Tras el entierro de su hermano mayor, Kate busca cumplir su sueño de ser doctora en una sociedad que la desafía por ser mujer. En su camino se cruza con Keith, quien busca respuestas sobre el hermano de Kate. A medida que crece la atracción entre ellos, deberán enfrentar los obstáculos de un pasado que los une de manera inesperada desafiando su futuro juntos.
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REENCUENTRO (parte 3)
Una semana después, Keith llegó a una residencia montando un espléndido caballo de color castaño, tiene la crin y la cola de color blanco. Su caballo es de un porte majestuoso, y una musculatura poderosa que denota su robustez y elegancia. Su pelaje brilla bajo los rayos del sol mientras avanza con gracia hacia la entrada de aquella residencia.
Un sirviente con un impecable uniforme se acerca para recibirlo a él y a su caballo. Con una reverencia respetuosa, le indica que su tío lo espera en el estudio.
—¿Cuándo llegó? —pregunta, Keith.
—Respondiendo al joven amo, su tío llego hace una semana. —informa mientras sostiene las riendas del caballo para ayudarlo a descender.
Keith asiente, desmonta con destreza y acaricia con cariño el cuello del noble animal.
—Gracias, Mystral. ¿Ha sido un buen viaje? —pregunta.
El caballo relincha suavemente en respuesta, inclinando la cabeza con afecto hacia él, como si comprendiera cada palabra que se intercambia entre ellos. Keith se despide momentáneamente de su fiel compañero con una suave caricia antes de seguir al sirviente hacia la majestuosa entrada de la residencia, anticipando el encuentro con su tío en el estudio.
Dentro lo esperaba un hombre de más de 50 años, tiene una presencia distinguida que irradia autoridad y elegancia. Su cabello, cubierto por las canas, lo traía peinado hacia atrás de manera pulcra y ordenada, revelando mechones plateados que contrastan con su tez clara.
—Preparen un baño. —ordena el hombre a una sirvienta— Tengan todo listo para el joven amo.
Sus ojos, de color castaño y su mirada reflejan la experiencia y la determinación de alguien que ha dedicado muchos años al servicio de la familia a la que sirve. Su rostro está marcado por líneas de expresión que evidencian años de trabajo y responsabilidad. Su porte es erguido y seguro, mostrando una confianza innata en su posición como mayordomo principal. Viste con un impecable traje oscuro que resalta su figura y le confiere un aire de distinción. Su vestimenta está complementada por accesorios discretos, pero refinados, como gemelos de piedras preciosas y una discreta corbata negra, que añaden un toque de sofisticación a su atuendo junto con unos lentes pequeños.
—Escuche que mi tío llegó la semana pasada. —dice Keith.
—Es correcto joven amo. —responde el mayordomo, con una inclinación de cabeza.
—¿Por qué nadie me lo dijo? —Keith cambia el tono de voz— Cloude, ¿por qué no me informaste?
—Envié a unos hombres para decirle, pero ninguno lo logró… Además, el Lord fue a la Academia Militar a buscarlo y tampoco lo encontró y…
—Tsk. —Keith frunce el ceño— ¿Sigue en el estudio?
—Sí. —afirma Cloude— Se ha recluido allí desde su llegada.
—Luego de tomar mi baño… iré a hablar con él. —dice Keith con un poco de pereza.
—Así que luego, ¿eh? —interrumpe una voz desde la entrada de la sala, con un tono casual, pero lleno de autoridad.
Keith se vuelve rápidamente hacia la fuente de la voz y vio a su tío que lo observaba en una esquina. El hombre portaba una apariencia distinguida y atractiva. Su cabello era semi largo en capas, de un profundo color negro igual que sus ojos resaltando su tez clara. El hombre lleva un bigote bien cuidado que acentúa su masculinidad y añadía un toque de distinción a su apariencia. Con una estatura promedio y una complexión atlética, su porte era seguro y decidido.
—¡¿Dónde te metiste Keith?! —regaña su tío con una expresión de preocupación mientras se acerca rápidamente a él— ¡Fui a la Academia Militar y no te encontré allí, sabes lo preocupado que estaba, niño!
—…
—No dirás nada, ¿eh? Bien, pues yo… —su tío se detiene, olfateando el aire con una expresión de desdén— ¡Rayos! ¡Apestas! ¿Por qué no te bañaste luego de entrenar?
—Eso es lo que iba a hacer ahora. —responde Keith, tratando de calmar la situación con una disculpa.
—Ve, ve. —mueve su mano en un gesto que invita a Keith a irse— Ve a bañarte y luego ven a hablar conmigo.
Luego del baño, Keith se viste con cuidado protegiendo su herida. Se coloca un elaborado chaleco de brocado en tonos oscuros, adornado con detalles bordados. La camisa de seda de tono marfil que lleva debajo está finamente confeccionada y se ajusta perfectamente a su figura, mostrando su buen gusto y
atención al detalle. Un pantalón de corte ajustado y confección impecable de color oscuro complementa su atuendo, resaltando su figura atlética y su elegancia innata. Botas de cuero de alta calidad, finamente pulidas y adornadas con detalles metálicos, le proporcionan un aire de nobleza y distinción.
—Mucho mejor. —dice su tío al verlo bajar por las escaleras, claramente más aseado.
El mayordomo coloca otra taza de té y luego se retira dejándolos a solas.
—Siéntate. —ordena, su tío con una firmeza que no admite objeciones.
Keith se sienta frente a él, toma la taza y al darle un sorbo, su tío lo invade con un sinfín de preguntas.
—¿Dónde te has metido? ¿Qué has estado haciendo? ¿Qué crees que debería pensar si no te encuentro? ¿Si no estás en la Academia Militar, dónde está mi sobrino? ¿Estás bien? ¿Estás herido? —hace una pausa, su voz
quebrándose— Siento que mi sobrino se volvió un rebelde. —y, con esas palabras, unas lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas.
Keith, atónito, escupe la bebida y no puede creer lo que acaba de escuchar, lo llamaron rebelde por primera vez e hizo llorar a su tío.
—Ti-tío… tío Alan, no es lo que crees. —intenta calmarlo, su voz llena de apuro— Lo que pasó…
