Una tarde como cualquiera, Andi escuchó el grito de una niña que le decía "papá" a su esposo. En ese momento, ella sintió que el amor era egoísta y cruel. Pero nadie sabia que ese encuentro cambiaría sus destinos.
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Curita
A veces las cosas pueden cambiar de un momento a otro. Uno a veces se prepara para obtener ciertos resultados, pero la vida te golpea de frente con muchos desafíos y obstáculos.
Andi nunca estuvo preparada para hacerse cargo de una niña de ocho años, quién luchaba por su vida sin que se diera cuenta. Tomó la decisión más extraña en toda su vida, buscar al padre de Lara. Un hombre de treinta años más o menos, con poder y, reconocido en el ámbito empresarial.
Ella se paró frente al edificio en donde se encontraba Kevin Gonza. Muchas veces lo había observado en revistas y en las portadas de los periódicos. No le daba ni un poco de miedo pararse frente a él, porque ella no era quien había cometido el error de abandonar a su propio hijo.
Andi, muy decidida, entró al edificio, se presentó ante la recepcionista, una mujer muy hermosa con un traje de color negro, cabello rizado y unos ojos muy tiernos. Le dijo que buscaba al dueño de la empresa con mucha urgencia. La recepcionista admiró su belleza natural. Andi muy pocas veces solía usar maquillaje, pero en esta ocasión no era necesario, ya que su bello rostro hacía juego con todo lo que usaba.
La recepcionista se tomó unos segundos para reconocerla, pero al final se dio por vencida; era la primera vez que veía Andi.
—Kevin en estos momentos está en una reunión, será imposible que te atienda— dijo la recepcionista.
—Puedo esperar. Realmente necesito verlo.
—Eres una mujer muy hermosa, espero no perder mi trabajo por ayudarte.
—Es por una buena causa, te lo aseguro.
—Sube por el ascensor hasta el último piso; encontrarás una puerta con su nombre. No digas que te ayudé. De todos modos, soy Natalia.
—Gracias Natalia— dijo Andi con una pequeña sonrisa, y se fue al encuentro con el padre de Lara.
El corazón de Andi empezó a latir, era imposible cambiar el pasado, pero si el destino de Lara.
Andi pensó que Kevin era alguien bueno, pero a poca distancia observó como le gritaba a la muchacha de limpieza porque, sin querer, tropezó con ella y le tiro el agua en su traje costoso.
Kevin, muy molesto, se acercaba a su oficina. Levantó la vista y miró a Andi, que lo esperaba en la entrada. Kevin elevó sus pensamientos; después de mucho tiempo, una mujer por fin le había movido esos remolinos en el corazón.
Kevin se paró frente a ella, agachó un poco la mirada para mirarla a los ojos, queriendo intimidarla —¿A quién esperas?— preguntó.
—Te esperaba a vos— contestó Andi con mucha firmeza.
—Hoy no me toca visita, pero haré una excepción. Ven, pasemos— dijo Kevin, abriendo la puerta de su oficina.
Andi le siguió. Cuando escuchó que la puerta se cerró, sintió que Kevin enseguida se puso detrás de ella, le elevo el pelo y quiso besarla el cuello. Pero ella enseguida se apartó, se puso frente a él y le miró con mucho odio.
—¿Por qué me miras así? — preguntó Kevin alterado y serio.
—Vine a hablar con vos. ¡No a que me faltes el respeto!— respondió Andi.
—En mi oficina solo se habla de trabajo. ¿Qué es lo que quieres?
—Tienes una hija y vine a hablarte de ella.
Kevin al escucharla río a carcajadas.
—Recuerdo perfectamente el rostro de todas las putas con quienes me acosté, y créeme que la tuya no la recuerdo.
Andi no podía creer lo que estaba escuchando. A nadie nos toca arreglar la vida de los demás, pero a veces el humano es tan cruel que le gusta arruinar la vida de los demás. Andi quería golpearlo, por haberla insultado de esta manera tan brusca, pero se contuvo, respiro profundamente.
—Es verdad, jamás recordarías mi rostro, porque solo fui puta de mi esposo— Andi argumentó después de unos segundos.
—¿Qué hace aquí, si tiene esposo?— él preguntó, después de tragarse las palabras de Andi.
—Solo quiero salvar la vida de una niña. Es la hija de Aylin. ¿No sé si la recuerda?
Kevin hizo un viaje al pasado y efectivamente conocía muy bien a Aylin. Fue su amante durante muchos años, pero al enterarse de que estaba embarazada la echo de su vida, porque su madre le dijo que no era su hijo, que Aylin solo quería su dinero y que le había engañado con muchos hombres. Había muchas pruebas de eso, por eso Kevin jamás se hizo cargo.
—¿Qué le pasó a Aylin?— preguntó Kevin.
—Falleció en un accidente.
—Lamento la situación, pero no puedo ayudarte. Esa niña no es mi hija.
—Lamento haber venido. Me disculpo por interrumpir parte de su tiempo.
Una gran tristeza se dibujó en el rostro de Andi. Cuando por fin salió del edificio, cruzó la avenida y se sentó en el parque. Nadie entendía por todo lo que estaba pasando, no podía contener más las lágrimas, se sentía fracasada frente a la vida. Lloró en silencio, se tapó la cara para que nadie vea las lágrimas que derramaba sus bellos ojos.
El corazón de Kevin se ablandó al verla tan frágil, cuando Andi se marchó, él fue tras de ella sin que se diera cuenta. Detrás de un árbol escuchaba su llanto. No sabía perfectamente que es que lo que estaba haciendo, pero sintió que debía ir tras de ella. Dejó su trabajo para seguir los pasos de ella.
Kevin sintió una presencia extraña cuando vio a Andi, se lamentaba por no haberla tratado con más respeto. De alguna manera había logrado lastimarla, ahora era difícil remediar esa mala impresión que había dejado frente a ella.
Andi se secó las lágrimas. Era momento de ponerse una curita en el pecho, y barrer parte de su dolor para que las cosas mejoraran de alguna manera. Una niña la esperaba en el hospital; no podía dejarla ahí y olvidarse de su existencia, eso jamás se lo perdonaría. Kevin veía cómo se subía a un taxi para alejarse, y sintió abandono con su partida.