El día en el que Susan celebraba su aniversario número 25, parecía que todo marchaba bien, pero solo fue el principio de la gran avalancha que se aproximaba. Inesperadamente, lo que Susan no esperaba era que él le pidiera el divorcio, su marido tenía un romance clandestino con una joven de 20 años.
A pesar de la situación, Susan decide seguir su vida y con una sonrisa en su rostro, en el camino se encontrará nuevamente con el amor, un hombre que le hará saber que ella aún sigue siendo una mujer bella.
¿Podrá él ganar el corazón de Susan?
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cap IV.
En cuanto salió de la cocina se encontró con David parado en el comedor revisando su maletín.
_ Buenos días, cariño justo iba a buscarte ¿te encuentras bien?, pregunto ella.
_ Sí, necesito que hablemos siéntate por favor.
_ Está el desayuno listo, Susan miró hacia la cocina y fue cuando vio la valija. ¿Te vas de viaje?, pregunto sorprendida de que David hubiera preparado su valija.
_ De eso quiero que hablemos, saco la carpeta y la puso la mesa.
¡Me voy Susan!, estos son los papeles del divorcio léelos por favor.
_ Si estás bromeando es horrible respondió ella, pero algo en la mirada de él le indicó que no una broma. David acabamos de celebrar nuestro aniversario, tú no puedes estar hablando en serio dijo ella angustiada.
_ Es una decisión tomada, sé que ahora te cuesta entenderlo, pero créeme con el tiempo lo aceptaras. Dejaré la casa para ti y tendrás una buena pensión, prometo que nada te faltara.
— Qué tengo que entender, David si algo que hice que te molestara solo dímelo y prometo esforzarme y tratar de solucionarlo.
_ No es eso, simplemente ya no me siento bien aquí, nada hará cambiar mi decisión.
_ Pero acabamos de festejar nuestro aniversario, hicimos el amor hace unas horas ¿no puede estar tan mal esto?, tal vez si hacemos terapia.
_ No haré terapia, enviaré a alguien por el resto de mis cosas dijo él tomó su maletín y agarro su valija.
—David por favor espera hablemos lo podemos arreglar dijo ella mientras lo seguía, intentando detenerlo.
—Esto no tiene arreglo entiéndelo.
¡Te dejé de querer!, le grito él.
Ella sé quedó parada ahí en medio de la sala y lo dejó partir, vio como cerraba la puerta y escucho el auto. Pero no lo siguió, solo podía pensar en lo que él le había dicho ¿en qué momento su esposo dejó de quererla y ella no lo noto?.
David conducía su auto hacia su nuevo hogar había dejado todo preparado para tomarse unos días libres. Aunque le preocupaba Susan él sabía que a la larga era lo mejor.
En cuanto la puerta del Penthouse se abrió y vio su valija Chloe corrió a sus brazos gritando.
— ¡Hay mi amor por fin!, no puedo creer que nunca más nos separaremos grito ella buscándolo apasionadamente.
—Nunca más dijo él abrazándola fuerte y volvió a besarla.
Era pasado el medio día y Susan seguía en la sala sentada, el desayuno seguía sobre la mesa de la cocina.
Intentaba procesar lo ocurrido, pero no lograba entender o ellos vivían en dos lugares totalmente diferentes o tenían un concepto muy diferente de lo que era una mala relación, porque desde su punto de vista su matrimonio no tenía problemas.
Era de tarde cuando trabo las puertas y se dirigía a su habitación cuando vio la carpeta sobre la mesa tomó los documentos.
Minutos después se metía en la cama.
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Mientras tanto David Cooper se instalaba en su nuevo hogar.
Se encontraba en la cama junto a Chloe
_ ¿Por qué no salimos a cenar?, para festejar dijo ella
—Escucha me tome unos días para que estemos juntos aquí. No puedo pasearme por todo Seattle contigo, no aun Susan no tomó bien lo del divorcio y no quiero que la gente hable hasta que no firme el divorcio.
— Pero eso puede llevar meses, nadie te asegura que firmara el divorcio. Estoy cansada de tener que ocultarnos, pensé que eso terminaría cuando te mudaras aquí. Dijo ella apartándose bruscamente mientras se cruzaba de brazos muy molesta.
_ Mi vida entiende en unas semanas todo eso quedará atrás solo le daremos tiempo a Susan además no quiero que mis hijas se enteren por otro, vamos sonríeme que el día es más bonito cuando tú me sonríes. Que te parece si aprovechamos los días que tome libres y nos vamos algún lado Miami, Las Vegas iremos de compras.
Ella le sonrió me gusta la idea, Miami nunca fui me encantaría dijo Chloe y lo beso.
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Llevaban cuatro días en Miami, esa tarde se encontraba en el aeropuerto esperando para abordar el vuelo y regresar a Seattle.
David sabía que habían estado, llamando a su oficina para sorpresa de él no había sido Susan sino Doris la señora de la limpieza.
Cuando ese día él le devolvió la llamada a Doris ella le informo que Susan no se había levantado ni había comido en días se negaba a atender la llamada de sus amigas, incluso de sus hijas.
Él le pidió que prepararán sus cosas mandaría a buscarlas.
El teléfono de la casa comenzó a llamar era Amélie.
_ ¿Cómo que mi mamá no está?, llevo días llamándola incluso a su celular ¿qué está pasando?, llame a papá y resulta que está de viaje.
_ Pero señorita Amélie que quiere que le diga respondió Doris.
_ Sabes que no digas nada, Amélie corto la llamada y llamo a su hermana.
_ Voy a casa ¿vienes conmigo?, le pregunto Amélie.
_ No puedo tengo mucho trabajo, aparte si le hubiera pasado algo papá ya nos habría avisado y cuando hablé ayer con él dijo que todo estaba bien.
_ No importa me voy igual, mamá no es así respondió Amélie.
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Doris se encontraba juntado los libros de la oficina como David le había ordenado todavía faltaba juntar su ropa, pero el problema era que Susan se encontraba encerrada en su habitación.
Estaba acomodando las cajas cuando la puerta se abrió.
_ Señorita Amélie bienvenida dijo Doris.
_ ¿Dónde está mamá? ¿Qué hacen esas cajas aquí?, pregunto ella.
_ Son las cosas de su padre pidió que empacara todo ya no está viviendo aquí.
_ ¡Qué dices! ¿Dónde está mi madre?, pregunto Amélie.
_ Encerrada en su habitación respondió Doris.
_ ¡Mamá! ¡Mamá!, grito ella mientras subía la escalera.
Susan se encontraba en el baño, se miró al espejo no podía creer lo mal que se veía se lavó la cara se estaba sacando cuando escucho los gritos.
_ ¡Mamá! ¡Mamá!, ¡abre la puerta!
_ ¡Amélie!, grito ella, yendo a abrir la puerta.
_ ¡Mamá!, volvió a decir y abrazo a su madre.
_Por Dios Amélie ¿Qué haces aquí?, ¿estás bien?, le pregunto Susan mientras palpaba su cuerpo.
_ No, no estoy bien llevo días llamándote y cuando llegue vi todas esas cajas ¿porque no me dijiste que papá se había ido?, decía Amélie mientras sollozaba.
_ Hay cariño perdóname, no quería preocuparte solo peleamos ya seguramente nos arreglaremos. Vamos cálmate ven siéntate, no debes preocuparte por nosotros, tú eres la que nos tienes que hacer preocupar.
_ ¡Mamá!, como pretendes que no me preocupe mira ¿cómo estás?
_ Tú sabes que soy muy sensible y no lo he tomado bien, pero todo estará bien de hecho tengo hambre que te parece si le dices a Doris que prepare algo de comer mientras me pondré algo decente le dijo mientras intentaba calmarla.
Amélie asintió y se dirigió hacia la sala.
Susan se puso de pie y se dirigió a su vestidor lo cierto era que no tenía ganas de nada, pero su hija no debía verla derrumbada. Eligió un lindo pantalón de algo de color para qué alegrará a su hija.
_ ¡Tú puedes Susan, es por tu hija!, se dijo a sí misma.
Amélie estaba furiosa, llamo a su padre, pero la llamada fue directa a buzón.
Entonces llamo a su hermana.
—Estoy trabajando Amélie ¿Qué quieres?, le pregunto Ava de muy mal humor.
— Me importa un cacahuate lo que estás haciendo, ¿tú sabías que tu padre dejó a mamá?, pregunto indignada
— ¿Cómo que la dejo?, ¿qué hizo mamá para que la deje?, pregunto Ava.
_ ¿y por qué mamá tiene que ser la responsable? Quiero ir a ver a tu padre, te vienes inmediatamente para acá o te iré a buscar y te traeré de los pelos. Mamá nos necesita.
Luego de que cortara la llamada, Ava Cooper se dirigió hacia la oficina de su jefe.
—Adelante grito Alexander Cavelli
— Señor Cavelli perdón que lo moleste, pero necesito un permiso para ausentarme uno o dos días me ha surgido un problema familiar dijo Ava.
— Está bien puedes hacerlo, espero que no sea nada grave.
— Gracias Señor Cavelli, estuve trabajando en lo que me pidió dijo ella y le entrego una carpeta.
—Perfecto lo leeré más tarde y lo discutiremos cuando regreses respondió Alexander.