Amelia Xhu, es la joven y única sobrina del Patriarca de la familia Xhu, quien la ha criado desde su niñez. Al cumplir los 23 años, Amelia fue obligada por su tío a tener citas a ciegas con hombres que no conocía para que pudiera asentarse y tener algo de vida amorosa, y quien sabe, hasta casarse y tener hijos.
Sin embargo, cada cita a ciegas terminaba en fracaso cuando los hombres escuchaban a que se dedicaba, estos huían inmediatamente con excusas al saber su profesión. Finalmente terminó frustrada y se dio por vencida con su vida amorosa.
Pero lo que no sabía era que un pequeño descuido la llevaría a conocer al hombre con quien había soñado en incontables ocasiones.
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Inconveniente.
A paso lento, el carruaje de la Mansión del Gran General salió del lugar, adentrandose en la ciudad.
Mark frunció el ceño y negó con la cabeza -Es muy poco probable, para los demás, no eres más que una chica enferma y débil, sobre esto, ni siquiera el mismo Emperador sabe de tu recuperación completa hace 5 años. Si no, ya habría intentado casarte con uno de sus hijos.- Analizo el hombre con seriedad, volviendo la mirada hacia el exterior.
Sasha no pude evitar fruncir un poco el ceño con seriedad, su expresión era igual de seria que la de su padre, sin duda alguna, parecían familia. Llevando su mano a su barbilla, miró a su padre de manera pensativa antes de decir -Padre, si el Emperador se entera de que estoy bien, tratará de usar esto como ventaja ¿No es así?
Mark volvió la mirada hacia su hija antes de asentir -Tienes razón, se podría considerar como mentir a la realeza, si esto se llegase a saber, el Emperador podría usarlo a su favor. Pero, desde hace tiempo lo he tenido en mente, así que no tienes que preocuparte, ya le he hecho saber al Emperador que mi hija se ha estado recuperando correctamente estos últimos meses.- Explicó el hombre, permitiendo que una sonrisa apareciera en su rostro, realmente era un hombre astuto cuando se trataba de su preciosa hija.
Sasha no pudo evitar parpadear y mirar a su padre con incertidumbre, entendiendo muy bien lo que su padre quería decir -Entonces no hay ningún problema con que me vean fuera de la Mansión ¿No es así? Solo necesito pretender estar algo enferma y eso es todo ¡Padre es increíble!- Elogio gentilmente la joven con una gran sonrisa.
Aún podían estar fuera de peligro si su padre ya había informado el asunto, así, solo necesitaba pretender estar un poco enferma, después de todo, los únicos que sabía su verdadero estado de salud eran los guardias personales de su padre y él mismo, ni siquiera su sirvienta personal lo sabía correctamente.
Ante el elogio de su hija, Mark no pude evitar sonreír con orgullo, pues gracias a él, el secreto se había mantenido oculto durante tanto tiempo, sin que las mismas personas de la Mansión lo supieran bien.
Dos días después:
El viaje había sido completamente tranquilo mientras el carruaje avanzaba, hace ya un día que habían salido por las puertas de la ciudad. A pesar de eso, aún no estaban cerca de llegar al campamento militar del norte, el cual, estaba rodeado de montañas, en una zona fácil de proteger pero difícil de atacar para el enemigo.
-Esto es tan aburrido...- Murmuró Sasha con pereza, con un vestido de color azul claro y zapatillas del mismo tono, se quedó de pie al lado del carruaje. Este tipo de túnicas eran una molestia completa para ella, su tamaño era algo grande y la movilidad no era tan buena como al usar túnicas de entrenamiento. Sin embargo, tenia que verse como una joven señorita delicada de una gran familia.
-Joven Señorita, la comida está lista.- El cuarto guardia personal de su padre se acercó con una expresión respetuosa, hizo una reverencia e informó con respeto, cosa que la misma Sasha se había ganado desde hace tres años.
Entre todos ellos, el único que no mostraba verdadero y sincero respeto era el primero de octágono, el guardia número uno llamado Lían.
-Esta bien, muchas gracias. Oh, por cierto, envía a Sept a revisar el perímetro.- Dijo la chica en voz baja, acercándose hacia la mesa donde los platillos ya habían sido servidos.
-Cómo ordene, Señorita.- Respondió el guardia Cuar antes de desaparecer a espaldas de Sasha. La chica frunció el ceño al no ver a su padre ni al primer guardia Lían presentes, sin embargo, no le dio importancia y se sentó a comer en silencio.
Al cabo de una hora, Mark finalmente regreso con el primer guardia, Lían. Este era un hombre de unos treinta y tantos años, era el mayor de todos los guardias pero también el más peligroso. De pie detrás de su padre, Sasha le lanzó una mirada penetrante y fría, tan sólo para sonreír al volverla hacia su padre.
-Padre, la comida ya está lista, la calentare para ti.- Dijo la joven poniéndose de pie con una sonrisa gentil en su rostro, hasta ahora, su padre era el único que lograba obtener una sonrisa así de ella.
-Esta bien, cariño, no te preocupes, no tengo hambre, solo quiero un poco de té.- Se negó el hombre con calma, sentándose en la mesa, sus manos acariciaron los puntos de acupuntura en su cabeza, pues esta, le dolía por los inconvenientes sucedidos.
-Entonces haré té, padre.- Sonrió la joven, moviéndose con elegancia hacia el fuego, colocó la tetera especial de su padre y dejó el agua hervir por un rato. Luego de unos diez minutos, le entregó una taza de té a su padre, quien con satisfacción olio el aroma y bebió a gusto.
Aveces le sorprendía lo rápido que aprendía su hija a hacer las cosas, tan solo le había mostrado una vez como hacer té hace unos años y ya era toda una experta. Para su paladar, el té de su hija era incluso más delicioso que el suyo.
Sasha soltó un suspiro y una sonrisa ligeramente malvada apareció en su rostro. Unos segundos después, varios gritos resonaron en la distancia, una figura vestida con túnica verde salió de entre los arbustos, detrás de él, cuatro cuerpos eran arrastrados por un caballo.
-Señorita, revise el perímetro tal y como ordenó, encontramos a estos bandidos escondidos en una trampa para cerdos a unos 20 o 30 metros de aquí.- Dijo el guardia Sept con respeto, uniendo sus puños delante de su pecho y haciendo una ligera reverencia con los ojos cerrados, sin atreverse a mirar a Sasha a los ojos, después de todo, hace unos días había recibido una paliza de ella.
Sin mirarlo, Sasha mantuvo la vista en su taza de té, soplo ligeramente y disfruto por unos segundos el aroma del té que flotaba en el aire -¿Estás seguro de que son bandidos?- Preguntó de repente la joven, sorprendiendo al guardia Sept, quién miró la facha de los tipos.
Realmente parecían unos simples bandidos, sin embargo, no quizo confiarse, se inclino y comenzó a registrar a los tipos, tan solo para encontrar algunos documentos que parecían sospechosos.
-Señorita, encontré esto.- Dijo el hombre con seriedad, entregándole a Sasha los pergaminos que encontró en los bolsillos de los tipos. La joven musitó con frialdad y los abrió, leyendo en silencio mientras apoyaba su barbilla en su mano, ladeando la cabeza.
-Mátalos y asegúrate de deshacerte de ellos sin dejar pista.- Ordenó la joven, entregándole los pergaminos a su padre, quien frunció el ceño con frialdad al leer lo que decía este.
-Cómo ordene, joven Señorita.- Acató el guardia Sept con una reverencia, llevandose a los hombres moribundos en otra dirección para llevar a cabo la orden.
-Es el Séptimo Príncipe otra vez, esta tratando de mantenerme vigilado pero al parecer ni siquiera se esfuerza en hacerlo.- Expreso Mark con su expresión volviendo a su seriedad habitual. No crítico a su hija por la decisión que había tomado, pues él también hubiese hecho lo mismo.
Tomó un sorbo de su té acompañado por unos pastelillos de albaricoque que su hija había preparado para el viaje, al parecer, la chica también era aficionada a los dulces y pasteles.
-¡AHHHHHHHHHH!- Tres gritos resonaron al unísono en la distancia, interrumpiendo el ambiente tranquilo del lugar. Mark soltó un suspiro y miró a su hija con calma -Nos ha llegado algo de información, tal parece que el ejército Oscuro se encuentra luchando contra el ejército bárbaro de las tierras desoladas del Estado de Hu. El Ejército de bárbaros quiso entrometerse en la frontera del Estado Shuayan, ahora el comandante Liang debe estar en una batalla ajetreada.- Comentó el hombre con seriedad.
Sasha levanto la cabeza y miró a su padre, sus ojos brillaron cuando escuchó aquel apellido que se había arraigado a su memoria desde su juventud -Maxwell Liang...- Murmuró en voz baja inconscientemente con cierta suavidad.
-Exactamente, el mismo. A pesar de tener tan solo 19 años, es incluso más competente que yo en estrategias militares y sus entrenamientos son de mi mismo nivel. Se puede decir que su grado es igual al mío.- Expreso el hombre con sinceridad, sin darse crédito alguno o desacreditar al otro.
Una sonrisa se formó en los labios de Sasha -¿Es así?- susurro con un extraño calor en su pecho...