El Legado De AKVY: La Profecía De Poseidón

El ambiente en la habitación estaba cargado de tensión cuando Basil entró, seguido de Sirius y Demian. Sus miradas se centraron inmediatamente en Liz, cubierta de sangre, y en Kai, que aún intentaba recuperar la compostura después de lo que había ocurrido. Basil fue el primero en hablar, su voz teñida de rabia.

"¿Qué le hiciste?" - gritó, con el rostro desfigurado por la furia.

Sirius, sin esperar respuesta, avanzó hacia Kai y lo agarró por el cuello de la camisa, levantándolo del suelo con facilidad - "¡Desgraciado chupa sangre! Te dije que lo lamentarías." - rugió, apretando con fuerza mientras lo miraba con desprecio.

Demian, por su parte, corrió hacia Liz, examinándola con desesperación. - "¿Liz, qué te sucedió? ¿Estás bien? ¿Qué es toda esta sangre?" - preguntó, su voz quebrada por el miedo mientras veía las sábanas empapadas.

Melissa, que acababa de llegar cargando un ciervo cazado, soltó al animal, dejando que cayera al suelo, mientras intentaba comprender la escena.- "¿Qué está pasando?" - preguntó, mirando a todos con confusión.

Kai, todavía en manos de Sirius, intentó zafarse de su agarre. - "¡Suéltame, animal!" - gruñó. - "Yo no le hice nada que ella no quisiera."

Sirius, sin embargo, no lo soltó. Al contrario, su ira se intensificó.- "¡Imbécil, cómo te atreves!" - gritó antes de lanzarle un puñetazo directo al rostro de Kai, que cayó de espaldas al suelo por el impacto.

Basil, al ver esto, dio un paso al frente, su rabia igualando la de Sirius.- "¡Sabía que era mala idea dejarte sola con él! "- exclamó, lleno de indignación.

Kai, rodeado por los tres hombres, logró evadir un segundo golpe de Demian con una agilidad sobrenatural, pero estaba claro que no podía evitar a todos. Mientras tanto, Melissa revisaba frenéticamente a Liz, buscando alguna herida.

"¡Basta!" -gritó Liz de repente, rompiendo el caos con su voz.- "Estoy bien. ¡Dejen de golpearse!"

Melissa, al ver que Liz no estaba gravemente herida, se unió a su llamado. -"¡Es verdad! ¡Paren! Ella está bien."

Los hombres, aunque todavía llenos de furia, se detuvieron, pero no dejaron de vigilar a Kai con desconfianza. Demian, con el ceño fruncido, fue el primero en hablar.

"¿En verdad estás bien? Pero... ¿por qué estás cubierta de sangre?" —preguntó, aún preocupado, señalando las manchas en su ropa y las sábanas.

Liz suspiró y, con un gesto cansado, les pidió que se sentaran.- "Déjenme explicarles, pero por favor, tomen asiento." - dijo, con la voz temblorosa.

Los demás, aunque reticentes, obedecieron. Se sentaron en diferentes partes de la habitación, sin apartar la vista de Kai, listos para actuar si era necesario.

"Kai estaba muy mal." - comenzó Liz.- "A pesar de estar dormido, su cuerpo se enfriaba como si una nevada lo invadiera. Después de que ustedes se fueron, empeoró, y la única forma de ayudarlo fue dándole un poco de mi sangre. Yo tomé esa decisión por él." - admitió, con un brillo de determinación en sus ojos. - "Él no me obligó a hacerlo, ni siquiera estaba consciente cuando sucedió, pero gracias a eso, pudo mejorar. Si no hubiera actuado, tal vez su frenesí se hubiera desatado contra algún aldeano."

Demian frunció el ceño y cerró los puños con frustración. - "No tenías por qué hacer eso... ¿Qué hubiera pasado si no se detenía y te mataba?" - dijo, su voz reflejando tanto miedo como enojo.

Basil asintió con la cabeza, su expresión igual de dura. - "Odio admitirlo, pero Demian tiene razón. ¿Qué hubiera pasado si Kai no lograba controlar su sed? Además, conseguimos el animal que necesitaba."- añadió, lanzando una mirada fulminante a Kai.

Sirius se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en Liz.- "De ahora en adelante lo acompañaremos de cacería cada cierto tiempo. No pienso permitir que te vuelva a suceder esto, pececito." - dijo, con una mezcla de ternura y determinación.

Kai, sintiéndose culpable, bajó la cabeza.- "No voy a discutir esa parte, Liz. Ellos tienen razón. Esta vez pude controlarme, pero todo es posible cuando la sed invade mi cuerpo al máximo." - admitió, su voz cargada de preocupación.

Liz negó con la cabeza, sintiéndose más culpable. - "Discúlpenme, yo solo quería ayudarte, Kai, pero no volverá a suceder sin su consentimiento." - dijo, con lágrimas acumulándose en sus ojos.

Sin esperar respuesta, Liz se levantó y salió rápidamente de la habitación, las lágrimas comenzando a rodar por sus mejillas. Basil intentó seguirla, pero Sirius lo detuvo, agarrándolo del brazo.

"Preciosa, espera. No te pongas así." - murmuró Basil, pero Sirius lo interrumpió.

"Basta, hermano. Creo que fuimos demasiado lejos." - dijo Sirius, con una expresión cansada.

Basil suspiró, frustrado, pero asintió. Los dos salieron de la habitación, seguidos de Demian, dejando a Kai y Melissa solos.

Melissa miró alrededor de la habitación desordenada, la sangre aún fresca en las sábanas.- "Deberíamos limpiar todo esto." - dijo suavemente. -"Ya se les pasará."

Kai la miró, sus ojos llenos de tristeza.- "No me arrepiento. Estaba dispuesto a recibir los golpes si Liz así lo quería." - admitió.

Melissa suspiró, limpiando una mancha de sangre en el suelo.- "Ella jamás te haría eso. Es demasiado buena para dejar que lastimen a las personas que le importan. ¿Recuerdas cuánto se contuvo conmigo cuando me enfrenté a ella hace años?" - preguntó, su voz teñida de nostalgia.

Kai asintió, recordando aquellos días.- "Claro, lo recuerdo bien. En aquella época sentía cosas por Liz que me tenían algo confundido y no podía admitir tan fácilmente. Supongo que tenía algo de miedo. Después de todo... ¿quién se enamoraría de un vampiro?" - dijo, con una sonrisa triste mientras miraba a Melissa.

Melissa lo miró fijamente, sus ojos llenos de emociones contradictorias. - "¿Por qué necesariamente debe ser ella?" - preguntó, su voz apenas un susurro.

Kai frunció el ceño, sin entender.- "¿A qué te refieres?" - preguntó.

Melissa, tomando una respiración profunda, dejó caer la bomba. - "Hace años arriesgaste tu vida por Liz, a pesar de ser el último de tu especie. Y ahora estuviste a punto de recibir una paliza por ella. Es que... sin darte cuenta, te enamoraste perdidamente de cada parte que la conforma." - dijo, con una mezcla de tristeza y admiración.

Kai la miró, sus ojos reflejando una profunda confusión. - "¿Cómo podría amar a alguien más, si antes de ella creía que era incapaz de hacerlo? Es tan hermosa, tan amable, y el sabor de sus labios..." - su voz se desvaneció mientras tocaba sus propios labios, recordando el momento en que la besó.

Los ojos de Melissa se llenaron de celos y tristeza.- "¿La besaste?" - preguntó, su voz temblorosa.

Kai asintió, desviando la mirada por un momento.- "¿Y qué si así fue? Ella no me rechazó." - dijo con cierta obstinación.

Melissa bajó la mirada, luchando por contener las lágrimas.- " Sabes bien que no está interesada en ti. Jamás te lo he dicho, pero ella lo sabe bien. Me gustas desde antes..." - confesó, con un hilo de voz.

Kai la miró sorprendido. - "¿Lo dices a pesar de que intentaste acabar con nosotros?" - preguntó, incrédulo.

Melissa asintió con tristeza.- "Eso no significaba que dejaras de gustarme. Incluso le pedí a Liz que te dijera que fueras mi acompañante en ese baile... Por favor, Kai, dame una oportunidad." - suplicó, con los ojos llenos de lágrimas.

Kai negó con la cabeza, sintiendo el peso de sus palabras.- "Eso sería imposible para mí. Mi corazón ya le pertenece a ella, por toda la eternidad." - respondió, con firmeza.

Melissa lo miró desesperada.- "¡No importa! Incluso estoy dispuesta a estar contigo aun sabiendo que amas a otra.' - dijo, con la voz quebrada.

Kai la miró con compasión y tristeza.- "Debes estar loca, Melissa..." - dijo suavemente.

Melissa sonrió amargamente.- "No voy a impedirte que intentes conquistarla, pero si ella te rechaza como es debido, por favor, entonces dame la oportunidad." - dijo, con un atisbo de esperanza en su voz.

Kai suspiró, sabiendo que la conversación no iba a terminar bien.- "No sé qué pasará, Melissa, lo pensaré, pero no quiero que guardes falsas esperanzas, por favor vete por ahora, quiero estar solo." - dijo, señalando la puerta de la habitación, dejando a Melissa marcharse sola, sintiendo la soledad y el dolor que había estado ocultando durante tanto tiempo.