Eloíse, una mujer hermosa de cabello negro, ojos profundos, grises como un día nuboso, corazón noble, pero con una vida miserable, al morir su madre, Eloíse es obligada a casarse a la mayoría de edad por su madrastra Karelin, la cual no soporta tenerla bajo su mismo techo, sus dos hermanastras se casan con el hombre de sus sueños, pero Eloíse debe casarse sin amor y sin recibir un cortejo como toda dama de la alta sociedad debería de recibirlo. Karelin se dedicó a buscar por todos lados al hombre con menos prestigio y malo del reino, sus amistades le aconsejaron cual sería el indicado, el duque Ciro, un hombre descrito como salvaje, malo y de poco prestigio por ser un heredero bastardo, el cual es buena opción para Eloíse, según karelin.
NovelToon tiene autorización de Sharon Güillen para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 23 ¿Celos por Eloíse?
Ciro
Mi mal humor está hasta los cielos, lídear con el palacio, los empleados y con mi hombría...me tiene loco.
Me encaminó a la salida del palacio, Tony regresa a su hogar, fue agradable tenerlo acá.
Me despido de él.
— Fue agradable compartir contigo Ciro.
— Lo mismo digo Tony, espero verte pronto.
— Te visitaré pronto, espero escuchar las buenas noticias pronto.
— ¿Cuáles?
— Las que digan que serás padre.
— Jaja, eso no pasará... Así que no te preocupes.
— Pero si sucede, espero recibir una invitación para conocer al heredero.
Ruedo los ojos.
— ¡Como digas! Escribe cuando llegues a tu hogar.
— Lo haré.
Se sube al carruaje y emprende su camino.
Ingreso nuevamente al palacio, me encaminó por la parte trasera cuando siento que alguien se lanza hacia mí.
— ¿Pero qué haces?
— ¡Te extraño! Habla Mary.
— Yo no.
— Es acaso que ya olvidaste nuestras noches de locura.
— Fueron buenos momentos.
— ¡Volvamos a repetirlos! Dice acercándoseme.
Debo admitir que Mary siempre ha sabido seducirme y es muy buena en la alcoba.
— ¡Estoy muy ocupado!
— Puedo relajarte, prometo hacer todo lo que tanto te gusta.
— Suena tentador.
A lo mejor si saco todo esto que llevo dentro...me saco a Eloíse de la cabeza, ya que el deseo que le tengo puede que desaparezca si me acuesto con Mary. Ya ha pasado tiempo y necesito relajarme.
— Déjate consentirte, dice acercándose y acariciando mi pierna. ¡Estás tan duro! Déjame bajar esto.
Debo hacerlo, solo así estaré tranquilo.
La atraigo a mi y la beso con mucha ansiedad, la atropello hacia la enorme columna, pero...¿Porqué diablos pienso en ella? debo sacarla de mis pensamientos; así que sujeto a Mary con fuerza, ella debe bajar esto, no se como pero la entraré a la habitación, siento que alguien nos ve, pero no hay nadie.
Continuo besándola cuando...
— mmm, perdón la interrupción. Habla el príncipe y me separo al instante de Mary.
— ¡Vete! le digo molesto a Mary.
— ¡Pero...!
— ¡Pero nada, que te vayas!
— ¡Vaya, vaya, ahora entiendo porqué no has consumado tu matrimonio! Es por la amante.
— ¡No te metas dónde no te llaman!
— Si Eloíse fuera mi mujer...yo no la dejaría salir de la habitación.
El coraje me toma.
— ¿Qué te crees?
— ¡Nada, simplemente Eloíse se ve más mujer que esa!
— ¿Acaso te gusta mi esposa?
— ¡Es hermosa y si, me gusta Eloíse! ¿Qué hombre no deseará tener una mujer como ella? ¡No una prostituta!
Lo tomo del cuello y estoy a punto de partirle la cara cuando Mi madre aparece.
— ¿Qué sucede aquí? Pregunta angustiada.
— ¡Nada duquesa, simplemente dije algo que molesto al duque!
Lo miro mal y lo suelto.
— ¡Hijo no te portes así con la visita!
No respondo, solo lo veo mal.
— No mereces a Eloíse, si fuera mía... La aprovecharía al máximo. Habla solo para los dos.
Se marcha rápido y estoy a punto de alcanzarlo y romperle la cara.
— ¿Pero por qué te comportas así? Pregunta mi madre.
— ¡Fue algo entre él y yo, no te preocupes!
Mi madre respira profundo.
— ¿Qué fue lo que averiguaste sobre Eloíse?
— No fue nada malo, ella tenía dudas sobre unas preguntas y...
— ¿Qué preguntas? ¿Acaso divulga que no he dormido con ella?
— Todo lo contrario, hablo bien de ti a pesar de que no han consumado su matrimonio.
— ¿Cuál era su duda?
— ¡Sobre la intimidad conyugal!
— ¿Acaso no recibió ninguna clase?
— No, su madrastra no le dio sus clases, la envió sin saber nada sobre un tema importante.
La ira no me deja pensar.
— ¡Comprendo!
— ¡Pero yo le daré sus charlas! me responde.
— Como gustes.
Ya no sigo hablando con ella, me marcho como los mil demonios, tengo en la cabeza las palabras del idiota del príncipe.
Ingreso a mi alcoba y tomo una ducha fría, estoy más molesto que nunca.
Arreglo unos documentos y al terminar me dirijo al comedor para la cena. Respiro profundo ya que tengo que ver al idiota del príncipe, ya deseo que se larguen.
Me siento, pero Eloíse aún no se encuentra.
— ¿Ya vendrá mi hija? Pregunta el emperador.
— ¡No lo sé!
– ¡Eres el esposo, debes saber todo sobre ella!
Ruedo los ojos, estoy por hablar cuando...
— ¡Buenas noches a todos!
Pasa cerca de mí y siento su olor, se sienta cerca del idiota del príncipe.
Comienzan a servir los alimentos, Eloíse no me ha volteado a ver para nada.
— Hija, ¿Cuándo tendrán hijos?
Eloíse se atraganta con su copa de vino.
— Pronto, responde viéndome de reojo.
No me molestaría practicar como hacer un hijo.
— ¿Cuántos hijos quisieran tener? Pregunta el emperador.
— Aún no lo sabemos, responde Eloíse.
— Me imagino que el fiel de tu esposo querrá muchos herederos. Habla el príncipe.
Aprieto los cubiertos y lo miro mal. Eloíse se acomoda en su asiento, pero se puede ver la incomodidad que siente ante ese comentario.
— ¿Acaso el gran duque no puede engendrar hijos? Habla el emperador.
— ¡No es poder, es querer, aún tenemos mucho por disfrutar, luego hablaremos de hijos!
— ¡Imagino cuanto disfrutas! Vuelve hablar el príncipe y eso solo hace que le quiera lanzarle el cuchillo.
Eloíse tose con incomodidad.
— ¿Algo que quieras compartir? Pregunta el emperador.
— ¡Cómo se lo dije el primer día, con todo el respeto que se merece! ¡Quien no desearía tener una esposa como su hija!
Trueno los cubiertos en la mesa y todos brincan de la impresión.
— ¡Al parecer eres muy atrevido! Le digo con enojo.
— ¡No seas celoso, mi hija es muy hermosa!
¿Es posible que esté celoso? ¡No, eso jamás! ¿Celoso por una mujer? ¡No, nunca lo he estado, Eloíse no será la excepción!
— ¡No son celos, es respeto hacia mi esposa!
— ¡Perdón si la ofendí duquesa! Se expresa hacia Eloíse.
— ¡No se preocupe príncipe! Le sonríe y el idiota la ve con cara de enamorado.
Ruedo los ojos. Me pongo de pie, no agradezco, simplemente me marcho y escuchó al padre de Eloíse decir, creo que los celos nos ponen de malas.
Me voy a la planta alta, me sirvo una copa de vino, el cielo está despejado y la luna en su esplendor.
Salgo a la azotea, respiro profundo y... El idiota del príncipe sale al jardín, me empino mi copa sin dejar de verlo y... Eloíse sale junto a su padre.
Me sirvo otra copa de vino, los veo desde arriba, pero... El padre de Eloíse se marcha dejándolos solos.
Aprieto mi copa de vino al ver como ella sonríe con algo que el príncipe le dice, caminan hacia la mesa con sillas que dan vista al lago.
Los sigo viendo, ella... Se ve muy hermosa, no sé que más le ha dicho el príncipe, pero... Esta vez sonríe a carcajadas.
El coraje me invade, los sigo viendo, hasta que el príncipe me ve.
Eloíse esta perdida con su mirada fija al frente, me gustaría saber que piensa, el príncipe me sigue viendo y de un momento a otro bajo su mirada y toma la mano de Eloíse y la besa.
Rompo la copa de vino, es... ¿Es posible que esté sintiendo celos? ¿Celos por Eloíse?
A ponerse las pilas porque después viene otro y la conquista