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Fuego Desatado: Libro #3 De La Trilogía Fuego

Fuego Desatado: Libro #3 De La Trilogía Fuego

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Reencuentro / Matrimonio arreglado / Completas
Popularitas:652
Nilai: 5
nombre de autor: Mar-4538

Reviví de entre los muertos, eso suena descabellado pero es prácticamente lo que sucedio.

NovelToon tiene autorización de Mar-4538 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo: 21

CALEB.

Vi cómo se alejaba de la casa y le di un golpe seco a la puerta antes de cerrarla y caminar hacia la casa grande. Al entrar, mi padre me miró de arriba abajo, esperando que dijera algo.

Negué con la cabeza, sin ganas de discutir, y pasé a su lado.

Llegué a la cocina y me serví un vaso de jugo de naranja. Los pasos de mi padre se escucharon a pocos centímetros. Suspiré con cansancio y lo miré por encima del hombro.

—¿Qué sucede?

—Nada, no sucede nada. Solo tengo curiosidad por saber qué fue lo que pasó para que mi hijo destrozara una puerta.

Entorné los ojos con pereza y me encogí de hombros, bebiendo un poco más de jugo y tratando de despistarlo para no tener que responder.

—¿Qué sucedió entre tú y esa... mujer, Caleb?

Mi cuerpo se tensó al escuchar sus palabras. Apreté el agarre del vaso y lo dejé sobre la mesa antes de girarme para enfrentarlo.

—Te voy a pedir que dejes de referirte a Morgan de esa manera. En pocos días será mi esposa, tu nuera, y tendrás que aprender a tratarla con respeto. La amo y no voy a permitir que la insultes.

—Solo es una más. No la amas.

—¿Qué demonios sabes tú del amor? Decías amar a una mujer que no te pertenecía, pero nunca le diste su lugar al presentarla como tu pareja.

—Lo que sé es que el amor es una basura. Es algo que la gente solitaria y triste inventa para no admitir que tiene dependencia emocional.

—Que tú lo hicieras de esa manera no significa que todos seamos así. Así que, por favor, deja de molestar a Morgan.

Sin decir nada más, salí de allí y caminé a la casa pequeña. Al abrir la puerta, noté una pequeña abolladura, probablemente causada por mi golpe de hace un momento.

Entré y me dispuse a preparar el desayuno para Morgan. Probablemente había salido a correr para tratar de ignorar sus problemas y los miles de pensamientos que llenaban su cabeza.

Pasó media hora y Morgan no regresaba, lo cual me tenía preocupado. Sabía que era fuerte y audaz, pero no podía dejar de pensar que algo no estaba bien. Tomé las llaves de mi camioneta y salí a buscarla.

La busqué en el gimnasio más cercano, pero no estaba. Luego fui a los parques, esperando verla sentada en alguna de las tantas bancas, pero no había rastro de ella.

En ese momento, mi teléfono sonó. Lo saqué del bolsillo para contestar mientras regresaba a la camioneta.

—¿Sí?

—Tienen que empacar ahora. Tienen una misión importante antes de su boda, que se celebrará en unos días.

Fruncí el ceño, confundido. Me coloqué el cinturón de seguridad mientras veía cómo el cielo se cubría de nubes negras.

—No entiendo. ¿Qué cambió para que la boda no se adelante como querías?

—Los socios de Milán están organizando una junta para mañana en Italia.

Sabía que Morgan se opondría, y tendría que ingeniármelas para llevarla, lo cual sería una tarea complicada pero entretenida.

—Bien, entiendo. Ahora solo necesito encontrar a Morgan, ir a casa, empacar todo y llevarla al aeropuerto en contra de su voluntad, por supuesto.

—¿Se te ha perdido esa chica? ¿Qué tan difícil puede ser para mi hijo mantener a raya a su prometida?

Suspiré, molesto, y negué para mí mismo, tratando de calmarme. Miré la hora en mi reloj y me froté la frente.

—¿A qué hora debemos estar en el jet?

—A las siete de la tarde. La junta es mañana a las dos de la tarde y tienes que ir presentable, al igual que ella. Dile que se vista lo mejor que pueda, no queremos que piensen que tienes como prometida a una promiscua.

—Deja de hablar mal de ella. Deja de señalarla de esa manera y de menospreciarla, porque, créeme, es mucho más de lo que

Samantha pudo ser alguna vez.

No lo dejé responder y colgué la llamada, reanudando mi camino. La lluvia comenzó a caer en una fina llovizna, lo que dificultaba un poco la visión. Tuve que forzar la vista para no chocar.

Mientras buscaba a la chica que probablemente me daría más dolores de cabeza que los que me daba mi padre a diario, intenté encender los limpiaparabrisas, pero no funcionaron.

Maldije por lo bajo. A pesar de la poca visibilidad, seguí conduciendo. Después de una hora, logré divisar el cuerpo delicado y pequeño de Morgan.

Suspiré con alivio al verla en buen estado, así que bajé de la camioneta y caminé hacia ella. Pensé que ya se había dado cuenta de mi presencia, así que me detuve, esperando que ella hiciera lo mismo. Pero no me miró, y su frente impactó contra mi pecho. El impacto la lanzó hacia atrás, haciéndola caer sentada.

Me acerqué a ella, pensando que se levantaría, pero no lo hizo. Se quedó allí, mirando fijamente mis zapatos. El impulso fue más grande que yo, y mi voz salió en un grito, molesto.

Después de varios minutos, ya estábamos en la camioneta de regreso a casa. Desde el asiento del conductor, podía escuchar cómo maldecía por lo bajo desde el asiento trasero. La comisura derecha de mis labios se alzó en una sonrisa divertida y negué con la cabeza antes de hablar.

—Tranquilízate, solo unos segundos más. Cuando lleguemos a casa te quitaré las esposas.

—Eres un mentiroso. No me las vas a quitar.

—Claro que sí, pero será en cuanto lleguemos al hotel en Italia, para asegurarme de que no planeas escabullirte de la reunión.

—Tus reuniones me importan un bledo. Quítame esta porquería antes de que mi odio hacia ti aumente y te arruine de todas las maneras posibles.

La miré por el espejo retrovisor y levanté una ceja, viendo cómo ella fruncía el ceño.

—Me encantaría que lo intentaras.

—¡Ugh, Caleb!

—Por favor, como si no te hubiera gustado estar encima de mí antes.

Después de varios minutos, llegamos a la casa. Ayudé a Morgan a bajar de la camioneta.

Al levantar la vista, mi cuerpo se tensó y mis ojos se abrieron, sorprendidos al ver a Hunter. Observaba las manos de Morgan esposadas, y su rostro se deformó con la ira al imaginarse lo peor. Antes de que me diera tiempo a reaccionar, Morgan corrió hacia él y él la abrazó con fuerza.

—¿Cómo estás, linda?

Su voz sonaba melosa y tranquila, pero su mirada clavada en mí dejaba claro que solo estaba fingiendo para que ella no se diera cuenta de que, si no fuera por su presencia, yo ya estaría bajo tierra.

—Hola, Hunter.

—Hola, Sr. Di Morte.

Fruncí el ceño ante el apodo, que probablemente encajaría más con mi padre que conmigo. Me encogí de hombros y pasé a su lado, tratando de irme. Pero él soltó a Morgan y puso una mano en mi pecho, deteniéndome.

—Alto ahí. Tú y yo tenemos una charla pendiente y, créeme, es muy importante.

—¿Más importante que mi boda?

—Más importante que tu propia muerte... o la de tu padre.

1
Rosemary Hernandez
cómo sabe Caleb dónde está Morgan?
Liliana Barros
Viendo tu perfil, entendí que ésta historia viene por partes. No soy de seguir historias, así que creo que debería haber un pequeño prólogo en esta tercera parte, para ubicar al lector.
Liliana Barros
Me gustó lo que leí, pero fue como leer una historia a medias. Faltó contexto y quedaron cabos sueltos. Que pasó con el padre de Caleb? Sentí como que empecé la historia a la mitad.😔
Liliana Barros
A Morgan le falta carácter para la venganza. Todavía se tienta el corazón por quienes la dañaron, en lugar de amarla.
Liliana Barros
Me parece estúpido el plan de Caleb. Solo ocasionó más daño.
Liliana Barros
Vaya amor que le tenía Caleb, metiéndose con su hermana 🤷
Liliana Barros
Pobre Morgan, le hicieron mucho daño. Espero que se empondere y no tenga lástima de nadie que quiera lastimarla
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