La Villana No Sigue La Trama.

Los hombres se detienen al ver a la joven, pero, se preparan para atacar si ella grita o intenta huir, pero, extrañamente para ellos, la joven se calmada.

— me preguntaba, ¿cuando saldrían?, llevan dos días escondiéndose, creí que tendría que ir a buscarlos.— habla mientras sostiene una rosa en su mano.

Los hombres se extrañan por sus palabras, pues les da a entender que ella ya los había visto, pero el líder les ordena atraparla, no es más que una mujer que intenta hacerse la valiente. El líder da la señala y el más cercano se apresura para atacar a Valerian, pero, solo pueden ver que como los pétalos se levantan del piso y comienzan a moverse como si el viento los estuviera meciendo, pero salen disparados a gran velocidad cortando repetidas veces al hombre que buscaba atacar a Valerian y cae rondando de las escaleras hacía los otros.

"Magia...no se dejen intimidar, acaben con ella." Ordena el líder.

Los tres restantes se mueven yendo hacía la chica, pero los pétalos se mueven contra ellos, causando cortadas en sus brazos, piernas, pecho y el resto del cuerpo, era como ser atravesado por filosas agujas. Valerian se aseguro de derribar a esos tres hombres, quienes terminaron muy heridos y sangrando.

— n-no es posible...¿quien eres?—

— Valerian Lacaster, un gusto, señor misterioso.— se burla.

Aquel líder lanza dos dagas contra Valerian usando un conjuro para controlarlas, de modo que pueda segurarse de dañar a su enemigo, pero, Valerian se defiende usando los pétalos para interceptar los ataques, incluso logra esquivar las dagas con gran agilidad. Aquel hombre estaba asombrado, nadie le dijo que el príncipe tuviera a una experta maga en su palacio.

Valerian salta por las escaleras golpeando a los hombres que estaba heridos y sostiene a uno de la espalda dejando que sea él quien sea atravesado por la primera daga, mientras que la otra la persigue, hasta que repentinamente cae, notando que en el cuello de quien la controlaba, estaba enredada una especie de sombra alargada, la cual toma la forma de una serpiente blanca.

— veo que han conocido a mi prometida, una lindura, ¿verdad?—

Callisto da unos pasos hacía la escalera, pues había estado observando la situación porque Valerian le pidió que la dejará jugar un poco.

— que cobarde, enviar a su prometida para protegerse.— se burla aquel hombre que ya estaba en el suelo, sin poder moverse, pues su cuerpo estaba enredado por una especie de hilos negros.

— ¡oh no!, yo solo hice lo que me pidió.— se encoge de hombros.— así que tus provocaciones no me afectan.

— no es lindo, me deja hacer lo que quiero.— se burla Valerian.

Aquel hombre solo permanece en silencio, pero intenta liberarse de las ataduras que Callisto le puso, al ser con magia, intenta contrarrestar esa magia, pero sus intentos son inútiles.

— ahora pasemos a lo importante, ¿que es lo buscan en mi palacio?— Callisto había agarrado una de las dagas que usaba aquel hombre para apuntarle en el cuello.

— adelante, no diré nada, de una u otra forma, moriré.— responde aquel hombre.

— como gustes, otros vendrán y alguno hablará.— responde Callisto.

Y justo cuando el hombre quería decir algo, Callisto atraveso su cuello con la daga y le dejo caer formándose en el piso un pequeño charco de sangre.

— lamento que veas esto, bella rosa.— observa a Valerian.

Creyó que ella se sentiría incómoda, pero, nisiquiera miro hacía otro lado.

— he visto cosas peores.— responde.

Valerian se da la vuelta y sube las escaleras, mientras que Callisto se queda para revisar el lugar, ya que los sirvientes y los guardias estaban completamente dormidos.

{Usaron una poción de sueño. Creo que puedo eliminar el efecto.} Habla Sohel.

— hazlo, yo me encargo de limpiar.— responde Callisto.

Sohel toma la forma de una sombra alargada que se desliza en el suelo y conforme avanza va dejando una especie de neblina roja. Callisto por su parte, crea una especie de flama azul que cae sobre los cuerpos y esta comienza a consumir los cuerpos, incluso la sangre va desapareciendo, hasta que no queda nada.

Arriba, Valerian observa todo, ahora comprueba que Callisto no es el príncipe amable y bondadoso como se describía en la historia que ella leyó. Pero, ese príncipe ante ella, era mucho más agradable.

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Callisto no demoró en subir, notando que las ropas de Valerian estaban tiradas en el suelo y escucha el agua de la bañera derramarse, además de los pasos de la joven hasta que se abre la puerta. Callisto se sorprende al verla llevando solo una bata del baño, la cual se quita al tenerlo frente a ella.

— debería dejarte acabar con mis enemigos más seguido.— sonríe ladino.

— tal vez, porque eso me excita...— responde de manera juguetona.

Callisto no dudo en acercarse y cargarla para después ponerla en la cama acomodándose sobre ella.

Las ropas de Callisto terminaron en el suelo, mientras que sobre la cama y saborea los sen*s de la rubia, lame cada uno hasta morderlos con suavidad, atento a las reacciones de Valerian, porque, no piensa ser el único que lo disfrute, sabe que el placer debe de ser mutuo, tal y como paso la primera vez. Callisto lleva la diestra entre las piernas de Valerian, usando sus ded*s para estimular su intimidad, haciéndola estremecer, hasta sentir que estaba lista y no demora en adentrarse en ella de una sola estocada.

El chico disfruta de los excitantes jadeos de la rubia mientras se mueve en su interior, empuja con brusquedad sosteniendo a Valerian de la cintura. La rubia disfruta al sentir la dureza moverse en su interior, frotándose en sus paredes internas causando un delicioso estremecer en su cuerpo, hasta hacerla alcanzar el clím*x.

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Al día siguiente, tres hombres caminan por los pasillos de una mansión hasta llegar a una oficina, tras tocar y recibir el permiso de pasar, estos le informan a la persona ante ellos, un hombre ya mayor, las canas eran notables en él, así como algunas arrugas, pero eso no quitaba el hecho de que su presencia era de temer.

— señor, los enviados no regresaron, según los informes, entraron, pero no salieron del lugar.— informa uno de los hombres. Este vestía de traje y era igual de avanzada edad.

— ese mocoso es más peligroso de lo que creímos. Manden un espía, busquen su debilidad.— ordena.

El hombre asiente y tras una reverencia se retira acompañado de sus cómplices. El hombre que estaba en la oficina, luce molesto y maldice por la misión fallida, pero no se piensa rendir.

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