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"Yo Solo Deseaba Ser Amada"

"Yo Solo Deseaba Ser Amada"

Status: En proceso
Genre:Reencarnación
Popularitas:2.5k
Nilai: 5
nombre de autor: LUZ PRISCILA

Toda mi vida deseé algo tan simple que parecía imposible: Ser amada.
Nací en mundo de edificios grises, calles frías y rostros indiferentes.
Cuando apenas era un bebé fui abandonada.
Creí que el orfanato sería refugio, pero el hombre que lo dirigía no era más que un maltratador escondido detrás de una sonrisa falsa. Allí aprendí que incluso los adultos que prometen cuidado pueden ser mostruos.

Un día, una mujer y su esposo llegaron con promesas de familia y hogar me adoptaron. Pero la cruel verdad se reveló: la mujer era mi madre biológica, la misma que me había abandonado recién nacida.

Ellos ya tenian hijos, para todos ellos yo era un estorbo.
Me maltrataban, me humillaban en casa y en la escuela. sus palabras eran cuchillas. sus risas, cadenas.
Mi madre me miraba como si fuera un error, y, yo, al igual que ella en su tiempo, fui excluida como un insecto repugnante. ellos gozaban de buena economía, yo sobrevivía, crecí sin abrazos, sin calor, sin nombre propio.

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Capitulo 23

El amanecer pintaba de oro los ventanales de la mansión ducal. La protagonista se despertó temprano, como de costumbre. Sus pasos eran ligeros, pero en su interior, la mente de una mujer madura se mantenía alerta, midiendo cada movimiento, cada gesto.

Ese día, dos hombres en silencio decidieron ponerla a prueba: su escolta, Sir Adrien, y su propio padre, el duque.

Adrien, aunque había jurado lealtad, no podía ignorar lo extraño que le resultaba su protegida. Era solo una niña, y sin embargo tenía la mirada de alguien que había visto demasiado.

En los días siguientes, empezó a observarla con mayor atención:

Durante las clases de etiqueta, notó que, en vez de distraerse, la niña parecía anticipar los errores de los demás. Cuando el tutor corrigió a una compañera noble en un ejercicio de reverencia, ella ya había movido sus manos en la forma correcta antes de que él hablara.

En la biblioteca, Adrien dejó caer disimuladamente un libro pesado cerca de ella, esperando ver el susto típico de una niña. En cambio, ella apenas alzó una ceja y comentó con voz tranquila:

—Deberías cuidar mejor lo que sostienes, Adrien. Un arma que se suelta en el momento equivocado puede ser más peligrosa que un enemigo.

Adrien apretó los labios, sorprendido. Cada día más, confirmaba que esa niña escondía algo que iba mucho más allá de su edad.

El duque, por su parte, observaba en silencio. Mandaba informes a Adrien, evaluaba las palabras de los tutores y hasta prestaba atención a cómo los sirvientes reaccionaban ante su hija. Lo que encontraba era desconcertante:

Antes todos la temían o la detestaban; ahora, había un respeto creciente, incluso entre quienes murmuraban a sus espaldas.

Su hija ya no exigía dulces ni vestidos como antes; en cambio, pedía libros de historia, tratados de comercio y mapas antiguos.

Durante un almuerzo familiar, cuando su hermano mayor discutió sobre la estrategia militar de la frontera norte, ella intervino con una frase serena:

—Los números de provisiones no cuadran. No puedes sostener una campaña si el suministro de grano no está asegurado.

El silencio se volvió pesado. El duque la miró largamente, con esa mirada fría y penetrante que intimidaba incluso a los nobles adultos.

—¿Dónde aprendiste eso?

Ella sostuvo su mirada sin pestañear.

—Solo observo lo que los demás no miran.

El duque se reclinó en su silla, sin decir más. Pero en el fondo de su mente, algo cambió. “Esta niña… no es la misma que conocía. Y quizá sea mucho más de lo que esperaba.”

*

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*

Esa noche, Adrien se presentó en su habitación con un gesto serio.

—Lady, he de confesar algo. He estado observándola, poniéndola a prueba… porque quiero comprender quién es realmente.

Ella lo miró en silencio, sin sorpresa, y asintió.

—Lo sé. Era obvio. Tus ojos hablan más que tu espada.

Adrien entrecerró los ojos, y por primera vez, una leve sonrisa apareció en su rostro.

—Entonces, si sabe que la he puesto a prueba… ¿qué opina de mí?

—Opino que un hombre que duda, pero sigue cumpliendo su deber, es más confiable que uno que obedece a ciegas. Y tú, Adrien… eres confiable.

El caballero bajó la cabeza, sintiendo que esa niña había atravesado su coraza.

Al día siguiente, el duque la llamó a su despacho. La niña entró sin miedo, encontrándose con la figura imponente de su padre tras el escritorio de roble.

—Hija —dijo con voz grave—, no sé qué clase de viento ha soplado sobre ti… pero no eres la misma.

Ella bajó la cabeza en silencio, fingiendo modestia.

El duque se levantó, caminó hacia ella y le levantó el mentón con una mano firme, pero no dura.

—Sea lo que seas ahora… recuerda esto: eres mi sangre. Y mientras cumplas con ese deber, tendrás mi protección.

En el fondo de sus ojos, brillaba un matiz distinto: ya no solo la veía como una carga, sino como alguien que empezaba a ganarse su confianza.

1
Omis Mendoza
vieja maldita sinvergüenza
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