Amor para el Final

Adrián estaba muy emocionado por mostrarle la dirección de su casa al señor Gionino. Momentos después, el auto en el que viajaban finalmente llegó a su destino.

De los tres, solo Aruni se sentía incómoda, ansiosa y preocupada, aunque sin una razón aparente.

Adrián y Gio salieron al mismo tiempo por puertas diferentes. Gio sujetó la puerta para que Aruni saliera por su lado, pero ella prefirió seguir a Adrián.

"Claro que no será fácil", pensó Gionino, y luego sonrió levemente. En el pasado, también le había costado mucho ganarse el corazón de esta mujer.

Aruni era una ratón de biblioteca que tenía que mantener sus calificaciones para conservar su beca. Si sus calificaciones bajaban, aunque fuera solo una vez, Aruni podría perder su beca.

En ese entonces, Aruni era solo una niña huérfana de un orfanato, pero logró ingresar a una escuela secundaria internacional. Entró en las filas de los hijos de los magnates.

En verdad, había muchas cosas que Gionino quería hablar con su primer amor. No sobre la traición de Aruni al casarse con Hendra, sino por qué Aruni vivía así. En un momento en que podía ser alguien más grande.

"Señor Gio, vamos a entrar", invitó Adrián, el más entusiasmado. Abrió la puerta de par en par.

Aruni entró primero, dirigiéndose directamente a la cocina.

"Disculpe, señor, la casa es pequeña", dijo Adrián, mientras buscaba una manta en el armario para que se sentara el señor Gionino. Pero cuando regresó a la sala, vio que el señor Gio ya estaba sentado en el suelo, sin nada debajo.

"Señor, siéntese aquí. El suelo está frío", dijo Adrián.

"Siéntate aquí, podemos sentarnos en el suelo. Además, está limpio". Gio palmeó el espacio a su lado, queriendo que Adrián se sentara cerca de él.

Aruni escuchó en silencio toda la conversación. Su corazón estaba en conflicto. Si no hablaba con Gio, él podría seguir malinterpretándola así.

Así que Aruni decidió hablar con él más tarde. Para reiterarle que ya no necesitaban estar conectados.

Con una taza de té caliente y un pequeño frasco de plástico lleno de galletas RoNa, Aruni finalmente salió.

"Por favor, bébalo", ofreció Aruni. "Adrián, cámbiate de ropa primero. Después almorzaremos", ordenó Aruni; su hijo debía tener hambre.

"¿Quieres comer algo también?", le preguntó Aruni a Gionino.

"No, gracias, solo tomaré el té", respondió Gio.

"Señor, voy a entrar un momento", se despidió Adrián, y Gionino asintió con la cabeza.

Esta breve comunicación, por alguna razón, se sentía tan especial para Gio. Aunque simple, todo tenía mucho significado.

Incluso el ofrecimiento poco entusiasta de Aruni, la sincera despedida de Adrián. Todo eso conmovió el corazón del hombre de rostro sereno.

"¿Puedo beber?", preguntó Gio a Aruni. Ahora solo estaban ellos dos en la habitación.

Adrián los observaba a escondidas por un momento, antes de finalmente cambiarse de ropa como le había ordenado su madre. Adrián sonrió levemente; ya no le importaba la situación de su padre. Su mente estaba llena del señor Gio, el señor Gio y el señor Gio.

Como si no tuviera vergüenza, Adrián incluso fantaseaba con que el señor Gio y su madre volvieran a estar juntos.

No era por la riqueza del señor Gio, sino porque Adrián realmente quería ver a su madre amada. Eso era todo.

"Adelante", respondió Aruni, viendo cómo Gionino comenzaba a beber la bebida que ella había preparado. Pero solo bebió un poco, ni siquiera la mitad del vaso.

Aruni no sabía que Gio bebía a sorbos a propósito para poder quedarse más tiempo allí.

"Gio... ¿podemos hablar?", dijo Aruni entonces.

"También tengo muchas cosas que hablar contigo. ¿Por dónde quieres empezar?".