. Buscó la ayuda de su madre con su mirada, pero, ella la miró desde arriba molesta. Su madre se acercó y la sostuvo del pelo, jalándole esa parte y haciéndole gritar de dolor.
—Perdón. —Se mordió la lengua y escupió sangre en el vestido de su madre. La mano de su madre, golpeó fuertemente su mejilla.
—Parece que no has aprendido nada. —Su madre no soltó su cabello, y la arrastró sosteniéndola en esa parte. Sus piernas débiles no pudieron seguir caminando y cayó al suelo, sin embargo, su madre no se detuvo y siguió jalándole el pelo. Sintió mucho dolor y por mucho que gritó nadie le socorrió. ¡Qué infierno!, solamente esa palabra podía definir su vida.
Después de eso, estando en su habitación tomó una ducha con ayuda de la empleada. Tenía algunos hermanos y hermanas, no se llevaba con ninguno y de todos los empleados la única en la que tenía confianza era en Anne. Ella era quien la educó y también era quién la siguió cuidando, curando sus heridas, ayudándola con sus baños y dándole buena comida. Si fuera por su madre moriría hace mucho tiempo.
—¿Le duele, señorita? —Anne tocó con delicadeza su cuerpo, evitando lastimar su ya, herida piel.
—No duele tanto, ahora soy fuerte. —Sonrió con incomodidad. Gracias a la medicina que le había dado Anne al menos podía hablar sin morder su lengua. Luego suspiró con cansancio.
—Se que es muy valiente, pero no me mienta. Después del baño tome una siesta. —Asintió en respuesta.
Luego Anne la vistió, le agregó pomada en sus heridas y la llevó a acostarse. Se acostó quejándose un poco del dolor y durmió un poco. Anne la observó y se sintió mal al no poder hacer nada para ayudar.
Salió de la habitación y apagó la luz.
En los pasillos, Anne hizo una reverencia al ver a la segunda hija de la familia, Ruth. Joven de bella apariencia y siempre encantadora.
—¿Dónde está mi hermana menor?
—En su habitación, señorita. Acaba de volver del confinamiento. —Anne mordió sus labios cuando sintió como la chica pasó a su lado, yendo en dirección a la habitación de Kristen. No podía hacer nada para detener a esa chica.
Mientras tanto, Kristen dormía y su respiración aumentaba bastante, como las imágenes ocurrían en su cabeza. La estaban golpeando en sueños y ella sentía tan real el dolor.
«¡Mamá, sálvame por favor!». Su voz era baja, tan baja que nadie sería capaz de escuchar. Intentó gritar, sin embargo, su voz se siguió escuchando baja. Buscó la manera de escapar, pero todas las puertas estaban selladas y la volvieron a atrapar. No hay nadie a quien acudir.
Sintió su respiración acortarse, los golpes eran demasiados. «Voy a morir».
En eso, su hermana abrió la puerta de la habitación y ella se sobresaltó, saliendo por fin de esa pesadilla. Sudando frío y temblando bastante.
—¿Qué te sucede? Pareces haber visto un fantasma. —Encendió la luz. Su hermana se acercó a su cama, y se sentó en la parte inferior. —Te ves horrible. ¿Te gustó la habitación de confinamiento? Todos pasamos por ella, y no fue para tanto. Siendo tu primera vez me preocupo un poco. ¿Déjame ver?
Kristen trató de retroceder, pero, no había a donde huir. Una sonrisa burlona se formó en el rostro de Ruth.
—Pareces un ratón, buscando escapar. Sabiendo que no hay escape, una vez que el gato te pise la cola o, ¿Cortaras tu cola? —Con una sonrisa inquietante. Ruth miró su cuerpo lleno de heridas.
Ruth presionó su índice en la costilla de Kristen —quien dejó salir un quejido y luego escupió sangre— Kristen miró a Ruth con una mirada resentida.
—Tus órganos internos parecen estar muy heridos. ¿Me pregunto si morirás con esto? Si eso pasa, demuestra que no perteneces verdaderamente a nuestra familia. —Ruth se acercó más a ella.
Luego golpeó con su puño el estómago de Kristen y más sangre volvió a salir, manchando así las sábanas.
—Si quieres puedo matarte, así damos fin a todo eso. —Sugirió Ruth a su hermana menor.
—Mátame por favor. —Ruth se impactó y al mismo tiempo se decepcionó. Nadie de su familia huiría solamente por recibir unos pocos golpes. —¡Si no me matas, te vas a arrepentir de ello, porque los mataré a cada uno de ustedes, los cortaré en trozos y les daré a los caninos sus carnes para que devoren! —Su mirada lució vacía y así también se notó la sed de sangre en ellos.
Ruth sonrió con felicidad, cogió entre sus palmas el rostro de Kristen y le plantó un beso en sus labios.
—Por fin, ahora sí pareces una de nosotros. —Confesó encantada Ruth.
Kristen escupió en su cara, ensuciando el rostro de su hermana con sangre.
—Y tenías que ensuciarme, que asco. —Se limpió con un pañuelo que llevaba guardado en su pantalón. —Bueno, ya me voy. Duerme hermana.
«Tengo ganas de vomitar, esta familia da asco».
La familia Russen, conocida por ser unos despiadados y sus hijos son considerados grandes caballeros capaces de ir a la guerra y volver intactos. Sus hijas, aunque parecían delicadas son criadas para matar a cualquiera. Una familia que sirve a la realeza. Nacidos para serle fiel al emperador y a la emperatriz de Madgir. Imperio situado al norte, la mayoría del tiempo nevando.
Aunque parece que la fidelidad no es eterna.
Al día siguiente, Kristen despertó temprano, se vistió con su uniforme de entrenamiento y caminó aguantando el dolor y cuando por fin llegó, suspiró de alivio.
—Oh, mira a quien tenemos aquí. Luces horrible Kris. —El primer hijo de la familia, Naim. Se le acercó.
—¿Qué haces aquí? —Ella le preguntó a su hermano.
—No es tu asunto. Pero tengo un elixir capaz de curar cualquier enfermedad, si me das tu pureza te lo daré con gusto. —Kristen se molestó y lo empujó y luego pasó dejándole atrás.
—Eres mi hermano. —Y luego escupió al suelo debido a las náuseas que sentía después de escuchar aquello. Ciertamente el incesto era algo que se practicaba en el reino, pero, pensó que esas cosas no pasarían en una familia de asesinos.
Se formó en la fila y esperó al entrenador, quién era un asesino de alto rango. Kristen pensó un poco en como sería matar a alguien, acaso no sentían lástima. Se preguntaba. Le era imposible matar a un animal, sin embargo, últimamente no podía evitar tener ganas de matar a todos esos que dicen llamarse su familia.
—Hermana. —Se le acercó la tercera hija de la familia, Aine. Su rostro lucía amigable, sin embargo, Kristen la conocía muy bien. Su hermana intentó abrazarla, sin embargo, Kristen dio un paso atrás para evitar el abrazo, pero, sus heridas redujeron su velocidad.
Y recibió una herida con la daga que Aine escondía atrás de su espalda.
«¡Ya mátenme, esto es un infierno!». Meditó Kristen mientras presionaba con la mano para no perder tanta sangre.
—Lo siento hermana, es que dicen que el hierro es más fuerte cuando lo golpeas más. Solamente intento hacerte fuerte. —Dijo con una voz tierna, que a Kristen le provocó ganas de tirarse a un precipicio.
«Soy de carne y hueso», Kristen formó una sonrisa en su boca en un intento de parecer indiferente, además, no era bueno hacer enojar a esos psicópatas.
—¿Y te duele mucho? —Cuestionó mientras le picaba con los dedos la herida —herida que la misma Aine le causó— Kristen carcajeó de forma cínica.
—No, no duele. Córtate a ver si duele, creo que sentirás lo mismo que yo. —Y Kristen volvió a carcajear como una loca.
Aine retrocedió un paso atrás, y se quedó observando a Kristen con cara confundida.
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Comments
Nany Aguiar
😲 Áine, así se llama el personaje principal de mi novela, le puse así porque en la mitología antigua se conoció un hada que se llamaba así. Wow, para ser un nombre poco común, me llama la atención que lo usaras también
2024-08-20
2
Nany Aguiar
🙄 Asqueroso
2024-08-20
1
Nany Aguiar
Existente mujeres que no merecen llamarse "madres"
2024-08-20
1