SÉPTIMO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Soy hija de unos padres que viven de las apariencias y el egoísmo. Lo único bueno en mi vida es mi hermanita y lo único que busco es extender mis alas recortadas y volar. Conocí al primer amor de mi vida y a los pocos días lloro su partida. No creí que el mundo daría vueltas y me daría una enorme sorpresa. Ahora tendré un hijo y gané un enemigo tan caliente que me enloquece. No sé si lo quiero ahorcar o besar... o ambos.
Soy un cínico, ocultando todo mi tembloroso ser detrás de un muro de prejuicios y unas espinas de desconfianza. Eso es lo primero que aprendí en un mundo donde nadie da la cara por los más indefensos. Hasta que tuve una pequeña familia y una vez más la vida se encargó de arrebatármelos uno por uno. Ahora solo me queda mi ahijado y pelearé por él. No importa lo bella, exquisita y perfecta que sea mi oponente, no perderé mi corazón... o ¿ya lo perdí?
La historia de Lucy y Andy.
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ANDY (CAP. 24)
Llego a Chattanooga, termino otro caso exitoso y me dirijo a la mansión. No quiero demorarme más de la cuenta, por lo que ni he desayunado. Al llegar veo que están rompiendo un muro, uniendo la gigantesca mansión con otra igual del costado. Me sorprende el nivel de la familia. Siempre tuvieron un buen nivel, pero después de la caída que tuvieron, muchos les cerraron las puertas. Cuando pasó al mando la nueva cabeza de familia, resurgieron como el fénix y no tienen intención de parar. Seguro deben ser como esas familias, que todo es concurso y después pelearán por la herencia. Si con familias pequeñas pasa, con las grandes hasta casos de asesinatos hay. Como sea, más trabajo y jugosos honorarios para nosotros, los abogados. Tengo que recuperarlos.
Cuando entro a la mansión, quedó anonadado por la escena delante mio. Hay una mesa larguísima, llena de gente y un banquete de desayuno. Están riendo y bromeando entre ellos. Mi peor defecto, según Claire es ser prejuicioso. Siempre veo y espero lo peor. Parece que pensé mal de los Ogayar. Bueno, serán la excepción de la regla. Juro que puedo escuchar la voz de Josh de nuevo.
-* No eres tan inteligente como piensas que eres, si no sabes que tienes que disculparte.
No, no me disculparé. Me portaré correctamente con ellos. Antes de saludar, recorro mi vista por todos y me quedo viendo a la mujer más bella que he podido ver en mi vida. Osea, el lugar está lleno de gente demasiado hermosa y, aunque haya una chica muy parecida a ella, es esa mujer quién me llama. Cabello cobrizo, piel de porcelana, ojos azules claros, nariz respingada y pequeña, labios rosados y llenos; listos para ser besados. La belleza se dio cuenta de mi profunda mirada, porque se sonroja y gira su rostro. Maldición, hasta de perfil es perfecta.
* Buenos días. Lamento caer en mala hora. Soy...
Soy interrumpido por un torbellino, una abuela muy bonita.
^ Tonterías. Trae una silla, siéntate y desayuna con nosotros. Después te presentas.
Me sorprendo, pero no le diré no a la mujer mayor de la familia. Sobretodo, porque me recuerda a la sra. Martha. Obendientemente llevo una silla a la gran mesa, me siento y va poniendo cosas delante mio.
^ Come hijito, seguro acabas de llegar y el avión no sirve tan buena comida como la que tenemos.
La abuela toma mi mejilla y le da un peñizcon suave. Puedo ver que todos intentan no reír, pero no me importa. Tengo un sentimiento cálido en el pecho. Mucho tiempo sin calor familiar, me vuelve nostálgico. Toso un poco, tampoco quiero ponerme a llorar delante de tanta gente. Le agradezco mientras tomo un rollo de canela con crema y pecanas.
Dulce bebé Jesús.
La sra Martha creo mi gusto por las cosas dulces, pero no cualquier cosa dulce. Lo dulce hecho con cariño y este rollo lo tiene por montón. Me doy cuenta de la hermosa familia que es, unida por una gran líder que es la sra mayor. No entiendo como los otros abogados se sienten intimidados por ella. Estoy por agradecerle y escucho a una chica en la otra cabeza de la mesa.
× Bueno, parece que tendremos que tumbar una pared para encajar una mesa más grande.
La chica nisiquiera me echó una mirada y la escucho coordinar con una rubia. Dejo de mirar a la mujer que me cautivó, para ver que todos se dirigen a la chica en la cabecera y caigo en la cuenta. La cabeza de familia no es la bondadosa anciana, sino la chica con mirada afilada. Vuelvo a pensar en mis prejuicios y toso.