Un chico solitario, incrédulo de lo fantástico, ve su vida tranquila y aislada tras tocada por un encuentro inesperado con lo desconocido.
Ese momento cambiará todo: su corazón, antes apagado, latirá con fuerza, y la soledad que lo envolvía comenzará a desvanecerse poco a poco.
Ahora deberá enfrentarse a una decisión que definirá su destino:
¿Elegirá la luz o se rendirá ante la oscuridad?
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¿Como que el malo?
12/02/2019
Cuando el lunes llegó, Elizabeth ya estaba más que lista. Vestía su uniforme escolar con una energía renovada que no había visto en ella desde hacía semanas. Desayunamos juntos, intercambiando pocas palabras, pero compartiendo una calma que ambos valorábamos.
Al salir de casa, el sol nos recibió con un cálido resplandor que acariciaba la piel, y el viento jugueteaba con las hojas que caían lentamente de los árboles. Mientras avanzábamos, mi mirada se perdió entre los detalles del paisaje: las ramas desnudas que se mecían suavemente y el crujir de las hojas secas bajo nuestros pasos.
Sin embargo, nada capturó mi atención más que Elizabeth. Su sonrisa parecía absorber toda la luz del sol, y su cabello rojo brillaba como si las llamas del día lo hubieran encendido. Sus ojos tenían un brillo único, uno que reflejaba algo más profundo, como si llevaran años esperando volver a ver la luz del día.
En ese momento no lo entendí, pero mucho tiempo después comprendí lo que realmente significaba aquella imagen.
Con un parpadeo, ya habíamos llegado al salón de clases. Como era de esperarse, aún no había nadie más allí, solo nosotros y el eco de nuestros pasos en el espacio vacío
Losert: (Camina junto a Elizabeth hasta llegar a su pupitre) Eh, Eli, se me olvidó comentarte algo.
Elizabeth: (Sentándose, con una mirada curiosa) ¿Qué cosa? ¿Qué pasa, Lost?
Losert: (Duda un momento, prefiriendo no decirle) Nada, ya lo escucharás después. (Camina hacia su asiento).
Cuando los demás llegaron, las amigas de Elizabeth corrieron hacia ella en cuanto la vieron. No imaginaba que Elizabeth tuviera amigas que realmente se preocuparan por ella.
El día transcurrió con tranquilidad hasta que llegó el receso. Elizabeth salió al patio para comer con sus compañeras, ya que tenían mucho de qué hablar. Mientras tanto, yo me quedé caminando por los pasillos de la escuela, perdiéndome en mis pensamientos.
Fue entonces cuando, por casualidad, me topé con ellas en el pasillo que daba al patio.
Al acercarnos, las demás desviaron la mirada, pero Elizabeth mantuvo la suya fija en mí.
Por un momento, pensé que pasaría de largo, que me ignoraría, como lo había hecho antes. Estaba juzgándola de nuevo, sin considerar todos los días que habíamos pasado juntos.
Y justo cuando estábamos a punto de pasar uno junto al otro, ella se detuvo y me miró, sin apartar la vista de mis ojos.
Elizabeth: (Sonríe y lo mira con una mirada burlona) ¿Por qué caminas solo, eh, Lost? (Hace énfasis en el apodo que le puso).
Losert: (Sorprendido, nunca pensó que usaría su apodo frente a los demás) Ah, yo solo estaba... paseando.
Las chicas: (Entre ellas murmuran, impactadas) ¿Le dijo "Lost"? ¿Por qué lo llamó así?
Elizabeth: (Ríe divertida) Jejeje, no deberías andar tan solo, ¿sabías?
Losert: (Apenado, la mira y le responde con una broma) Tienes razón, Eli. Quizás la próxima te invite a comer conmigo.
Elizabeth: (Completamente sorprendida, tartamudea) Ah... claro, nos vemos.
Una de las chicas: (En voz baja) ¿Le dijo "Eli"? ¿Y "Lost"? El nuevo malote de la escuela...
Elizabeth: (Escucha y se detiene, confundida) ¿Eh? ¿Nuevo malote?
Losert: (Empieza a caminar, con una sonrisa) Es una larga historia. Te la contaré después. Nos vemos.
Elizabeth: (Confusa, pero sonríe débilmente) Está bien. (Mira a sus amigas) Vamos, chicas.
Cuando terminó el receso, ellas y Elizabeth ya estaban en el salón. Al entrar, todas me miraron con una gran intriga.
Un pensamiento cruzó por mi mente: tal vez Elizabeth les contó algo de más, y eso me ponía nervioso, además de que me invadía una gran vergüenza.
Cuando las clases finalmente terminaron, regresé a casa junto a Elizabeth. Su mirada pensativa contrastaba con el cálido atardecer que pintaba el cielo.
El camino fue largo y silencioso; solo el viento y los pasos de Elizabeth rompían el silencio. Al llegar a casa, se sentó en el sofá, y con un dedo me señaló la alfombra frente a ella, indicándome que me sentara.
Cuando lo hice, me encontré con su mirada severa y una expresión que, de alguna manera, me dio miedo.
Elizabeth: (Con tono de enfado) ¿Así que el "malo" de la escuela, eh? ¿Planeas pasar la prepa siendo el villano?
Losert: (Suspira, como si fuera algo inevitable) Parece que ya no pude ocultarlo más. (Se relaja un poco) Pero sabes, si ser el villano significa que me dejen en paz, entonces lo aprovecharé. Los rumores ya están hechos, solo los estoy utilizando a mi favor.
Elizabeth: (Siguiendo con su regaño) Pero, a este paso, no tendrás más amigos.
Losert: (Sonríe, con un tono calmado) Tranquila, todo a su debido tiempo. Por ahora, tú eres más que suficiente para mí.
Elizabeth: (Su enojo desaparece, y se sonroja levemente) Ah... Haz lo que quieras.
Losert: (Se levanta) Bueno, debo irme. Tengo entrenamiento con Elena. Quedamos en vernos a las 3 en el parque.
Elizabeth: (Se recuesta en el sofá, un poco más tranquila) Cuídate mucho, Lost.
Losert: (Le sonríe mientras se dirige hacia la puerta) Claro, la comida está en la nevera.
Caminé al parque, pues estaba sobrado de tiempo. El aire fresco de la tarde acariciaba mi rostro, mientras pensaba en lo mucho que había cambiado desde que conocí a Elizabeth. Quizás ya lo había pensado demasiadas veces, pero cada día parecía revelar algo nuevo.
Cuando llegué, Elena estaba recostada en la banca del quiosco, mirando las nubes que flotaban lentamente en el cielo. El viento movía suavemente su cabello, y por un momento me quedé observándola, pensando que, al igual que esas nubes, Elena escondía una gran soledad en su corazón, algo que nunca había sido completamente revelado.
Mientras me acercaba, pensaba en cómo este entrenamiento no solo se trataba de prepararme para lo que venía, sino también de descubrir la verdad detrás de esa soledad que parecía envolverla. ¿Qué la había llevado a ser como era? ¿Qué la había marcado tan profundamente?
Elena: (Se sienta al notar la presencia de Losert) Hola, chico. Llegas temprano.
Losert: (Ríe apenado) Jejeje, parece que sí.
Elena: ¿Listo para entrenar?
Losert: (Se pone serio, apretando el puño) Más que listo.
Elena: (Sonríe, mostrando algo de emoción) Me gusta tu espíritu. Vamos.
CONTINUARA...