Kallias ha vivido creyendo en la promesa de un amor eterno con su alfa destinado. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que su alfa ha sido infiel durante mucho tiempo. Su compañero de alma, también herido por la situación, se encuentra atrapado en el mismo sufrimiento.
En medio de esta crisis, el alfa sufre un accidente y entra en coma, lo que lleva a Kallias a una encrucijada. Decidido a no seguir atado a un lazo roto, toma la difícil decisión de romper el vínculo que los une. Con el corazón destrozado, se embarca en un viaje en busca de sanación y autodescubrimiento. En su travesía, buscará conocer el amor propio, la confianza y la fortaleza.
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Capitulo 23: En su busqueda
Realmente Jimmy nunca podría llegar a determinar exactamente qué era lo que estaba sintiendo en ese momento. Los miles de emociones que le atravesaban le hacían sentir atolondrado y sinceramente le daba la sensación de un desaire al pensar en todo lo que podría estar viviendo si nada hubiera salido mal como se llevó a cabo. La incertidumbre por saber lo que pasaría a continuación era un plato de cada día.
Esta era la cuarta vez que le daban la vuelta a la ciudad en búsqueda del paradero de su madre; realmente no sabría describir lo que estaba sintiendo en ese momento, no sabía si echarle la culpa de todo lo que pasaba o estar de su parte. Ciertamente, pensar en recriminarle algo a su progenitor le hacía doler el estómago, pero el asunto era que no todo se trataba de él, estaba también su padre, el cual agonizaba en una sala de hospital batallando con la muerte, luchando por un momento más de vida.
Era un castigo cruel, eso era más que obvio. Pensar en cómo alguien pudo dejar a un lado a su familia por sus propios deseos carnales era repugnante incluso para él, que había sido obligado a madurar antes de tiempo. Ya no había tiempo para las niñerías, no podía salir a divertirse con sus amigos, todo el asunto de su familia le daba migraña; pero era algo que debía afrontar, eso, independiente de sus propios sentimientos.
Dejando a sus abuelos atrás, había decidido montarse en aquel vehículo con los demás hombres que su abuelo paterno había designado para la tarea de encontrar a su madre. No le gustaba, todos esos hombres musculosos y ridículamente fuertes le hacían sentir como alguien incapaz, y era ese sentimiento precisamente el que tanto lo agobiaba. Imaginar que estando en la cima de la pirámide social, en dónde solo los alfas adinerados podían llegar y aun así, no poder hacer nada para cambiar su situación, le hastiaba en sobremanera; esto era así, principalmente por sus genes de alfa que le hacían querer controlar todo lo que pasaba a su alrededor.
Cuando hicieron una última parada en las afueras de la ciudad, un extraño sentimiento le golpeó en el pecho. No era la primera vez que sucedía en el día, pero como la primera vez en la que pasó, se lo atribuyó todo al estrés. Una mirada al conductor le bastó para saber que le iban a dar una última vuelta a los Lindes de la manada para luego retirarse a informar y descansar durante un par de horas. Ese era un lujo que él no quería darse, le recordaba en cada momento que con cada minuto que pasaba, su madre podía estar cada vez más lejos de él y su padre más cerca de un final que no quería llegar a imaginar.
En su mente estaba la idea de retirarse del colegio de manera temporal. Sus calificaciones habían descendido notablemente desde el inicio de esa problemática, eso, sumándole también las incontables veces en las que había faltado al colegio, podía calcular que hacía ya una semana que no iba a clases. Su desarrollo mental, como lo llamaba su madre, podía esperar un año más, cuando ya todo estuviera solucionado y volvieran a ser una familia como antes. Porque sí, aunque sabía que eso no volvería a pasar, todavía tenía la esperanza de tener de vuelta a su familia ideal.
Su debate mental fue irrumpido en el momento en el que sus ojos captaron una imagen deprimente frente a sus ojos. Con una seña hizo que el conductor se detuviera, luego, y con algo de ayuda, bajó del vehículo para subir a su tío al asiento trasero del auto. No dijo nada acerca del líquido sospechoso en el rostro de su tío; realmente no tenía espacio en la cabeza para pensar en esa clase de cosas. En primer lugar, no tenía ganas de saber cómo su tío había ido a parar allí; fue así como, después de haberlo acomodado en el lugar, le dijo al titulado chófer que arrancará. Rumbo a su destrozado hogar. Acabado por el egoísmo de los que eran sus padres.
Cuando la casa de sus abuelos entró en su campo de visión, sintió algo parecido al alivio, invadir su tenso cuerpo. Quitó la cabeza de su familiar de sus piernas y les ordenó a los hombres que lo subieran a la habitación indicada. Luego sin más entró en la casa para saludar a sus abuelos. No se sorprendió al no encontrar a su abuelo paterno, era algo que esperaba, en cambio, agradeció a su abuela que le tendió un plato de comida y luego se dispuso a sentarse a comer, sin permitir que sus problemas obstaculizaran su debido proceso alimenticio, como lo llamaba su padre.
En otro lugar…
— Es sorpréndete – Le dijo el Omega al alfa mientras observaba la imagen frente a sus ojos.
– ¿El qué? – Preguntó el otro, no dispuesto a dejar que su pareja abandonara sus brazos.
– El cómo alguien puede llegar a ser tan estúpido – Respondió el Omega sonriendo mientras sentía los brazos de su alfa en su vientre.
– No deberías ser tan malo con nuestros hijos – Reprendió el alfa. Enseguida sintió escalofríos al notar como un par de ojos cristalinos, impecables y rebosantes de inocencia le voltearon a ver.
– Oh, pero no es ser malo. Solo… Justo –
El alfa frunció el ceño.
– ¿Desde cuándo esto es ser justo? – Preguntando con genuina confusión.
– Desde el momento en el que cada quien paga por sus acciones – El Omega sonrió. Luego se puso en pie y se posicionó frente a su esposo, agarrando sus manos mientras le observaba directamente a los ojos.
Frente al alfa, un Omega, de piel clara, casi idéntico a SU Omega, se reveló ante sus ojos. Era simplemente fascinante, espléndido y… Muy familiar.
– ¿Él es?… – La pregunta murió en sus labios cuando sintió sus ojos llenarse de lágrimas. Observó el rostro del Omega y el cómo este se llevaba las manos al vientre mientras todavía sostenía las suyas.
– Sí. Nuestro hijo… – Sonriendo feliz, antes de seguir hablando – Es hora de que el destino cumpla con su palabra –
El alfa le acompañó en su sonrisa, profundamente feliz que de la profecía se cumpliera.
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