Cadenas Del Destino.

El bosque parecía vibrar con una energía desconocida. Las hojas, de un verde intenso, susurraban entre sí, como si compartieran secretos que solo la naturaleza podía entender. Michaelis, Adrian y Kai avanzaron con cautela, cada uno sintiendo la adrenalina que palpitaba en el aire. Sabían que el tiempo no estaba de su lado, y que cada segundo contaba.

“Este lugar es… diferente,” comentó Adrian, su mirada fija en los árboles altos que se elevaban hacia el cielo, cubiertos de flores brillantes que nunca antes había visto. “¿Estás seguro de que aquí encontraremos la próxima gema?”

“Debemos confiar en nuestras instintos,” respondió Michaelis, mirando a su alrededor con desconfianza. “La luz de las gemas debe guiarnos de alguna manera.”

Mientras caminaban, comenzaron a notar cambios en el ambiente. El aire se tornaba más pesado, y un silencio inquietante comenzó a envolverlos. Las risas de los pájaros y el murmullo del arroyo se desvanecieron, dejando un vacío que les helaba la sangre.

“Esto no me gusta,” murmuró Kai, su expresión preocupada. “Siento que hay algo acechando entre los árboles.”

“Mantente alerta,” dijo Michaelis, apretando la gema en su mano. “No estamos solos.”

Un sonido repentino rompió el silencio: un crujido de ramas. Los tres se detuvieron en seco, y las miradas se cruzaron con un silencio que lo decía todo. Las sombras comenzaron a moverse entre los árboles, y una risa baja y siniestra resonó en el aire, haciéndolos estremecer.

“¿Quién se atreve a adentrarse en nuestro bosque?” una figura oscura emergió de entre los árboles, con un aura de poder y malicia. Su forma era indistinta, pero sus ojos brillaban con un resplandor rojo intenso.

“¡Atrás!” gritó Michaelis, levantando la gema hacia el extraño ser. “No te acercas a nosotros.”

“¿Qué harás, niño? ¿Te crees poderoso con esa luz?” se burló la sombra, acercándose lentamente. “Tu luz es débil, y yo soy el guardián de este bosque.”

“Guardia o no, tenemos un propósito aquí,” interrumpió Kai, con una voz firme. “No vamos a permitir que nos detengas.”

La sombra se rió, una risa que resonó como ecos en el aire. “¿Propósito? ¿Quiénes son ustedes para desafiarme? No saben con quién están tratando.”

Michaelis sintió que el miedo intentaba consumirlo, pero en el fondo, una chispa de valentía comenzaba a encenderse. “No importa quién seas. Somos más fuertes juntos, y no nos detendrás.”

“Entonces que comience el juego,” dijo la sombra, extendiendo su mano hacia ellos. “Siento el miedo que emana de ti. Lo absorberé y te dejaré en la oscuridad.”

Las sombras a su alrededor comenzaron a cobrar vida, acercándose a ellos como serpientes dispuestas a atacar. Michaelis y sus amigos se unieron, formando un círculo y levantando las gemas. La luz se intensificó, iluminando el espacio y manteniendo a raya a las sombras.

“¡Concentraos!” gritó Michaelis, sintiendo el poder fluir a través de él. “Usa la luz para dispersar la oscuridad.”

Las gemas brillaron como nunca antes, lanzando rayos de luz que atravesaron la negrura y comenzaron a desvanecer las sombras. Pero la figura oscura no se rindió tan fácilmente; se lanzó hacia ellos, intentando romper su concentración.

“¡No permitas que te consuma!” gritó Adrian, sosteniendo su gema con fuerza. “Recuerda por qué estamos aquí.”

La sombra se acercó aún más, y Michaelis sintió el peso del terror apoderarse de él. Pero entonces, recordó su razón: su familia, sus amigos, su verdadera identidad. “¡Enzo!” gritó en su mente, llamando a su verdadero ser. “¡Eres más fuerte que esto!”

Con un rugido de determinación, levantó la gema con ambas manos, y un torrente de luz emanó de ella, formando un escudo que repelió a la sombra. El resplandor se expandió, iluminando el bosque y revelando sus verdaderos colores. Las sombras retrocedieron, chillando mientras la luz los envolvía.

“¡Ahora!” gritó Kai, y juntos, avanzaron hacia la sombra, empujando la luz hacia ella.

La sombra se retorció, su forma empezando a desvanecerse bajo la presión del poder de las gemas. “No… no puede ser…” murmuró, su voz llena de miedo.

Con un último empujón de fuerza, Michaelis y sus amigos dirigieron la luz de las gemas hacia la sombra, y en un estallido de energía, la oscuridad fue arrastrada hacia el suelo, desapareciendo en un torbellino de humo y susurros.

El silencio volvió al bosque, y el aire se despejó. Michaelis, Adrian y Kai cayeron de rodillas, respirando con dificultad, exhaustos pero victoriosos.

“¿Lo logramos?” preguntó Adrian, mirando alrededor con cautela.

“Sí,” respondió Michaelis, levantándose lentamente. “Pero esto es solo el comienzo.”

A medida que se recuperaban, notaron algo en el suelo donde la sombra había estado. Un destello de luz brillante se reveló entre las hojas muertas: era la tercera gema.

“¡Mira!” exclamó Kai, apuntando hacia ella. “Lo hemos encontrado.”

Con esfuerzo, se acercaron a la gema, aún brillando con un resplandor cálido. Al recogerla, Michaelis sintió que un nuevo poder se despertaba dentro de él.

“Esto cambiará todo,” dijo Michaelis, mirando a sus amigos. “Debemos regresar y usar estas gemas para enfrentar lo que venga.”

Con un renovado sentido de propósito, comenzaron a caminar de regreso, cada paso resonando con la fuerza de su unión. Las sombras podían haber sido derrotadas, pero sabían que otros desafíos los aguardaban. El Inframundo los necesitaba, y ellos estaban decididos a cumplir su destino.

Al salir del bosque, la luz del sol brillaba intensamente, bañando todo en un resplandor dorado. La vista del cielo despejado les dio esperanza, y a medida que se adentraban en la nueva realidad, sintieron que, juntos, podían enfrentarlo todo.

Con las tres gemas en mano, sabían que estaban más cerca de descubrir la verdad sobre el legado de Michaelis y su lugar en el Inframundo. El camino podría estar lleno de oscuridad, pero con cada victoria, su luz se hacía más brillante, y su vínculo se fortalecía, listos para enfrentar el futuro que les esperaba.