María Cavalcante, una joven de 19 años que perdió a sus padres en un accidente hace 3 años, tiene una amiga, la mejor y única, Beatriz Menezes. Se conocieron en la facultad donde María es becada, muy estudiosa siempre fue muy esforzada y la mejor de su clase, no dejó que el dolor la consumiera. Ella heredó un apartamento de sus padres y se quedó sola, ahora, en la etapa final de la facultad, necesita un empleo, y ¿quién la ayudará? Su amiga, que viene de una familia acomodada, y su tío, un solterón convicto, decepcionado de la vida por encontrar a su novia con su primo, Júlio, en una despedida de soltero pocos días antes de la boda... Hoy, a sus 39 años, no quiere más relaciones a pesar del vacío y la soledad, ha decidido que las mujeres son solo por una noche... Hasta que una pequeña morena aparece... parece frágil... pero es un huracán...
Tu amigo Gael también tendrá algunas sorpresas...
Los espero...
NovelToon tiene autorización de Neide Fernandes para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
.13
María
A las 11:45 le aviso que falta poco para la reunión y ya reuní los documentos. Él me dice que baje y espere al señor Garcés ahí abajo y lo trate bien, porque es un cliente muy importante.
Cuando bajo, Layne me mira con disgusto, no me importa, sobreviví a la universidad, ella no es nadie comparado con esos leones.
Layne
Es ridícula, insignificante, no sabe arreglarse y se cree demasiado, pero la haré caer de ese pedestal. Pensé que sería ascendida a secretaria del maravilloso gato y así convertirme en la primera dama de la empresa... Ahí viene ella, sin porte ni postura.
Cuando aparece el señor Garcés corro a recibirlo, le doy las buenas tardes y me presento...
María
Espero a que la entrometida termine y luego digo...
Buenas tardes, señor Garcés, soy la nueva secretaria del señor Porto, por favor sígame, él lo espera...
Garcés
Claro, ¿cómo se llama, señorita?
¡María!
Garcés
Eres muy joven.
María
Estoy terminando la universidad. Y este es mi primer empleo. Hablo mientras explico que soy amiga de Bia, que es sobrina de mi jefe.
Cuando llegamos, lo anuncio y él entra a la sala...
Rafael
Garcés, amigo mío, hace tanto tiempo.
Garcés
Lo mismo digo, Rafael, parecen siglos. Hay mucho sangre nueva por aquí...
Rafael
No me gustó lo que dijo, conozco su reputación. Le gustan las jovencitas... No es asunto mío, pero al mismo tiempo sí, ya que Di me pidió que la ayudara a ella... Solo eso...
¿Qué lo trae por aquí? Le pregunto.
Garcés
Directo al grano, ¡me gusta eso! Bueno, sé que su empresa está en una excelente etapa, creo que podemos hacer grandes negocios juntos. Además, estoy aún más entusiasmado, me gustó la forma en que trabaja su secretaria, es animada, comunicativa.
Rafael
Con todo respeto, quiero que mantenga el profesionalismo con ella. Es joven, la estoy ayudando a entrar al mercado laboral. No permitiré ciertas cosas.
Garcés
¡Ah, vamos! Fue solo un comentario.
Rafael
No soy idiota, sé lo que quiso decir.
Garcés
Mejor hablemos de trabajo entonces.
Rafael
Mucho mejor. Así cambió de tema, pero yo ya no quería trabajar con él, esa sonrisa falsa me dio asco.
Cuando se fue, preguntó si Mary podía acompañarlo a la salida...
Te necesito, Mary, creo que Garcés ya sabe el camino.
Mary
Por supuesto, señor, como usted prefiera. Me quedé porque él dijo que me necesitaba, pero me sorprendí con lo que vino después...
Rafael
Mira, escucha lo que te voy a decir, y lo haré por ti, algo que nunca hice por nadie, considerando que tu padre no puede hacerlo y que eres protegida de mi hermano.
Ese viejo asqueroso, está interesado en ti. Y en el primer momento en el que tenga la oportunidad de quedarse a solas contigo, intentará aprovecharse de ti. Estoy cansado de ver cómo se repite esto. Y créeme, nunca tendrás suficiente crédito para que crean en ti. Él es un millonario que comprará jueces y fiscales, y nunca volverás a tener un empleo decente.
Mantén distancia.
Mary
No supe qué decir...
Rafael
Estaba pálida. Así que terminé la conversación... puede retirarse, señorita Mary.
Mary
Gracias...
Lloré y ni siquiera sabía la razón. Fueron cinco minutos. Supongo que fue algo como el pavor. Pero pasó. Le agradecí después. Pero cuando le llevé el café, era el señor, no me vuelva a hablar.
