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Renaciendo De Fuego Libro #2

Renaciendo De Fuego Libro #2

Status: Terminada
Genre:Mafia / Malentendidos / Traiciones y engaños / Completas
Popularitas:437
Nilai: 5
nombre de autor: Mar-4538

La miro, estupefacto. Se ve tan hermosa con esa bata blanca, y la blancura de la habitación contrasta con su hermoso cuerpo latino que me enloquece. Siento que estoy soñando, pero se ve muy real. Cuando ella nota mi mirada, me quedo helado. La mirada que me daba antes era de amor... ahora es como si estuviera viendo a su peor enemigo.

—Por tu culpa mi vida se jodió —me dice, con la voz llena de rencor.

—No, Morgan, nena, yo traté de salvarte, te amo. Fui lo más sincero que pude contigo a pesar de lo que pasó con Madison —le respondo, desesperado.

—Por tu culpa estoy así.

—No, sabes que no es verdad —le insisto.

—Sí, estoy muerta por tu culpa. Solo tú tienes la culpa por haber entrado en mi vida. ¡TE ODIO! —me grita con todas sus fuerzas.

Trato de acercarme para abrazarla, pero cuando al fin la tengo entre mis brazos, se deshace, como si fuera de humo.

Me despierto sobresaltado, empapado en sudor. Mi respiración está agitada y siento mis mejillas mojadas por las lágrimas

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Capitulo: 5

MADISSON.

Me levanto de la cama, adolorida y cansada, mientras calculo cuánto dinero me falta para mi objetivo. Tengo un plan, y no es uno cualquiera; pretendo reparar todo lo que Caleb y yo destruimos.

—¿Cuánto es, puta? —me dice, de manera burlona, el viejo asqueroso.

—Sabes bien cuánto es, viejo rabo verde —le respondo, con los dientes apretados.

—Haces un buen trabajo, golfa. Tal vez vuelva para repetir.

Y sin decir nada más, toma su ropa, saca unos billetes de mil, los coloca en el buró y se va de la habitación.

Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos. Sé que esta fue mi decisión, pero todos están hechos pedazos, y, para ser sincera, necesitan a otra persona más que a mí. Además, solo soy una extraña para ellos. Les haré un favor si logro cumplir mi plan. Sé que de alguna manera debí haber conseguido el dinero de otra manera, pero si no me daba prisa, tal vez todos acabarían mal.

Me levanto, camino al buró, tomo los billetes y me dirijo a donde está mi ropa.

Me la pongo y salgo de la habitación para ir a casa. Ese fue mi último cliente de hoy. Mientras salgo del club donde trabajo, cuento el dinero. Cuando veo que, por fin, lo tengo todo junto, sonrío y tomo un taxi para poder completar el plan.

Cuando llego a casa de Caleb, entro a mi habitación, camino al baño y tomo una larga y relajante ducha. Cuando termino, me acuesto en la gran cama y tomo mi teléfono para marcar el número que ya es más que frecuente.

—¡Bueno! Jason, ya tengo el dinero completo —le digo, con voz emocionada.

—Dale, ¿te parece si mañana nos vemos?

—Está bien. Y si puedes, cómprame los boletos hoy mismo. Los necesito con urgencia. También creo que ya es hora de que me busques su número y su ubicación.

—Claro, estoy en eso.

Dejo el teléfono en el buró y me dispongo a dormir.

CONNOR.

Me despierto por el horrible sonido de mi celular. Hago un gran esfuerzo para no cerrar mis ojos, tomo el teléfono y respondo.

—¿Diga?

—Señor, están muy cerca de saber su paradero.

—¿Qué mierda? Nadie puede saber dónde carajos estoy. No puedo arriesgarme. Necesito vengar la muerte de Morgan.

—Haremos hasta lo imposible para seguir ocultando su paradero.

—Eso espero.

Cuelgo el teléfono y me levanto, hecho una furia. No puedo creer que, a pesar de tener a los mejores hombres en cuanto a seguridad y tecnología, los hombres de mi padre ya me hayan encontrado o estén a punto de hacerlo.

Camino al baño, me doy una ducha rápida, me visto y salgo para ir a ver a una vieja amiga que, probablemente, me pueda ayudar con todo esto.

Cuando llego a su casa, ella sale rápidamente y se monta en el auto. Sin apagarlo, la saludo y vuelvo a poner en marcha el auto. Nos detenemos en un restaurante al aire libre, bajamos juntos y nos dirigimos a una mesa alejada de las demás. Cuando ya estamos sentados, un mesero se acerca a tomar nuestro pedido.

—¿Qué les apetece probar?

—Yo quiero un latte, con una deliciosa rebanada de su torta de chocolate —dice

Daniela, mirando el menú.

—Y yo, solo quiero un jugo de naranja, gracias —le digo.

Le entregamos el menú, y en cuanto se va, Daniela me mira, sorprendida.

—¿Desde cuándo pides "solo jugo de naranja"?

—Estoy estresado desde la muerte de... de una amiga cercana.

—Vaya. Para amigas cercanas, yo, ¿no?

—Vamos, Dani, no estés celosa. Ella es... era la amada de mi hermano.

—Y bien, dime, ¿para qué necesitas mi ayuda?

Antes de que pueda hablar, el mesero llega y nos deja lo pedido.

—Para vengar su muerte —suelto sin titubear.

—¿Y yo qué ganaría con eso?

—Pide lo que quieras.

—Lo que quiero no me lo darás.

—Dime qué quieres.

—Ser tu mujer.

—Ya lo fuiste.

—No, no lo fui. Me refiero a ser tu esposa.

—¿Eso es lo que en realidad quieres?

—Sí... no sé.

—Te puedo dar lo que quieras. Recuerda que vacié la casa de papá y encontré mucho dinero, al igual que cosas de valor. Tengo de todo. Pide lo que de verdad quieras y lo tendrás.

—En realidad... quiero tu amor, pero como sé que nunca lo tendré, quiero ser tu esposa.

—¿Solo eso?

—Solo eso.

—Dale, lo tendrás.

—Levántate, nos vamos.

—Pero ni siquiera comimos.

—Solo vámonos.

Nos levantamos de la mesa y coloco unos billetes en ella. Después nos dirigimos al auto para emprender camino a un lugar que escogí rápidamente, solo de pensarlo. Cuando detengo el auto, ella observa el local y se queda muda.

—¿Qué hacemos en una joyería?

—Quédate aquí. Cuando te mande un mensaje, entras, ¿entendido?

—Sí...

Camino al interior del local y llego con la dependienta.

—Necesito un anillo de compromiso.

—Claro, le mostraré los diferentes estilos.

—No, usted es mujer. Sabe más de eso... escójalo usted.

—Bueno, en ese caso, yo le recomiendo este.

Me muestra uno de diamantes que, a mi parecer, es de muy buena calidad. Es simple, con una gran piedra en el centro, pero a pesar de eso, se ve muy hermoso.

Lo tomo y le pago el costo. Luego, le mando un mensaje a Dani, y después de unos segundos, la veo entrar por la puerta del local. Sin pensarlo mucho, me acerco a ella y me arrodillo, sin importarme que el local esté lleno de gente.

—Daniela Montgomery, ¿me harías el gran honor de ser la mujer que pase a mi lado el resto de mi vida?

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