Después de un año de haberse conocido, Dan y Anuel vuelven a encontrarse de forma inesperada en el lugar menos esperado. ¡Las posibilidades de terminar juntos pudieran estar a flor de piel! ¿Que podría pasar entre un chico de preparatoria y un recién casado? ¿El amor entre ambos corazones volverá a resurgir? ¿Intentarán retomar aquellos sentimientos que compartieron en aquel verano que marcó la vida de ambos? ¿Podría Anuel ser capaz de olvidarse de su matrimonio para darle amor a su querido Dan? El tiempo hará que ambos corazones se enfrenten a una etapa de autodescubrimiento más profundo e intenso para poder elegir aquellas cosas que de verdad importan. ¿Qué cosas importan? Arráncame la Vida de es la continuación del libro titulado Quise Morir en Agosto.
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DEL AMOR
—¿Te pusiste celoso? —No me da miedo preguntarle.
Sus ojos se enfocan en mí.
—¡Por supuesto! Después de todo, él te propuso que fueran novios y ahora te quiere invitar a salir.
Sonrió, sus palabras me causan gracia.
—Seremos la pareja principal en la obra. ¿No audicionaste?
—No. No pensé que tú fueras a audicionar.
—En realidad no audicione, pero me eligieron.
—Bueno, ahora tendré que lidiar con eso. Adrian querrá resconquistarte.
—Tranquilo, todo está bien entre nosotros.
—Sí. Yo lo sé.
—Me siento halagado y muy agradecido de saber lo que sientes. Supongo que, hasta cierto punto es normal que te sientas celoso. ¡No te culpo! Después de todo, crecí y me puse guapo. ¡No es mi culpa gustarle a otros! —Soy muy franco con mi respuesta.
Se me queda mirando con fijeza y su semblante para esconder su sorpresa es indescriptible. ¿Qué pensara de mí?
—¡Tienes razón! Te pusiste más guapo y no es tu culpa que otros gusten de ti. ¡Pero eres mío! Y eso no lo debes olvidar.
—¿Olvidarlo? Hay muchas cosas que no soy capaz de olvidar.
—Lo que siento por ti no lo debes olvidar.
—¿Por qué lo olvidaria?
—Solo digo. ¡Me gustas mucho!
—Ya lo sé. Me he dado cuenta de que estás muy embobado conmigo.
Se ríe.
—¿Se nota mucho?
—Demasiado.
—Como me hubiese gustado intentar enamorarme bien de ti en la secundaria. ¡Muchas cosas serían diferentes!
Tenían lógica sus palabras. ¿Qué cosas hubiesen sido distintas?
—Pero, no siempre se puede tener todo en esta vida. Y lo único que queda es aprender a vivir con la perspectiva de las posibilidades si el tiempo pudiera regresarse. Eso me pasa a mí, he aprendido a vivir con las ganas de querer regresar y recuperar el pasado en varias cosas.
—¿Cómo qué cosas te gustaría recuperar?
—Bueno. Esta el hecho de que me gustaría volver a ser pequeño. Muchas cosas buenas de mi niñez son inolvidables y aunque es pasado, tuve que asimilar tener que vivir con la idea de que aquellos recuerdos solo existirán en mi memoria. Qué por más que quiera retroceder el tiempo, no puedo cambiar o pausar nada.
Bebe un poco de refresco, estamos en una pizzería.
—Y si pudieras pausar el tiempo, específicamente, ¿en qué lo detendrias?
Su pregunta era profunda y la respuesta no era simple. ¡Pero yo ya sabía en qué lo detendría!
—Cuando tenía diez años, yo no tenía idea de lo que podría significar que alguien te gustara. A esa edad, yo aún no sabía que el sentir cosas por alguien más, podría meterme en problemas. Por eso, sin dudarlo, pausaría el tiempo en esa etapa de mi vida. ¡Cuando aún era inocente del amor romántico!
Pareció sorprendido. Quizá, no esperaba escuchar algo como eso.
—¡Que genial! Aunque si pudieras pausar el tiempo allí, se me hace que eso podría evitar que puedas sentir amor y enamorarte.
—Sí. Es verdad. Pero como no puedo pausar el tiempo o regresarlo, entonces todo debe continuar. ¡Mírame! De nuevo estoy enamorado y ya tengo novio. ¡Te tengo a ti!
Nuestro contacto visual tiene un toque romántico.
—¿Qué sientes ahorita al verme frente a ti?
—Mmmm. ¡Me siento tranquilo! En calma y ya no me siento nervioso.
—¿Te ponía nervioso?
Dejo escapar una risa boba.
—Sí. Al principio. Es que eres muy atrevido y parece que no le temes a nada.
Se ríe. Mis palabras complacieron su ego.
—Solía ser un bravucón, por supuesto que tuve que dejar de tener miedo.
—Eras un bravucón.
—Lo era.
—¿Y por qué? Ya me habías contado un poco sobre la razón por la que me molestabas y demás, pero, ¿por qué ser un bravucón?
Note que mi pregunta fue muy inesperada y Félix se tomó el tiempo para poder responder de forma correcta.
—Mi padre biológico solía ser un dolor para mi madre y para mí. Su ejemplo nunca me ayudó y creo que el vivir en un ambiente violento influyó mucho en mí. Siempre se emborrachaba, era demasiado violento y muy agresivo con nosotros. Por eso, cuando entre a la escuela primaria, decidí que quería ser el bravucón. Quise tratar de entender porque mi padre era muy malo con nosotros y tal vez, el que yo copiara su ejemplo me ayudó a desahogar todo el dolor que sentía en mi corazón.
¡No tenía idea! Jamás pensé que Félix tuviera un pasado así. Que tu propio padre sea un tormento para ti, eso es algo muy cruel.
—Nunca creí que esa fuera tu razón.
—Y te dire algo más. Voy a sonar enfermo, pero eso es lo que solía sentir. Descubrí cierto placer cuando agredia a los demás.
—¿Placer?
—Sí. Ver cómo yo les provocaba dolor me hacía sentir a gusto, más despreocupado. Porque a través de mis victimas, el dolor que ellas expresaban, sentía que yo podía liberar el dolor que mi padre ocasionaba en mí.
—Eso suena complejo.
—Y luego, tú te convertiste en mi víctima favorita. Te veías tan frágil, tan dulce y desprotegido. ¡Me gustaba molestarte! Contigo mi dolor se transformó en amor y por eso llegué a ser muy cruel contigo. Me hiciste creer que mi amor era una enfermdad y desde ese momento, supe que tú eras la única persona que podría ayudarme a dejar de doler.
¡Intenso! ¡Complejo! El corazón humano siempre será tan difícil de entender. ¿Cómo es posible que un acosador se enamore de su víctima? ¿Por qué el maltrato se volvió la medicina de un corazón dañado? ¿Por qué fui yo quien le enseñó a sentir otra clase de amor?
—Estoy impresionado y hasta… bueno, la neta no sé qué decirte. ¡Todo es muy intenso!
—No es necesario que me digas algo. Estoy más tranquilo y a gusto de poder saber que ahora estás enterado.
—¡Gracias por decirme esto!
—Hablar contigo se ha vuelto mi medicina favorita para dejar de ser tan frío.
—Me alegra saber eso.
Asiente.
—Por eso, si yo pudiera detener el tiempo, lo detendría justo en el primer día de clases de este año.
—¿De verdad?
—Sí. Después de habernos distanciado mucho, le agradezco a la vida y a mi sentido de búsqueda, el hecho de poder encontrarnos de nuevo. Tengo la oportunidad de poder enamorarme bien de ti.