El Guerrero De La Tierra

ILA

Ese mismo día, pero en la noche, decido ir a hablar con mi madre, a la cual encuentro aún en su oficina, terminando su trabajo.

- ¿Aún tienes mucho que hacer? – le preguntó asomándome por la puerta.

- Ila, cariño, ¿qué haces aquí? – me pregunta mi madre, quien deja de lado lo que está haciendo para ponerme toda su atención.

- Yo, quiero hablar contigo de algo, pero si estás ocupada, puedo venir después – le digo.

- No, tranquila, no estoy tan ocupada, ahora que las lecciones de la señora Chantal están tan avanzadas, ella me ayuda mucho con mi carga de trabajo – me dice mi madre con una sonrisa.

- Me alegro mucho – le digo, mientras entro a su oficina y tomo asiento frente a ella.

- Bueno, ¿qué es lo que pasa? – me pregunta mi madre, a lo que yo tomo aire y comienzo a contarle todo, incluyendo mi muy reciente conversación con Jorge – Debo decir que nunca creí que esto pasaría, y no sabes lo feliz que me hace – me dice mi madre quien me mira con una sonrisa.

- ¿Qué creíste que nunca pasaría? – le preguntó a mi madre, ya que es algo que también Jorge dijo.

- Verte enamorada, siempre pensé que tu vida estaría atada a un hombre por el que nunca sentirías el más mínimo de afecto, condenándote a una vida sin amor, no sabes cuánto me alegra que no sea así – dice mi madre, mientras sus ojos se empañan con lágrimas, y al ver su expresión sé que son de felicidad – coincido con Jorge en que Aaron te corresponde, pero a veces las apariencias pueden engañar, por lo que no está de más asegurarse antes de dar un paso tan importante – continúa hablando mi madre

- Y ¿cómo me aseguro?, Jorge me recomendó darle detalles, por no se me ocurre nada.

- A veces ser detallista no significa dar algo físico, sino algo más, hija mía, cada caso es diferente, por lo que lo único que te puedo decir es que dejes atrás tus inhibiciones, y actúes en consecuencia, deja salir tus sentimientos, no los reprimas ni lo pienses demasiado, y esos detalles saldrán solos, cuando tu padre me cortejaba, yo solía reprimirme con tal de no romper con aquello que se esperaba de mí, y fue cuando deje eso de lado, que tu padre y yo pudimos asentar las bases para nuestra relación, una relación que aún ahora está llena de amor, cariño y pasión – me aconseja mi madre

- Eso haré, ma – le digo, y aunque aún no sé muy bien qué haré, sí me siento más confiada gracias a las palabras de mi madre.

AARON

Desde hace unas semanas comencé a darle algunos detalles a Ila, muchos de estos fueron idea de mi madre o mi abuela, otros, incluyendo los más recientes, fueron ideas mías, detalles que salían de mi corazón y que mi intuición me decía que a Ila le gustarían, al principio Ila lucia confundida con los detalles, después parecía encantada, pero en los últimos días se volvió algo distante, y eso me preocupa, ya que siento que talvez hice algo que la molesto, y me atormenta no saber que hice mal.

- No hiciste nada mal hijo, y no creo que ella esté enojada, talvez esté confundida, como para ti, todo esto es nuevo para ella, y talvez no sepa como lidiar con sus sentimientos, lo que debes hacer es darle tiempo, y no dejar de ser atento con ella, ya que si empiezas a dejarte decaer, ella lo notará y pensará que perdiste el interés – me dice mi abuela, a quien busque para contarle mis preocupaciones.

- La señora Ersa tiene toda razón, no todas las señoritas saben lidiar con sus sentimientos, sobre toda aquellas criadas en la nobleza, puesto que mantener tus sentimientos ocultos es un requisito en la sociedad, ya que una joven pasional siempre es mal vista – interviene Violeta quien busca también ayudarme.

Violeta demostró ser confiable, como ya lo suponíamos, ella se volvió muy cercana a todos nosotros, sobre todo a mi abuela quien la considera como una hija o una nieta, en estos meses se volvió un miembro más de la familia, y todos le tenemos un gran aprecio, es por eso que hablamos con los reyes para hacerles saber nuestra decisión de contarle a Violeta lo que estaba ocurriendo, ellos a pesar de todo lo que está en juego, confiaron en nuestro criterio y no se opusieron a ello. Cuando le contamos la razón pro la que estábamos allí, Violeta paso por varias emociones rápidamente, y todas y cada una de ella se reflejaron en su cara, paso de la sorpresa al asombro en cuestión de segundos, para luego terminar con un sentimiento de vergüenza por su actitud, como no los hizo saber, puesto que después de unos cuantos días con nosotros, ella dejó de tratarnos con formalidad, por lo que se disculpó constantemente por su falta, volvió a tratarnos con mucha formalidad, como si fuéramos sus señores y no sus amigos, por lo que mi abuela la regaño y le hizo entender que ella ya era una persona muy importante para todos, y que no había necesidad de formalismo, por lo que después de unos días un tanto incómodos, todo volvió a la normalidad.

Hoy aprovechando que mis padres aún no han llegado, decido hablar con mi abuela sobre mis inquietudes, y Violeta, quien estaba con ella no dudo en también aconsejarme, ya que debido a que ha servido a varias jóvenes que se han hospedado en el palacio, parece entender un poco mejor a las señoritas de alta sociedad.

- Entonces, ¿están seguras de que no hice algo que pudo ofenderla? – les pregunto.

- Estamos seguras, así que Aaron, tú sigue como hasta ahora, puesto que las cosas que valen la pena en la vida no son fáciles, y mucho menos rápidas, es por eso que son valiosas – me dice mi abuela, y debo decir que sus palabras me han quitado un peso de encima.

Al día siguiente me dirijo a mis clases con Ila, y en mis manos llevo un ramo de flores hechas de papel, las cueles fueron realizadas y pintadas por mí la noche anterior, con la esperanza de que duren más que las flores naturales. Llego a la biblioteca y coloco el jarrón, que también hice, esta vez con magia, puesto que este está hecho de tierra y rocas de distintas tonalidades, con las flores dentro, en la mesa que siempre ocupamos y me dispuse a esperarla.

Tan puntual como siempre, Ila entró convertida en arena por la ventana e, inmediatamente después de que toma su forma sólida, le ofrecí el jarrón con las flores.

- Toma, son para ti, pensé que te gustaría algo más duradero – le digo mientras extiendo el jarrón hacia ella, y a pesar de estar nervioso, le doy mi mejor sonrisa, lo cual es fácil, ya que estoy muy feliz de verla.

Mi abuela tiene razón hay cosas por las que vale la pena pelear, y lo que siento por Ila es una de ellas, puesto que si antes estaba confundido por lo que sentía por ella, ya no es así, puesto que la infinidad de sentimientos que han invadido en los últimos días han despejado todas mis dudas, la amo, ella es con quien deseo vivir el resto de mi vida y agradeceré eternamente al dios Kaayo por unir mi vida a la de ella.