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Héroes: Parte Dos

Héroes: Parte Dos

Status: En proceso
Genre:Acción / Comedia / Aventura / Sci-Fi / Héroes / Villano
Popularitas:772
Nilai: 5
nombre de autor: Juan Pablo Saavedra

Tres años después de la tercera guerra heroica, el mundo ha cambiado demasiado, pero a pesar del cambio, dos personas crearon algo que va a ocasionar la mayor batalla de la historia. Los chicos cambiaron físicamente y mental mente, ahora ellos van a enfrentar una pelea seria.

NovelToon tiene autorización de Juan Pablo Saavedra para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Frente a frente con el destructor

Un mes antes de que Junior, Valentina, Aranda, Nicole, Figueroa, Ordóñez, Ome, Karoth, Correa y Daniela viajaran a la Tierra 1102.

En la Tierra 606, en la Ciudad de México, a las ocho de la mañana, Camila caminaba rumbo a la tienda. Su belleza seguía intacta, pero había algo diferente en ella: una leve tristeza en su mirada, secuela de lo ocurrido un año atrás en Colombia con Junior y sus amigos. A pesar de ello, no guardaba rencor, aunque el recuerdo de su ruptura con él aún pesaba en su corazón.

La ciudad seguía su ritmo habitual, y era evidente que Camila había dejado de enfrentarse a villanos. Sin embargo, nunca abandonó su entrenamiento, buscando perfeccionar sus habilidades mágicas. Había descubierto que era capaz de realizar miles de hechizos, pero hasta el momento solo había perfeccionado uno: Devastación Planetaria, un conjuro capaz de generar una explosión semejante a la de una bomba nuclear. A pesar de la magnitud de su poder, no se preocupaba demasiado por ello y continuaba su entrenamiento.

Tras hacer sus compras en la tienda, Camila regresó a casa. En sus bolsas llevó algunos productos para bebés, lo que evidenciaba un cambio significativo en su vida. Al llegar, su madre la esperaba en la sala, sosteniendo a una pequeña en brazos. Camila no pudo evitar sonreír con ternura al verla y se acercó para abrazarla con cariño.

—¿Te portaste bien con la abuela, hija? —preguntó Camila con dulzura.

La bebé, de ojos café y cabello gris como el de su madre, descansaba tranquilamente en los brazos de la abuela. Camila la miró con adoración, sintiendo un amor indescriptible.

—Mi princesa Valeria, mi querida hija… —susurró con amor.

Cuando cayó la noche, Camila se encontró en su habitación, velando el sueño de Valeria, quien dormía plácidamente en su cuna. Su madre entró en la habitación con una expresión serena pero inquisitiva.

—Camila.

—Dime, madre.

—¿Cuándo le vas a decir a Juan Pablo que tiene una hija de tres meses?

Camila desvió la mirada, sintiéndose atrapada por la pregunta.

—Madre, no sé cuándo… pero espero que pronto.

—¿En cinco meses? ¿O cuando la niña cumpla un año?

—Lo haré pronto, lo prometo.

—Hija, Valeria aún no tiene apellido. Ni siquiera el tuyo.

Camila suspiró, sintiendo un nudo en el estómago.

—Lo sé, pero… no sé cómo va a reaccionar Junior.

—Va a ponerse feliz de ser padre, no tengas dudas de eso.

Camila se quedó en silencio, pero su madre notó la preocupación en su rostro.

—Te conozco, Camila. Tienes miedo de que él no esté contigo para criar a la niña como pareja, ¿verdad?

Camila mantuvo su expresión seria, sin confirmar ni negar las palabras de su madre.

—Si Juan decide estar o no contigo, es algo que solo él puede responder. Pero de algo estoy segura: no se alejará de Valeria.

Camila asintió lentamente.

—Sabes, madre… he imaginado el nombre completo de mi hija. Me he soñado en su bautizo, escuchando cómo la llaman Valeria Saavedra Vargas…

Su madre sonrió con ternura y le dio un beso en la frente antes de retirarse a su habitación. Camila se quedó en silencio, observando a su bebé dormir.

Unas horas después, Camila dormía profundamente en su cama, con la cuna de su hija a su lado. Sin embargo, un escalofrío recorrió su cuerpo y se despertó bruscamente, sintiendo una presencia extraña en la habitación. Se levantó de inmediato y, al girarse, vio una figura en la penumbra. Instintivamente, se interpuso entre la persona y la cuna de su hija, extendiendo su mano derecha, la cual comenzó a brillar con un intenso tono rojo.

La figura se adelantó, permitiendo que la luz de la luna iluminara su rostro. Era una mujer de mirada seria, cabello negro y labios marcados con mordidas. Camila la observó fijamente, analizando cada detalle, hasta que la extraña se sentó con calma en una silla dentro de la habitación.

—¿Quién eres?—preguntó Camila con firmeza, sin bajar la guardia.

—Soy tú—respondió la otra mujer con voz serena.

—¿Qué cosa?—Camila frunció el ceño, sin comprender del todo.

—Soy una versión tuya, pero de otro universo.

Camila cerró los ojos por un segundo y, al abrirlos, un resplandor rojizo los cubrió. Leyó la mente de su variante y su expresión se tornó seria.

—Multiverso…—susurró.

—Veo que ya te pusiste al día—respondió la Camila de cabello negro con una leve sonrisa.

—Variantes de nosotras, una líder… y están destruyendo el multiverso—Camila dejó de leer la mente de su doble y la miró con frialdad.

—Así es. Pero es por una buena causa.

—¿Buena causa? Están asesinando a miles—recriminó Camila, aumentando la intensidad del brillo en su mano.

—Si hablaras con la jefa, entenderías. Te unirías a nosotras.

Camila resopló y cruzó los brazos.

—Mira, no sé en qué clase de locura están metidas, pero soy madre. No me interesa su causa. Por favor, vete.

La variante de cabello negro ladeó la cabeza y sonrió con malicia.

—Eres la única Camila del multiverso que ha tenido una hija. Interesante… aunque no puedo evitar notar algo más —hizo una pausa y sus ojos se clavaron en los de Camila—. El padre es Juan Pablo Saavedra. Él te engañó con Valentina, ¿cierto? ¿Realmente crees que se hará responsable de tu hija?

Camila sintió un nudo en el estómago, pero no dejó que la duda la dominara.

—Junior es diferente.

—¡Todos los Junior son iguales! —bramó la variante con rabia—. En mi mundo, me mintió por años. Después de la Tercera Guerra Heroica, descubrí que tenía un hijo con Valentina. Me lo ocultó por más de tres años. Me dolió tanto… pero cuando los vi pagar con sus vidas, sentí paz.

Camila sintió un escalofrío recorrer su espalda. La frialdad con la que hablaba su variante la perturbó.

—Mira, entiendo tu dolor, pero yo tengo por quién vivir. Junior…

—Lo odias… aunque no tanto como nosotras —interrumpió la otra Camila con una mirada inquisitiva—. Pero te diré algo: no lo hacemos solo por él. Todas las Camilas del multiverso han sufrido de una forma u otra. Si no es por Junior, es por algo más. Por eso, si cambias de opinión, solo lanza el hechizo Pórmitales y viajarás a otro universo.

Sin decir más, la Camila de cabello negro trazó símbolos en el aire y creó un portal oscuro.

—Piénsalo—susurró antes de atravesarlo y desaparecer.

Camila cayó sentada en la cama, su cuerpo temblaba levemente. La maldad que había sentido en su variante era abrumadora, pero también lo era la amenaza latente. Miró la cuna de su hija y se levantó de inmediato, tomándola en brazos.

—No permitiré que nada ni nadie te haga daño, Valeria —susurró, besando la frente de la pequeña.

Aunque aún tenía miedo, sabía que debía mantenerse fuerte. La guerra por el multiverso apenas estaba comenzando, y ahora más que nunca, tenía algo que proteger.

De vuelta a la Tierra 1102, en el presente.

La ciudad se había convertido en un campo de batalla devastado, con humo y escombros por todas partes. Los únicos sobrevivientes del brutal ataque de las Camilas eran los chicos y las variantes. Junior desactivó el campo de fuerza y volvió a su estado normal, pero el agotamiento lo venció y cayó de rodillas. Nicole corrió a ayudarlo, aunque no pudo evitar darle un coscorrón por haberse transformado en Dios. A pesar de su reprimenda, ambos sabían que su sacrificio les había salvado la vida.

Las variantes comenzaron a emerger de entre los escombros o de los refugios improvisados donde se habían protegido. La variante de Nicole había salvado a algunos con su campo de fuerza de fuego, aunque la intensidad del ataque las había debilitado considerablemente. Sin embargo, sabían que no había tiempo para lamentaciones. Ahora conocían la identidad del Destructor y debían aprovechar la oportunidad para detenerlo.

Pero antes de que pudieran reaccionar, las Camilas reaparecieron, aunque esta vez faltaba uno de los suyos: Camilo no estaba con ellas. Los chicos se pusieron en guardia, esperando el próximo movimiento enemigo. De repente, Camilo apareció detrás de Junior y, con una velocidad inhumana, le propinó un puñetazo cargado de magia en el estómago. Un destello rojo recorrió el cuerpo de Junior mientras este escupía sangre y salía disparado, atravesando varios edificios antes de caer en el río con una explosión de agua.

Aranda reaccionó de inmediato y se lanzó contra Camilo con un golpe directo a la cara. Sin embargo, Camilo esquivó con facilidad y contraatacó con el mismo hechizo que usó contra Junior, enviando a Aranda volando por los cielos mientras escupía sangre. Los demás retrocedieron al ver la brutalidad del ataque, pero Correa no dudó en contraatacar, lanzando a Camilo contra dos edificios con una onda de choque. Sin embargo, Camilo emergió de los escombros casi ileso y, con una velocidad impresionante, le propinó un golpe devastador a Correa en la cara, enviándolo aún más lejos.

Nicole se preparó para intervenir, pero Ome la detuvo y le ordenó que protegiera a Figueroa, Karoth y Daniela. Mientras tanto, él y Ordóñez se lanzaron contra Camilo, pero el enemigo era increíblemente fuerte y los derrotó con una facilidad aterradora. Las variantes también entraron en combate, enfrentándose a las Camilas con todas sus fuerzas. La variante de Aranda logró conectar una patada en la cara de la Camila de cabello negro, pero esta se recuperó rápidamente. Nicole, por su parte, usó los cuatro elementos en su batalla contra su propia variante, pero su enemiga esquivó cada uno de sus ataques con una sonrisa burlona.

Ordóñez intentó lanzar una gran bola de fuego contra Camilo, pero este la absorbió y la devolvió con mayor intensidad. Ordóñez respondió con otro ataque más potente, generando una explosión masiva que sacudió los edificios cercanos. En ese momento, Aranda descendió del cielo y Ome lo atrapó antes de que impactara contra el suelo. Sin embargo, esto los dejó vulnerables y Camilo aprovechó la oportunidad para golpearlos brutalmente, enviándolos contra un edificio y obligándolos a escupir sangre.

Correa intentó atraer a Camilo con su poder y le asestó un puñetazo en el estómago, pero el villano solo rió y le devolvió el golpe con un codazo en la cara, haciéndolo retroceder. La pelea continuó con los chicos sufriendo constantes ataques, mientras Nicole vigilaba a Figueroa, Karoth y Daniela. De pronto, se percató de que Karoth había desaparecido.

—¡Karoth! ¿Dónde estás? —gritó Nicole, buscándola con desesperación.

Mientras los demás luchaban por sobrevivir, Camilo se posó sobre un edificio y comenzó a lanzar ráfagas de energía en todas direcciones, obligando a los héroes a esquivar frenéticamente. Su risa resonaba en la ciudad en ruinas, disfrutando cada segundo de la masacre.

Aunque, Karoth se movía en sigilo, utilizando su invisibilidad para acercarse a Camilo. Sin embargo, él la detectó y, con un movimiento fulminante, la tomó del cuello y la alzó en el aire. La sonrisa de Camilo se ensanchó al ver la desesperación en los ojos de los demás.

—Jajajaja. Son fuertes, pero no lo suficiente para derrotarnos —se burló mientras apretaba el cuello de Karoth.

—¡KAROTH! —gritó Daniela con desesperación.

Karoth intentó liberarse, pero la fuerza de Camilo era abrumadora. Su visión comenzó a nublarse y la falta de aire la debilitó rápidamente. Los chicos intentaron correr en su ayuda, pero unas garras rojas surgieron del suelo y los arrojaron violentamente contra el pavimento. Incapaces de moverse, solo podían observar con impotencia cómo Karoth perdía la conciencia.

Con los ojos entrecerrados y la respiración entrecortada, Karoth sintió cómo la oscuridad la envolvía. Sus amigos miraban la escena con horror, incapaces de hacer nada para salvarla.

El destino de Karoth estaba en manos de un enemigo imparable. Y el tiempo se agotaba.

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