Viktor Drago, un abogado de la mafia italiana de 38 años, ha dedicado su vida a mantener el control y el poder en su organización, así como a proteger a su apellido. Su visión del amor está limitada a la lealtad que debería tener y el vacío familiar, una vida llena de dolor y sin amor. Todo cambia cuando la conoce.
Liora, una colombiana de 20 años que busca un nuevo comienzo lejos de un pasado lleno de dolor, encuentra refugio y apoyo en Viktor. A pesar del miedo a involucrarse a un mundo nuevo, Liora se siente irresistiblemente atraída por Viktor, quien representa todo lo que siempre ha soñado.
¿Podrá su amor superar las pruebas y tribulaciones del mundo peligroso en el que viven? ¿O sucumbirán a las presiones y se rendirán?
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Parte 23
Liora
El hombre que me había defendido en ese momento era el papá de Ángelo, la cabeza de los Corleone.
—Disculpa que mi hija no se sepa comportar —Me guía a una sala, demasiado exótica, pero el que tiene plata, hace lo que quiera con ella.
—Unas pastillas y se puede tratar —Enarca una ceja confundido y yo me quiero reír, pero me duele la mejilla. Le había dicho que era un trastornado y necesitaba medicamento.
—¿Podrías disculpar a mi familia? —¿Si le decía que si no podría obtener venganza?
—No —Le digo mientras me siento en el sofá individual —¿Por qué debería? —el señor suelta una gran carcajada.
—Ya entendí por qué le gustas tanto a Viktor.
—Bueno, soy una joyita de persona, cuando no estoy amenazada de ser golpeada —Me estaba doliendo bastante la mejilla.
—Tienes razón —Hace una seña y uno de sus hombres se acerca, le habla en otro idioma y se retira —Cuéntame, ¿cómo llegaste a conocer a los hermanos Drago?
—Pasaron cositas —Le digo recordando todo el desastre que paso, ahora estaba mejor. Ya no me negaba a vivir.
—No eres mucho de hablar.
—Solo con ciertas personas, ¿puedo llamar a Dimitri? —Estaba preocupada por papá Drago —Su hijo dejó a uno de sus hombres para ver si hacía caso.
—No te preocupes, conociendo a los Drago ya debe estar muerto o amarrado —Sentí un pequeño escalofrío con la primera opción, no me gustaba este mundo por la muerte, pero sabía que era mat*ar o morir.
—Aun así, quiero hablar con Dimitri —En ese momento llega el hombre que antes se había retirado, tenía una crema.
—Toma, es para que no quede tan mal —Una sonrisa, pero jamás llega a sus ojos. Acepto, pero primero huelo para ver si me confió o no. No olía mal, sin embargo, tenía miedo de confiar en él.
—Bien, gracias —Susurro, para sacar un poco y ponerme. Cierro los ojos al sentir el dolor, no quería verme en un espejo, debía verme horrible.
Nos quedamos en un incómodo silencio. ¿Cuánto tiempo había pasado? Sabía que la casa estaba un poco lejos, pero no lo suficiente para decir que eran tres horas. Estaba confundida con los tiempos.
—¿No quieres nada? ¿Comer? ¿Hablar? —Niego con la cabeza, no quería nada de ellos.
Cuando iba a volver a preguntar, se siente un ruido, un ruido muy extraño. Corriendo alguien llega para decirle al Corleone mayor que había un helicóptero, esa palabra sonaba casi igual en todas partes.
Unos diez minutos después llega Viktor, tenía un traje que lo hacía lucia muy guapo y dos hombres de la misma estatura que él, uno se puso a su lado y el otro a mi lado.
Le empieza a hablar. No quería hablar, me dolía mi boca y no me gustaba eso, se sentía realmente incómodo decir algo.
Pone unos audífonos en mis oídos, no escucho nada y luego me pone música, me sorprendo cuando pone una canción que me gusta.
Hoy le pido a mis sueños, que te quiten la ropa
Que conviertan en besos
Todos mis intentos de morderte la boca
Y aunque entiendo que tú
Tú siempre tienes la última palabra en esto del amor
Sí, yo con Viktor. Estaba cansada de tener que soportar las ganas de saltarle encima, ¿esto podría ser perfecto? Miro su espalda mientras ladeo mi cabeza. Aceptaba que yo quería una familia, pero el osito grandulón podía ser mi familia y eso me ayudaría un montón.
Yo hoy le pido a tu ángel de la guarda, que comparta
Que me dé valor y arrojo en la batalla pa ganarla
Y es que yo no quiero pasar por tu vida como las modas
No se asuste señorita nadie le ha hablado de boda
Yo tan solo quiero ser las cuatro patas de tu cama
Tu guerra todas las noches, tu tregua cada mañana
Quiero ser tu medicina, tus silencios y tus gritos
Tu ladrón, tu policía, tu jardín con enanitos
Quiero ser la escoba que en tu vida barra la tristeza
Quiero ser tu incertidumbre y sobre todo tu certeza
Me gustaba esa canción, creo que podía describir perfectamente mi situación con el italiano/ruso. Yo quiero ser todo de él.
En un momento me cubre los ojos el hombre y la canción suena más fuerte.
Cuando retiran sus manos me encuentro con el pecho de Viktor, alzo la mirada y veo sus lindos ojos azules, me gustaban tanto. Se sentía el verdadero cielo, sentirse en una nube.
Me agarra y pone mi rostro contra su pecho y nos saca de ese lugar.
—Jamás te volverán a tocar —Asiento y suelto un sollozo, ya podría sentirme débil, ya no tenía que aparentar estar bien.
Me sorprendo cuando veo un helicóptero, ¿qué estaba haciendo eso ahí? Volteo a ver a Viktor, sabía que mi rostro estaba mal de llorar y del dolor en la mejilla que tenía.
—¿Por qué viniste en eso?
—Luego te cuento —Me da un beso en la frente y se sube, uno de los hombres que lo acompañaba era el que manejo.
Pude ver la ciudad por completo, era lindo. Muy lindo, sentía la mano de Viktor en mi muslo, cuando gire a verlo se veía perdido. Pongo mi mano sobre la de él, me mira de una, le doy una sonrisa.
Estaba bien, con ese golpe, pero de verdad pudo salir peor para ambos.
—Estoy bien —Le digo, él hace una mueca y asiente.
Nos bajamos en un hospital, ¡Papá Drago! Me calmo cuando veo a Dimitri con una bata de doctor.
—Dios, te dejaron esa mejilla horrible —Mi cuñado hace mueca mientras camina con nosotros al ascensor.
—Estoy mejor que su papá.
—En eso tienes razón, pero mi papá es un hombre que mide casi dos metros, ¿cómo vas a comparar eso? Mides y pesas mucho menos que él —Sonríe, era la primera vez que me decían que era pequeña.
—Gracias —Viktor me mira con una ceja enarcada.
Nos llevan a habitación, me ayudan a aplicarme algo en la mejilla para que sane un poco más rápido, mientras el osito grandulón le habla a sus compañeros en otro idioma, no sonaba como el italiano.
—Está hablando en ruso —Me dice Dimitri con una sonrisa, dándome una palmadita en la espalda.
—¡Liora! —Las voces de mamá y papá Drago que estaba en una silla de ruedas.
—¿Se encuentran bien? —Pregunto conteniendo mis ganas de llorar.
—Sí, Dimitri derribó, apenas te fuiste, sabía que Viktor te salvaría —Miro a mi prometido, me mira de reojo, pero no deja de hablar con los hombres.
Ahora podía aceptar abiertamente que Viktor Drago era lo que yo quería en mi vida, no solamente porque era mi salvador, si no por muchas cosas más. Quería convertirme en su familia, quería ser todo de él.
Al menos de algo me había servido la canción, para sentirme identificado con ella, para darla toda esta vez.
Es entretenida