Isabella Dupont ha pasado su vida planificando una venganza que espera borrar el dolor de su infancia. Abandonada a los cinco años por su madre, Clara Montserrat, una mujer despiadada que traicionó a su familia y robó la fortuna de su padre, Isabella ha jurado destruir el imperio que su madre construyó en Italia. Bajo una identidad falsa, Isabella se infiltra en la constructora internacional que Clara dirige con mano de hierro, decidida a desmantelar pieza por pieza la vida que su madre ha levantado a costa del sufrimiento ajeno.
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Capítulo 23
Isabella y Leonardo estaban en la habitación, envueltos en la intimidad del momento, sus cuerpos enredados en un acto que buscaba más que solo placer físico. Las embestidas de Leonardo eran fuertes, duras y decididas, como si quisiera borrar todo ratro de dua a lo que estaban haciendo. Sin embargo, mientras Isabella intentaba concentrarse únicamente en las sensaciones, su mente, siempre activa, comenzó a divagar. Una idea inesperada surgió en su cabeza, una que nunca antes había considerado seriamente: dejarlo todo atrás. La venganza, el odio, todo lo que la había consumido durante años. Podía imaginarlo claramente, una vida tranquila al lado de Leonardo, quizás en Francia, donde ella se habai criado o incluso en Canadá, donde nadie los conocía. Los dos trabajando como arquitectos, construyendo un futuro juntos, lejos de la oscuridad que la rodeaba ahora.
Sería una vida simple, alejada de la corrupción y las intrigas. Y por un breve instante, esa simplicidad le pareció más valiosa que cualquier plan de venganza. Pero tan pronto como ese pensamiento la invadió, el peso del dolor y la traición que había sufrido regresó con fuerza. No podía olvidar todo tan fácilmente, ni siquiera en un momento como ese. El deseo de paz y amor se enfrentaba al recuerdo constante de su padre y de todo lo que había perdido.
Leonardo, sintiendo la tensión en el cuerpo de Isabella, se detuvo y la miró con preocupación. Isabella tenía lágrimas en los ojos, aunque intentaba mantenerlas bajo control.
—¿Qué te pasa? —preguntó Leonardo, mientras acarciba su mejilla con suavidad, su voz suave, cargada de genuina preocupación.
Isabella se obligó a no llorar. No, no iba a mostrar debilidad, no frente a él. Ya había derramado demasiadas lágrimas por aquella mujer, por todo lo que había perdido, y no se permitiría hacerlo ahora. Tomó una profunda respiración, negando con la cabeza.
—Nada… no es nada —dijo, y antes de que Leonardo pudiera preguntar algo más, lo besó, dejando que el acto físico ahogara sus pensamientos.
Leonardo, aunque preocupado, decidió continuar, moviéndose dentro de ella mientras Isabella cerraba los ojos, intentando concentrarse nuevamente en el presente, aunque la sombra de su pasado seguía acechándola.
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Mientras tanto, en Montserrat Construcciones, un grupo de sujetos vestidos con ropa oscura y capuchas para ocultar sus rostros ingresaron furtivamente al edificio. Sus pasos eran rápidos y decididos, dirigiéndose directamente a la zona de archivos, donde se almacenaba mucha de la información clave de la empresa, incluyendo contratos, registros de contratación y otros documentos vitales.
El cuarto de archivos estaba repleto de estanterías de metal, abarrotadas de carpetas y cajas que contenían años de historia corporativa. Los sujetos, sin perder tiempo, comenzaron a esparcir líquido inflamable por todo el lugar, impregnando los papeles y los muebles con una sustancia altamente combustible. Uno de ellos sacó un encendedor, sus manos temblando ligeramente por la adrenalina. Al encenderlo, lo arrojó sobre una pila de documentos, que rápidamente comenzaron a arder.
Las llamas se extendieron con rapidez, devorando los papeles y creando una cortina de humo negro y espeso que comenzó a llenar el cuarto. Sin embargo, uno de los guardias de seguridad, que realizaba su ronda habitual, detectó el olor a humo y la tenue luz de las llamas a través de una de las ventanas del cuarto de archivos.
—¡Fuego! —gritó el guardia, activando la alarma mientras corría hacia el cuarto.
Otros guardias se unieron rápidamente, armados con extintores. Entraron en la habitación, que ya estaba envuelta en llamas. El calor era intenso y el humo dificultaba la respiración, pero los guardias, entrenados para manejar emergencias, comenzaron a trabajar de inmediato para controlar el incendio. Con chorros de espuma y polvo químico, lucharon contra el fuego, asegurándose de que no se extendiera a otras partes del edificio.
El sonido de los extintores llenó la habitación mientras el fuego se resistía a ser apagado, alimentado por los documentos inflamables. Pero después de una intensa lucha, los guardias lograron apagar las llamas antes de que pudieran causar daños irreparables. El cuarto de archivos estaba ennegrecido por el humo, con varios estantes destruidos y una cantidad significativa de documentos dañados o quemados. Pero gracias a la rápida intervención, el incendio no se extendió más allá de la zona de archivos.
Uno de los guardias, con la frente perlada de sudor, miró a sus compañeros y suspiró aliviado.
—Esto fue intencional —dijo, mirando los restos quemados—. Alguien quiso destruir algo importante.
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De regreso en el apartamento, Isabella, aún sumergida en sus pensamientos, se recostaba en la cama junto a Leonardo, mientras él dormía profundamente. Sabía que lo que acababa de suceder en Montserrat Construcciones con Giulia y Marcello era solo el principio. Todo estaba comenzando a desmoronarse, tal como había planeado. Pero a pesar de la pequeña victoria, las dudas seguían rondando su mente. Sabía que el camino hacia la venganza estaba lleno de espinas, y aunque a veces deseaba abandonar todo y huir, ese deseo era algo que nunca podría permitirse.
Isabella se levantó de la cama, caminando hacia la ventana, donde la luz de la luna iluminaba la habitación. Miró hacia el horizonte de Milán, sosteniendo una copa de vino que había dejado en la mesa de noche antes. Dio un pequeño sorbo, sintiendo el sabor agridulce que reflejaba su estado emocional. Sabía que debía seguir adelante. No podía permitirse debilidades, no ahora.
tiene buen argumento,
hasta el final todo esto está emocionante.
y lo peor es que está arrastrando así hija a ese abismo.
cual fue la diferencia que se quedará con el.
a la vida que si madre le hubiese dado..
Isabella merece tener un padre en toda la extensión de la palabra.
no te falles ni le falles.
la narración buena
la descripción como empieza excelente 😉🙂
sigamos..
la historia promete mucho