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Cuando Pase La Tormenta

Cuando Pase La Tormenta

Status: En proceso
Genre:Amor tras matrimonio / Malentendidos / Traiciones y engaños / La Vida Después del Adiós / Divorcio / Amor en la madurez
Popularitas:7.3k
Nilai: 5
nombre de autor: @ngel@zul

Una mujer de mediana edad que de repente se da cuenta que lo ha perdido todo, momentos de tristeza que se mezclan con alegrias del pasado.
Un futuro incierto, un nuevo comienzo y la vida que hará de las suyas en el camino.

NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Solo órdenes

El miércoles amaneció nublado y ventoso. Desde que llegué al centro cultural supe que no sería un día sencillo; la electricidad había fallado en una de las aulas, y el teléfono fijo no dejaba de sonar con cancelaciones de último momento.

Apenas colgué de resolver un problema con el proveedor de materiales, vi la puerta de la oficina principal abrirse. Alessandro Moretti salió, impecable como siempre: camisa blanca, corbata oscura, el saco sobre un brazo, la otra mano ocupada en revisar unos papeles.

Nuestro cruce de miradas fue inevitable.

O más bien, mi mirada se dirigió a él, como si mi cuerpo reaccionara antes que mi mente. Él, en cambio, apenas alzó los ojos. Me observó de manera breve, impersonal, y luego caminó hacia mí con paso firme.

Se detuvo a poco más de un metro de distancia. Ni un centímetro más cerca del necesario.

—Necesito los reportes de asistencia de esta semana para mañana a primera hora —dijo sin entonación, como quien dicta un número de inventario —Y asegúrese de que no haya errores. No quiero tener que revisarlos dos veces.

Asentí de inmediato, sintiéndome como una pieza más de la maquinaria.

—Claro, señor Moretti —respondí, procurando mantener la voz neutra, sin mostrar cuánto me incomodaba la forma en que me hablaba, como si yo no fuera más que otra parte del mobiliario.

Él no añadió nada. No agradeció, no preguntó si estaba ocupada, no se molestó en hacer contacto visual de nuevo.

Simplemente se dio la vuelta y se alejó, dejando tras de sí una estela de autoridad helada.

Lo seguí con la mirada un instante, algo en mí no pudo evitarlo. Era como si su sola presencia impregnara el aire, haciéndolo más denso, más difícil de respirar.

Respiré hondo.

Estaba acostumbrada a ese trato. Todos lo estábamos. Alessandro Moretti no socializaba, no sonreía, no pedía favores: daba órdenes.

Y sin embargo, había algo en esos breves encuentros que me dejaba una sensación incómoda, como si siempre me quedara con algo por decir o por entender... aunque él no hiciera más que pasar de largo.

Quizá era simplemente la forma en que me miraba, o mejor dicho, la forma en que no me miraba, lo que me desconcertaba.

Porque a pesar de su frialdad absoluta, a pesar de su silencio implacable... algo, muy en el fondo, me decía que no era del todo indiferente.

Sacudí la cabeza, reprendiéndome en silencio.

No había nada que interpretar. No debía hacerlo.

Él era el jefe.

Yo era una más del personal.

Y esa barrera que él mismo se encargaba de construir cada día, era infranqueable.

Tenía que serlo.

El jueves llegó con una llovizna persistente, el tipo de lluvia fina que parecía empaparlo todo sin esfuerzo. Llegué al centro cultural unos minutos antes de mi horario, y encontré el ambiente más silencioso de lo habitual.

El murmullo de siempre había sido reemplazado por el golpeteo de gotas contra los ventanales.

Me instalé en mi escritorio, revisando los reportes que había preparado la noche anterior. Había repasado todo dos veces; aún así, mi pulso se aceleró cuando vi aparecer la figura de Alessandro Moretti al final del pasillo.

Avanzaba directo hacia mí, con la misma seguridad que un general inspeccionando a sus tropas.

Dejó un documento sobre mi escritorio con un gesto seco.

—Página tres. Hay un error —indicó, su voz igual de fría que siempre.

Tomé el informe de inmediato, buscando con los ojos el fallo. Tardé unos segundos en encontrarlo: una fecha mal copiada.

Un error mínimo. Casi insignificante. Pero, para alguien como él, inaceptable.

—Lo corregiré enseguida —dije, sintiendo ese ardor familiar subir por mi cuello. No porque temiera su enojo, sino porque me molestaba haber fallado en algo tan simple.

Asintió de manera breve, y cuando creí que ya se iría, noté algo.

Se quedó ahí.

Un par de segundos más de lo necesario.

No dijo nada. No hizo ningún gesto. Sólo me miró, o más bien, me observó.

Fue tan sutil que casi lo atribuí a mi imaginación.

Pero estaba ahí.

Un leve titubeo, una vacilación en su mirada, como si quisiera decir algo y no se permitiera hacerlo.

Finalmente, dio un paso atrás.

—Cuando termine, déjelo en mi oficina —indicó, su tono volviendo a ser todo negocios.

Asentí de nuevo, sin atreverme a levantar la vista hasta que escuché sus pasos perderse en el pasillo.

Me quedé sentada, con el documento en las manos, sintiendo un extraño nudo en el pecho.

¿Por qué esa pausa? ¿Por qué esa mirada?

No era nada, me repetí.

Nada.

Alessandro Moretti era así: distante, frío, absolutamente impenetrable. Cualquier señal distinta debía ser un error de percepción, producto de mi propia confusión.

Y sin embargo, mientras corregía el informe, no pude evitar preguntarme si, quizás, detrás de toda esa frialdad, hubiera algo más.

Algo que él mismo se empeñaba en ocultar.

Más tarde, ese mismo día y aprovechando que casi no había gente debido a la lluvia, decidí organizar unas carpetas en las estanterías. Busqué una escalera y me dispuse a hacer mi trabajo.

El estante era más alto de lo que parecía a simple vista.

Me estiré todo lo que pude, apoyando el pie en el último peldaño de la vieja escalera metálica. Tenía las carpetas casi en su sitio, solamente faltaban unos centímetros...

Pero entonces la escalera se movió.

Un ligero crujido metálico precedió al momento en que sentí que el equilibrio me abandonaba. Mi corazón dio un salto en mi pecho, mientras la gravedad tiraba de mí sin compasión. Cerré los ojos, instintivamente, preparándome para el golpe contra el piso duro y frío.

Pero el impacto nunca llegó.

En cambio, sentí unas manos fuertes sujetarme por la cintura, firmes y decididas, deteniendo la caída a mitad de camino.

Mis ojos se abrieron de golpe, sobresaltados, y lo primero que vi fue a Alessandro Moretti.

Su expresión era seria, indescifrable. Ni una pizca de preocupación, ni siquiera un atisbo de molestia. Solo ese ceño fruncido que parecía ser parte natural de su rostro.

Me sostuvo un segundo más de lo estrictamente necesario, o eso me pareció a mí, quizá era solo la adrenalina hablándome, y luego, con la misma facilidad con la que me había atrapado, me dejó sobre el piso.

—Tenga más cuidado —dijo. Su voz fue baja, fría como el metal, carente de cualquier calidez.

Y sin esperar respuesta, sin mirarme de nuevo siquiera, se giró y se alejó con pasos firmes por el pasillo.

Me quedé allí, junto a la escalera tambaleante, con las manos temblando ligeramente y el corazón desbocado.

No sabía qué era peor: el susto de la caída o el desconcierto de su inesperada intervención.

Me agaché para recoger las carpetas que, en medio de todo, habían terminado desparramadas por el piso. Cada movimiento me recordaba que había estado a un segundo de estamparme contra el suelo... si no fuera porque él había estado allí.

Alessandro Moretti, el hombre que no sonreía, que apenas si saludaba, y que, contra toda lógica, me había salvado de una caída segura.

Mientras ordenaba los papeles, sacudí la cabeza para apartar esas ideas absurdas. No significaba nada. Solo había sido una cuestión de reflejos, de instinto.

Cualquier otra persona habría hecho lo mismo... ¿no?

Suspiré y me obligué a concentrarme en mi trabajo.

Después de todo, en el Centro Cultural, lo último que necesitaba era enredarme en fantasías tontas sobre un hombre que, a todas luces, era tan frío como el mármol.

1
Guillermo Peralta
ke lindo ojalá se den una oportunidad ambos
Alicia Marin Silva
poco a poco Alessandro baja las barreras🤔🤔
Emperatriz Reales
Esta novela me encanta
Clemen Franco Arevalos
Uffff q capítulo fuerte y de mucha tristeza!! 🌹🇵🇾💐
Alicia Marin Silva
Alessandro sal a la luz eso puede ayudarte ,,ayudarse mutuamente ella está saliendo de un abismo también
Emperatriz Reales: A veces tenemos q dejar la puerta o la ventana abierta así sea una hendija, para q la luz entre en tanta oscuridad
total 1 replies
Emperatriz Reales
Te amo sam, pero sigo con ella mientras tu
Emperatriz Reales
Ella piensa mucho, q deje ese hombre con su frialdad, total es un frizer
Emperatriz Reales
Bueno cada quien carga su cruz acuestas, q se dedique a sanar y salir adelante
Emperatriz Reales
Quien sabe q mas va perder charles por oji alegre
Emperatriz Reales
Lo q ella d3be hablar con sus hijos, son casi adultos y deben saber, no entiendo eso de ocultarle las cosas a los hijos
Milagros Suarez
Se le tan bonito, pero no entiendo que pasa para que él, le sea Infiel según un comentario que leí y además el mismo título de la historia, Cuando Pase La Tormenta
Seguiré leyendo
Gracias @Angel @azul
Gloria Esperanza Mondragon
felicitaciones, está muy buena la novela
mariela
El problema es que cuando una base de una relación se rompe como es la confianza no hay forma de volver a confiar en esa persona y más después de haber pasado por tanto Charles tiene que asumir que no la amabas tanto y tienes todavía una relación con la tal Annette así que asume que destruiste tu matrimonio y la relación con tus hijos.
mariela
Massimo Moretti estás luchando contigo porque Samantha está derribando ese muro que tienes alrededor y tienes miedo de perder el control porque que pasó en tu pasado para ser un hombre tan frío y neutral.
mariela
Charles perdiste a Samantha ahora quien se está colando en sus pensamientos es el frío y serio de Massimo Moretti será que se curan mutuamente de sus corazones magullados veremos qué pasará.
Alicia Marin Silva
vamos por más capítulos
Alicia Marin Silva
excelente
Yohana patricia Aguancha
Y la crisis de los 40 que no enrede con la cuñada
mariela
Charles perdiste no solamente tu matrimonio de 20 años ahora también el respeto y confianza de tus hijos por esa mujer.
Alicia Marin Silva
al principio es un amor muy bonito sigo leyendo 😌
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